3.

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Sólo faltaban unos minutos, podría salir, correr a casa y abrazar a su hijo mientras ven películas animadas. Su tienda de ropa prosperaba, tenía planeado retomar sus estudios universitarios, claro que cuando Shoyo tuviera edad para entrar al jardín de niños y tuviera dinero seguro para pagar ambos estudios.

—Disculpa, ¿puedes decirme si te queda este, en otra talla? Tal vez mediana — El hombre frente a él sostenía un suéter color crema.

—Uhm, deje que revise— Fue a su pequeña bodega y rebuscó entre los suéteres de ese modelo—Lo siento, pero no me quedan más en ese color, hay mediano en el color negro.

Le pasó la prenda con una sonrisa amable, los clientes siempre se sentían cómodos y regresaban frecuentemente.

—Uhm, es que me gustaba el color crema, gracias de todos modos— devolvió el suéter.

—Tal vez la siguiente semana tenga en la talla que pide, puede regresar.

—Mientras puedes compensármelo— recargó sus brazos en el mostrador —Con una cita.

Sus mejillas se encendieron ante aquella propuesta, se sintió algo incómodo, porque no lo conocía de nada, miró el reloj en la pared y notó que era hora de cerrar.

—Mire la hora— el nerviosismo era evidente— Ya es tiempo de cerrar— Tomó sus cosas con prisa para poder irse—Le pido que salga, para que pueda cerrar.

El hombre soltó un pequeño bufido pero hizo caso, así pudo cerrar. Puso el candado en la malla y salió casi corriendo en dirección al departamento. Al llegar, se preocupó un poco por ver todo obscuro, pero se relajó cuando vio a su hijo sentado en la alfombra de la sala, mientras veía la televisión.

—Hey, ya llegué bebé— el niño giró su cabeza y sonrió al ver a su papá

—No hagas duido—dijo, puso su dedito en sus labios y señaló a Kuroo, quien estaba dormido en el sillón—Mamá está durmiendo.

—Ay, cariño, ven aquí— Shoyo se levantó del suelo y caminó en supuestas puntillas hasta estar frente a su padre—Ya te he dicho que Kuroo no es tu mamá, es tu tío.

—Pelo está todo el día conmigo, me da de comel y me enseña cosas— formó un puchero—Me quiede mucho, es como las mamás de la tele. —Kuroo se levantó, como si supiera que estaban hablando de él. —No me impolta si tú no estás casado con él, pada mí es mi mami.

—¿Estás teniendo esa conversación, de nuevo? — Ambos miraron al dueño de la casa, ya les había dicho que no le molestaba que Shoyo lo considerara su madre, pero parece que Kotaro todavía no entiende del todo lo que su hijo piensa.

—¿Verdad que eres mi mami? — Shoyo le miró con ojos acuosos.

—No sé si mami sea el término correcto, pero sí, creo que soy como tu mami.

—Kuroo, no me estás ayudando— Bokuto pasó su mano por su cara.

—Qué hay de malo, Shoyo me reconoce como una figura materna, tiene tres años, pero no es estúpido, no nos está shippeando.

—Dijiste una mala palabla— le señaló el tarro de malas palabras que había en la barra de la cocina.

—Lo siento pollito, enseguida meteré un billete en el tarro. — regresó su mirada a Bokuto—No está confundiendo nuestra relación, está diciendo que represento una figura materna para él.

Shoyo les miraba con los ojos enrojecidos por el llanto silencioso, comenzaba a pensar que tal vez sí estaba mal ver a Kuroo como su mamá.

—Bien, entonces sí, Kuroo es algo así como tu madre

Una sonrisa iluminada la carita del pequeño, abrazó a su padre y regresó corriendo al sillón.

—Deja de complicarte la vida, Kotaro— le apretó el hombro— Shoyo es un niño listo, no sólo ve caricaturas, le gustan los documentales, me pide que le enseñe a leer libros, todo porque dice que los cuentos con muchos dibujos son para bebés y él afirma que es un niño grande, sólo corrígelo cuando de verdad esté haciendo algo mal.

—Tienes razón, lo siento— suspiró— es sólo que es muy pequeño, no sé cómo sean los otros niños de su edad, pero algunas veces me asusta lo rápido que su mente se expande.

—Sigue siendo tu bebé, no te preocupes, incluso si sobre pasa tu inteligencia, siempre te verá como la persona más cool del mundo.

—Creo que sí eres una mamá.

—Cállate, sólo seré madre del pollito que está sentado en el sillón.

—Ya vengan, que Bambi no se va a vel solo

Ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora