Keira Gray tenía una vida bastante normal, al parecer. Vivía en el condado de Arizona, en Phoenix, con su madre. Iba a clases de Ballet desde los cuatro años, en donde conoció a la que se volvería su mejor amiga, Bella Swan, quien fue su compañera d...
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Keira Gray siempre fue muy unida a Bella Swan. Desde que estuvieron juntas en su primera clase de ballet, se volvieron inseparables. Claro que Bella ya no asistía a esas clases, el baile y el deporte se le daba terrible, sin embargo, eso no detuvo su amistad.
Keira vivía en la casa próxima a la de Bella en Phoenix, Arizona. Un lugar lleno de sol y tranquilidad. Todo iba bien, iba a la escuela, a sus clases y convivía con su mejor amiga, una rutina bastante común para alguien de diecisiete años.
Pero todo eso se fue al demonio, el día en el que Bella le anunció que se mudaría a Forks con Charlie, su padre. Keira realmente no supo cómo reaccionar, literalmente no quería dejarla ir sola, pero toda su vida estaba en Phoenix. Sin embargo, al final tomó una decisión, sabía lo duro que era llegar a una nueva escuela, con nuevas personas y rehacer su vida y no la dejaría sola en eso.
—¿Qué pasará con tus clases de ballet, tu escuela, tus amigos? —le había dicho Diana, su madre, cuando le contó todo.
—Eso es lo mismo que le pasa a Bella. Yo puedo hacer nuevos amigos, iniciar de cero.
Diana no estaba muy convencida en eso, quería lo mejor para su hija y le parecía una completa impulsividad que estuviera tomando esa decisión solo por su mejor amiga. Por otro lado, Keira sentía que era lo mejor, que era el empujón que necesitaba para terminar de tomar la decisión que ya había considerado algunos meses atrás.
—Mamá —llamó nuevamente. Diana la miró—. Phoenix lo único que hace es recordarme a papá. Quiero empezar de cero, me siento estancada, quiero avanzar, por favor.
Eso fue lo que la convenció. Sabía que los últimos dos años habían sido demasiado duros para ambas, perdiendo a alguien que realmente amaban. Keira quería avanzar, quería dejar de sentirse miserable cuando recordaba el incidente, quería poder conciliar el sueño bien, quería salir de ese hoyo, y Diana también.
Si se iban a Forks, podrían comenzar una nueva vida, en un nuevo ambiente, y no sería tan difícil. Quizás eso les ayudaría, por ello, fue que Diana, la mujer de cabello castaño rojizo, dió luz verde para irse a aquel pueblillo al que su hija tanto le había insistido.
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