13.

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No estaba seguro de lo que pasaba, sabía que algunas cosas eran imposibles de hacer, lo sabe porque lo ha aprendido, quien diría que es vísperas de su cumpleaños número cuatro, estaría cuestionándose muchas cosas.

Era obvio que el profesor Akaashi estaba tratando de robarle a su padre, lo supo desde que tenía impregnado su perfume en su ropa, fue más obvio por como mira a su padre, es como él mira los hot cakes que le hace Kuroo. No le gustaba sentir eso.

Tal vez si le daba a entender que no quería que estuviera en su familia, el hombre se alejaría. El plan era simple, sólo iba a dibujar a su familia y cuando el hombre se acercara a preguntar, expondría su pensar.

—¿Qué estás dibujando, Shoyo? — preguntó mientras se acuclillaba.

—A mi familia— le mostró la hoja— Mi mami y mi papi.

Akaashi miró la hoja, podía reconocer a quien decía que era su madre, era el hombre de cabello negro que le había abierto la puerta cuando fue a dejar a Shoyo.

—¿Es tu mami? — preguntó

—Sí, es mi mami—dibujó un corazón rojito al lado de Kuroo—Amo mucho a mi familia.

—Pero no están casados— mordió su lengua al momento, pero de cierta forma sus sentimientos estaban alborotados.

—¿Cómo sabe, profesor? — Le miró fijamente, tomó el dibujo y lo comenzó a doblar para guardarlo—No me importa que no estén casados, ellos son mi mami y mi papi, yo no voy a querer a alguien más, mi familia es hermosa como está.

Su experiencia trabajando con niños, le decía a Akaashi que sería difícil tratar de hacer que lo acepte como pareja de su padre, no lo eran todavía, pero esto dificultaba mucho las cosas.

(...)

Bokuto sentía que olvidaba algo, no estaba seguro de qué, había estado teniendo una semana difícil llena de exámenes y trabajos. No había podido ver a Akaashi, pero ese día se verían antes de regresar a su casa.

—Me alegra que nos veamos— tan pronto como llegó a la cafetería, Akaashi le abrazó—Hay algo que tengo que decirte— le tomó de las manos y las apretó entre las suyas—Hace unos días, Shoyo dibujó a su amada familia, pero estaba ese amigo tuyo y tú, él dice que no aceptará a nadie más en ella. —suspiró—Sé que no le has dicho que sales conmigo porque no hemos formalizado nada, pero sé que a tu hijo le va a costar, deberíamos dejarlo, lleva cuatro años viviendo solo contigo y tu amigo, estoy seguro de que es un factor que impide que acepte este tipo de cambio en su vida.

—No, no quiero que dejemos de vernos, hablaré con Shoyo, le explicaré que...

—¿Qué? no somos nada serio— le interrumpió.

—Sólo deja que arregle esto, estaremos juntos.

Se sentía molesto, la verdad no sabía qué decir exactamente, sus pensamientos estaban un poco confusos. Al llegar a su departamento vio a su hijo sentado en el piso de la sala, estaba armando un rompecabezas que no había visto antes, no le importó eso, simplemente se acercó a él y se paró frente a él de brazos cruzados.

—Te he dicho muchas veces que Kuroo no es tu madre, dejé que siguieras con eso, porque él dijo que no le hacía daño a nadie, pero no me gusta que confundas las cosas.

—¿Qué? — le miró confundido—No estoy confundiendo nada, Kuroo es mi mami.

—No somos una familia— su tono se elevó un poco.

—Sí, somos una familia, eres mi padre y Kuroo es mi madre, somos una familia.

—Shoyo, estoy saliendo con alguien, le pediré que sea mi novio y lo único que espero es que lo aceptes— frunció el entrecejo, la necedad de su hijo le estaba molestando.

—Ya sé que sales con alguien, soy un niño, pero no soy tonto— comenzó a llorar— No quiero que tengas novio, sólo debes quererme a mí y a mami.

—Entiende, Shoyo— le tomó por los hombros—No somos una familia.

—Sí somos— se soltó del agarre de su padre, se levantó—Kuroo es mi mamá y Tú eres mi papá. Somos una familia.

—De saber que esto resultaría así— frotó su frente— Sólo he tenido problemas.

—¿Papá? — Shoyo tenía ligeros espasmos por el llanto. —No tengas novio.

—No puedes tener el control de mi vida.

—Pero ya tienes una familia, mami Kuroo y tú eres papá.

—Ni siquiera soy tu papá.

—¡Kotaro Bokuto! —se giró para encontrarse con Kuroo, recién llegaba con una caja de pastel en las manos.

—¿No eres mi papá? — la voz temblorosa de Shoyo rompió el corazón de ambos hombres.

Quiso abrazarlo, pero antes de tocarlo, Shoyo corrió hasta encerrarse en la habitación de Kuroo.

—Que buen cumpleaños le diste a tu hijo— le empujó fuertemente hasta tirarlo al suelo, quería golpearlo, pero primero tenía que ver al pequeño pollito.

—Ah, era eso lo que olvidaba.

Ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora