Capítulo 9: Madre... Mi Madre

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Hoy no pude evitarlo, así que mientras trataba de tocar alguna melodía con sentido, habían recuerdos y pensamientos que invadían mi mente. No podía parar de tocar, así que seguí como si estuviera tratando de negar que todo eso estaba pasando. Es confuso, porque cuando eso sucede ya ni siquiera parece que sé dónde es que estoy o qué es lo que estoy haciendo. Esta vez era acerca de mamá.

No podía dejar de ver su cara, como si otra vez estuviéramos de pie en esa cocina. No podía dejar de oír sus palabras, como si otra vez me estuvieran enterrando cuchillos en el corazón. No podía dejar de estar triste, porque mamá no me quiere. Nunca lo hizo.

A veces me pregunto si lo disfruta... si disfruta hacerme sufrir. Me pregunto si encontraba divertido esos días en que me dejaba sin comer o en los que se burlaba de mí. Me pregunto si simplemente no se dio cuenta de que me estaban matando más sus palabras que las veces que tuve hambre. Me pregunto por qué exactamente es que no me quiere. Me pregunto por qué me detesta, si puedo ver con facilidad que en el fondo nos parecemos bastante.

Tal vez por eso siente rechazo hacia mí. Tal vez le recuerdo demasiado a ella misma y no soporta verse. Aún recuerdo lo que me dijiste; me contaste que una vez estuviste a punto se suicidarte, y que si no hubiera sido porque tu padre te abrazó y te acompañó hasta que lograste ver el valor en la vida otra vez, no estarías aquí y yo tampoco. Entonces me vuelvo a preguntar, mamá; ¿por qué no puedes hacer lo mismo por mí? ¿Cuál exactamente es la diferencia que hay entre mi hermano y yo que hace me odies hasta el punto en que me dices que simplemente me mate de una vez?

Porque yo no puedo dejar de escucharlo...no puedo. No dejo de escuchar tu voz diciéndome que no te llame madre, que debería matarme, que debería desaparecer, que no debería haber nacido.

Porque eso fue lo que pensé hoy, madre. Mientras tocaba en la iglesia para el dios que adoras, eso fue lo pensé. Y me dolió; me dolió otra vez, igual de terrible que antes. Y luché también para no llorar; no vaya a ser que se me nuble la vista y ya no pueda ver las cuerdas con las que adoro a dios. Pero para mí, yo estaba de nuevo parado frente a ti, y tú estabas otra vez deseándome la muerte.

No te culpo mamá, yo también desearía estar muerto. Yo también desearía dejar de despertarme por las mañanas sintiendo la miseria en mi corazón y saber que todos los días de mi vida van a ser una lucha constante. Y desearía que todo el dolor se fuera, porque yo te perdonaría si me lo pidieras; esa es la peor parte. Odio tanto depender de tu aprobación, que aun así te perdonaría y te abrazaría otra vez. Lo haría aunque supiera que volveré a pensar en las cosas horribles que haz hecho conmigo, lo haría aunque supiera que lloraré otra vez recordando nuestras conversaciones.

Yo también pienso que estaría mejor muerto mamá.
Pero los amo más a ellos de lo que me odio a mí mismo.
Por eso sigo con vida, porque ellos me necesitan, y no los puedo abandonar.

No sé qué siento por ti mamá, pero si vas a decirme que me odias, al menos sostenme la cara y oblígame a mirarte a los ojos. Al menos así tal vez por fin pueda separarme definitivamente de ti y me atreva a decirte que yo también aprendí a odiarte.

-El Caballero

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