Capítulo 6: Mi Mente Rota

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Es una historia graciosa, es una de esas cosas que no esperas que te pasen en primer lugar. Con un poco de suerte de hecho nunca pasan, pero a mí me pasan, y a estas alturas no me queda mas que tomarlo con humor. Es una de esas cosas con las lloras nerviosamente o te ríes, obviamente reírse es lo más barato, así que hoy me reiré un rato recordando también.

Hace algunos años cuando tenía unos 13 y estaba iniciando la secundaria yo tenía una vida muy saturada y monótona. Era levantarse temprano para irse al colegio, pasar todo el día ahí, volver a las 4:20 p.m a comer algo para volver a alistarme para otras clases extracurriculares, regresar hasta 7 de la noche aproximadamente, hacer la tarea o proyectos diseñados para hacerse entre 5 personas yo solo, y dormir.

Los días eran tan cansados e iguales entre sí que simplemente ya no sabía ni qué día de la semana era o a qué clase iba. Yo ya estaba lo suficientemente cansado con el casi divorcio de mis padres y todas sus peleas como para mantener ese ritmo de vida, además de todas las otras cosas que han venido sucediendo a lo largo de los años. Solía irme a dormir ya muy tarde haciendo trabajos o tratando de compensarme el esfuerzo de todo el día escuchando música. Pero entonces pasó algo con esa ecuación; empecé a padecer de insomnio, así que ya ni siquiera dormía. Haber dormido 5 eras era demasiado bueno para ser verdad.

Todos estos factores se mezclaron en la receta perfecta para que mi mente se empezara a romper o distorsionar. Empecé a olvidar todo; desde no saber si era de mañana o de tarde o si ya había hecho mis trabajos o incluso si había comido. La mayoría del tiempo era como una especie de zombie tratando de caminar sin desmayarse y no dejar que sus sentimientos interrumpieran su rutina.

Una noche finalmente sucedió. Estaba tratando de dormir como siempre, pero me sorprendió escuchar repentinamente a un gran grupo de gente hablando. Sonaba cómo si estuviera dentro de mi mente porque traté de cubrirme los oídos y simplemente no paraba. Rápidamente la ansiedad llegó y la paranoia era insoportable, pues escuchaba los susurros como si se estuvieran deslizando por mi habitación; a veces tan cerca de mí que mi espalda se encorvaba. No dormí esa noche.

Solo fue escalando, pues no tarde mucho en verlos durante el pleno día mientras estaba rodeado de gente. Estos seres que me acompañaban, o simplemente veía las cosas cómo no eran, como por ejemplo de repente ver mi ropa de otro color que no era el habitual. Me acostumbré tanto que hasta le puse nombres a algunos, aunque sinceramente me seguían dando miedo, para qué mentir. Pará ese momento mi estado mental y físico habían decaído tanto que realmente me costaba mantenerme lúcido y levantarme de mi silla ya era una tarea demasiado agotadora.

La más terrible de todas, por la escala que tuvo, fue una que ocurrió durante el día cuando estaba en el colegio. Ese día debía entregar 2 proyectos de materias distintas que daba un solo profesor, pero yo no lo recordaba, yo pensaba que solo era uno. De todos modos mi trabajo ya era mediocre por haberlo hecho yo solo mientras hacía todos los demás, así que ya iba con suficiente ansiedad como para estar sudando mientras esperabamos todos afuera del salón para que nos dejaran entrar. Entonces escuché a alguien decir algo cómo: "¿De qué vas a exponer en el proyecto de ****?". Bueno, no hace falta decir que en ese momento sentí que algo me golpeó en la cabeza y que quería salir corriendo y tirarme de algún lado. Yo ya no podía más con todas las cosas sucediendo en mi vida.

Antes de que lo supiera ya estaba llorando por toda la presión que sentía. Milagrosamente la gente no tiene tiempo de darse cuenta de qué sucede con otras personas además de ellas mismas, eso o yo tenía la vista con demasiadas lágrimas como para ver si alguien se dio cuenta. Cuando entré al salón, corrí hacia una esquina y me senté solo en lo que el profesor hablaba con otras personas. Me cubrí el rostro con las manos y traté de limpiarme la cara, pero cuando volví a abrirlos sentí aún algo peor que un golpe en la cabeza. A pesar de que habíamos entrado todos y que los asientos estaban todos ocupados; yo ya no veía a nadie ahí, ni siquiera escuchaba gente hablando, no escuchaba nada reconocible.

No sabría decir cuánto duró, me sentía tan aturdido que no sabría decir cuánto tiempo estuve frotándome la cara y tratando de dejar de ver los asientos vacíos. El cielo también se veía distinto, se veía como si fuera ya el atardecer o algo parecido. Eventualmente me rendí y hundí la cabeza en los brazos y me quedé muy quieto, como si estuviera tratando de procesar el pánico que sentía. Fue muy largo y yo solo sabía un par de cosas: quería gritar como desquiciado, gritar tan fuerte y dolorosamente como pudiera, quería morir. Tampoco sé qué tanto tiempo pasé así porque era como si yo ya no estuviera ahí, cómo si yo ya no fuera real.

Ni siquiera recuerdo bien cómo pasó, pero recuerdo que las muchachas en frente mío me preguntaron si estaba bien. Yo solo les hice unos gestos de cabeza y mano muy vagos, como si estuviera a punto de quedarme dormido. Traté de limpiarme el rostro a cómo pude, me levanté y caminé hacia el profesor; el seguía sentado hablando, así que no sé si estuvo hablando con esas personas por un buen rato o si todo ocurrió en muy poco tiempo.

Me sentía como un muñeco de trapo caminando, pero llegué hasta el escritorio y le dije algo cómo "me siento muy mal, necesito irme". Quién sabe qué cara me vio, pero debí verme terrible porque cuando volteó hacia mí se quedó plasmado por unos segundos considerables antes de levantarse repentinamente y recoger mi mochila. Recuerdo ver hombros al lado mío, como si yo hubiera interrumpido la conversación escabulliendome hasta el frente, pero mi cabeza estaba muy pesada como para querer compobarlo.

Recuerdo caminar a la salida tratando de taparme la cara y moviéndome casi que de lado para evitar ver a la gente. Cuando ya estaba afuera recuerdo que el profesor me preguntó algo y, aunque no recuerdo qué fue exactamente, recuerdo que le mostré algo que yo tenía en la mano. Aparentemente, en algún momento había sacado el proyecto que sí había hecho y lo había tenido en la mano todo ese tiempo, aunque ya estaba deformado por el agarre.

No sabría decir bien qué fue lo que pasó después. Le tuve que haber dicho algo acerca de mi situación, porque sé que terminé en la oficina de la asesora u orientadora del colegio en una sesión improvisada.
Pero esa es otra historia, y será contada en otra ocasión.
Aun no sé cómo me siento respecto a este tipo de cosas.

-El Caballero (mientras se ríe).

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