Tightrope

Capítulo 22

Notas del autor: Holaaaaaa, desaparecerme por días y luego escribir como loca es mi pasión :v Antes que nada y como siempre quiero agradecer a esas hermosas personas que votan y comentan la historia porque en serio me dan muchos ánimos para seguir <3 poco a poco les iré respondiendo :) también a todas las que continúan leyendo. No olviden que si les gusta la historia siempre pueden ayudarme a compartir :3 

Por otro lado les traigo un par de noticias:

1. Tenía tanto que decir que ahora hay suficiente material para dos capítulos más así que muy pronto habrá actualizaciones constantes. Por lo mientras hoy, tenemos capítulo largo, espero les guste. 

2. Mañana subiré a mi especial de San Valentin, iba a hacerlo hoy pero la idea me nació justo hoy XD así que un debo terminarlo y revisarlo. Podrán encontrarlo en mi perfil dentro de la historia "Stony Shots" y estará titulado como "Cartas".

Sin más que decir les deseo bonitos días llenos de Stony y les mando un abrazo especial por el 14 de Febrero. 

Nos leemos pronto :3 

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Capítulo 22

El tic tac del reloj en la pared que resonaba escandalosamente en el cuarto y a su vez, dentro de su cabeza, estaba acompañado por el siseo de su pesada y errática respiración.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿10 minutos? ¿Media hora? Había perdido la cuenta desde que sus ojos decidieron enfocarse en el techo, dejando volar sus pensamientos y encontrando en exceso interesante las pequeñas manchas entre las grietas de la pintura. Su mente divagando, paseaba ligeramente entre sus memorias, analizando y recordando.

Steve saliendo por la puerta de su oficina, apareció de nuevo en su cabeza. Todavía le incomodaban las últimas palabras, todavía recordaba el sonido de sus pisadas al cruzar el umbral para alejarse por el pasillo. Todavía escuchaba la puerta cerrarse de un solo golpe.

Él se había ido.

El dolor en el pecho se intensificó.

Tony había permitido que se marchara. Él había desactivado el código de la puerta cuando se dejó caer sobre el sillón, todavía jadeando e intentando recuperar el aliento. No hubo nada que pudiera hacer para detenerlo. No iba a intentarlo, incluso el simple hecho de considerarlo era impropio de él.

Lentamente, el alcohol de su licorera se deslizó por su boca borrando el sabor de los labios de Steve. Toda su piel ardía ante el recuerdo del contacto de las manos del otro; era horrible e intenso, parecido a la urticaria. El peso de las consecuencias, de la verdad y de la culpa ahora caían sobre él como grandes bloques de cemento provocándole jaqueca y dolor en el corazón.