Desde hace mucho tiempo me parece que he estado atrapado en esta habitación. Me da la impresión de que no importó cuánto luché por cambiar mi realidad; siempre había algo que me encadenaba a una rutina autodestructiva. Incluso cuando crecí, seguía siendo prisionero de algo invisible, que tal vez muchos llamarían estúpido, pero que para mí era una barrera impenetrable que me condenaba a permanecer sumido en la oscuridad que se había estado formando en mi mente. Es un miedo latente y penoso que resuena incansablemente en mi cabeza y me detiene de siquiera intentar huir. Aún ahora, aún lo siento.
Cuando era niño, tuve algunas experiencias físicas que seguramente apagaron mucha parte de mi felicidad. No era extraño tener a muchas personas golpeándome sin importar con quién estuviera. Podían ser compañeros de escuela o mis propios familiares, pero el dolor físico estaba siempre presente en mi cuerpo, hasta el punto que el simple hecho de sentir dolor ahora me provoca una profunda ansiedad. Es aún peor cuando se mezcla con la sensación de irrealidad, pues es casi imposible para mí distinguir que ya no estoy en peligro y que mi cuerpo está bien cuando estoy en ese estado.
Además, también tuve ese pequeño episodio desagradable que alguien más contó por mí hace poco. Creo que realmente esas cosas me provocaron miedo a las personas y sembraron en mí una paranoia constante. Obviamente esto también me provocó un efecto de aislamiento voluntario, por llamarlo de alguna forma, en el que me mantenía tan lejos de las personas cómo podía, aunque se tratara de gente que conocía y que tal vez hasta apreciaba. Aún siento esa barrera; ese miedo a estar solo y, a la vez, de estar acompañado. Nunca me siento seguro.
Aun así, recuerdo bien que había una escapatoria que me gustaba mucho en aquellos años; la astronomía. Recuerdo que mi hermano tenía un mapa celeste con muchas constelaciones dibujadas y nombradas que a mí me encantaba ver y tratar de ubicar cada vez que miraba el cielo, aunque irónicamente jamás fui bueno lográndolo. También tenía un libro grande y de pasta dura dedicado a las estrellas, planetas, cúmulos y muchas otras cosas. Ese libro tenía tantas historias mitológicas y también tantos datos científicos que a mí me parecía lo único mágico en mi vida.
Tanta era mi fascinación con el tema que recuerdo que un familiar me compró un libro que pensó que podría gustarme. Ese libro terminó siendo algo absolutamente distinto, pero "El Niño que Vivía en las Estrellas" igualmente me gustó a su propia manera. Si bien no era una historia de fantasía o ciencia ficción, era un libro que para mí reflejaba una realidad muy cercana, y que por el momento en que lo leí, era más bien un consuelo. Aunque no sé tratara de un viaje por el espacio, esa historia sólo me llevó a adentrarme un poco más a ese mundo; a un mundo dónde en el futuro, yo ayudaría a crear una nave capaz de ser trupulada y llevar a los humanos muy lejos de este mundo. Lejos, muy lejos de un mundo tan desagradable.
De cierta forma esa fue la única razón por la que me esforcé tanto académicanente; tenía que ser el mejor si quería poder entrar a una institución que pudiera darme esa posibilidad. Cada momento en que tenía la oportunidad de mirar hacia el cielo estrellado, lo pensaba; "algún día yo también me iré muy lejos de aquí"... Yo quería volar y ver las estrellas y la galaxia de Andromeda e imaginar a la joven encadenada a su piedra y recordar la historia del semidios que la salvaba. Sí... todas esas cosas son sólo ideas y sueños de niños pequeños, pero eso es lo que yo era. Sin embargo, me lograba ocultar tras un rostro serio y un hablar formal con el que los adultos quedaban bastante contentos por el "nivel de madurez", como si eso fuera algo bueno por naturaleza.
Yo solo sé que a pesar de que me arrebataron mi infancia, yo de alguna forma había conservado un pequeño pedacito en una parte oculta de mí, y que seguía siendo mía. Así que seguí soñando, miraba el cielo mientras pasaba la vida a mi alrededor; mientras esta se sentía como si doliera por sí misma, pero entonces podía mirar al cielo y recordar que aún había cosas en este mundo que me hacían sentir esa melancolía consoladora. Seguí estudiando, seguí trabajando e invirtiendo mucho de tiempo en ser lo mejor que yo podía ser, aunque para eso tuviera que ignorar todo lo demás que me envenenaba mi corazón de niño que aun conservaba. Las cosas no mejoraron para mí, pero aún eso no me detenía; a veces llegaba a puntos en que era más bien un robot moviéndose casi que por mera programación que ni él mismo cuestiona por qué está ahí. Así pasaron los años, hasta que finalmente tuve mi oportunidad.
No me importó mucho el examen de admisión, no, los varios exámenes que me hicieron solo para poder calificar como candidato. No me importaba que por haber estudiado en escuela pública había cosas que yo no sabía; yo seguí tranquilamente llenando todas y cada una de esas casillas. Tampoco me preocupó el examen de inglés que tomé y no sorprendió el resultado de "avanzado" que recibí. De cierta forma, tampoco me importaba el simple hecho de estar ahí; para mí todo era tan irreal que ni siquiera lograba percibirme a mí mismo como algo que era real y tangible. Pero igualmente seguí, hasta creo que daba sonriendo cuando los demás estaban demasiado preocupados haciendo sus exámenes. Cuando terminé todo, recuerdo solamente haberme quedado ahí, esperando satisfactoriamente a que por fin me dejaran irme... Cómo si hubiese algún valor en eso.
Pero había algo de lo que yo no era consciente, o más bien algo que había estado tratando de ignorar. No sólo era el hecho de que iba a ser casi que físicamente imposible poder mantener ese ritmo de vida que me exigía esa institución, no era sólo el hecho de que mi salud tanto mental como física se habían deteriorado demasiado con el pasar de los años, sino que no había pensado en algo peor... Cuando alguien tiene pasiones, hará lo que tenga que hacer para cumplirlas, incluso si eso me mataba, yo lo hubiera hecho; al menos así habría muerto por algo que tenía alguna clase de valor para mí. Pero lo que sucedió fue algo distinto y aún más doloroso.
Cuando volví a casa, me encontré con mis padres con su asquerosas sonrisa que me hizo entender rápidamente lo que pensaban. Solamente me habían dejado "divertirme", pero jamás consideraron siquiera la idea de permitirme continuar con esa "estúpida idea". Dejaron bastante claro que no tenían ninguna clase de interés en que yo asistiera e hiciera algo relacionado con ese tema. Ya había acabado todo; "ya lo probaste, ahora déjalo". Por más que yo hubiera querido, no hubiera podido costear ni siquiera los libros que me pedían en el primer año, y el horario era demasiado exigente como para que pudiera trabajar de medio tiempo. Entonces se podría decir que lo entendí; por más que me doliera, para estar es un colegio científico hacía falta ser de una familia de dinero, alguien que fuera dueño de una de esas grandes casas que estaban cerca porque de otra forma simplemente no te daba tiempo de cumplir con todos los trabajos y alguien con dinero para pagar todo lo demás. Una persona que de varias formas, tuviera la capacidad de no tener que preocuparse de si va a comer hoy y que por lo tanto pudiera enfocarse solamente en eso.
También me dijeron que era más importante que siguiera dedicando mi tiempo a la iglesia que a una carrera científica, pero no quiero discutir eso.No me gusta decir que me rendí, pero lo hice. Después de haber estado luchando todo el día, todos los malditos días de mi vida; me rendí. Estaba tan cansado que simplemente me dejé caer. Como persona menor de edad en ese entonces, no podía luchar realmente contra mis padres y menos sabiendo que no tenía el dinero para empezar. Mi salud se deterioró aún más con los años siguientes y hubo momentos que mi memoria simplemente borró, así que ni siquiera estoy seguro de qué es lo que he estado haciendo desde entonces.
Aun recuerdo a esas personas, mis "amigos", diciéndome cosas el día de nuestra graduación de una forma que resultaba muy cruel para mí. "¿Cómo pudiste dejar pasar esa oportunidad?", "Si te quedas aquí solo estás desperdiciado tu tiempo" y muchas otras cosas más que ya no recuerdo muy bien. Solo les faltó decirme que era estúpido por no ser tan bueno como ellos; por no irme igual que ellos, cómo si en eso hubiera algún tipo de superioridad. Nunca se molestaron en pensar qué sentía yo, o por qué tomé la decisión que tuve que tomar. Yo ya me sentía demasiado miserable como para que alguien viniera a recordarme las razones de mi tristeza, cómo si tuvieran el derecho a hacerlo...
Solo recuerdo las risas y sonrisas de los otros jóvenes a mí alrededor, cuando ya estaba esperando irme; cuando ya mis padres me habían dado esa noticia. Se sintió como haber perdido lo más importante en mi vida mientras estaba rodeado de gente inocentemente inconsciente de mi pérdida y de todo lo que había tenido que pasar para llegar hasta ahí, solo para recibir esa noticia. Era tan solitario, tan triste que genuinamente mi vida ya no tiene mucho sentido desde entonces, solo me resigno a hacer lo que tengo que hacer. No quiero me que malentiendan, me esfuerzo todos los días para tratar de conseguirme un buen futuro y una buena vida, pero una sin sueños con Andrómeda y naves espaciales.
Aun me pregunto qué hubiera pasado si me hubiera negado a dejar pasar esa oportunidad. Usualmente pienso que seguramente me habría suicidado debido a la presión de la vida que ya había tenido que vivir más la de esas nuevas exigencias. Pero aún pienso que, en un mundo ideal, tal vez en otro mundo, yo podría estar volando como quería hacerlo de niño.
-El Barón.
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Memorias Del Estigma
CasualeSolo un conjunto de anécdotas y pensamientos de un pequeño grupo de personas que no se atreven a contar a nadie. Ya sea que estén hablando en monólogos o conversando entre sí, narran la historia de sus vidas mientras los demás escuchan. Cada uno ti...