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¿Tres años serán suficientes para poder quedarse un día completo con el hijo de tu novio? Akaashi no lo sabía pero se sentía muy nervioso, Shoyo ya tenía siete años, sus convivencias eran esporádicas, las conversaciones muy cortas, si bien el niño no lo odiaba, tampoco era que lo adorara. Shoyo no le gustaba la idea de salir con su padre cuando está con su novio, por ello es que prefiere quedarse en casa con Kuroo.

Pero la pareja ha tomado una decisión que va a afectar a Shoyo, de cierta forma, por ello Akaashi quiere tantear el terreno, llevar al niño a su casa es lo que se le ocurrió, Bokuto apoyó la idea y le dio ánimos para lograr el cometido.

El niño se encontraba sentado a su lado, iban en el coche que la pareja recién había comprado, el cual formaba parte del plan de vida. Shoyo estaba leyendo un libro en silencio, Akaashi se preguntaba si debería decir algo o al niño le parecería grosero que interrumpiera su lectura.

—Keiji— de alguna forma sintió un poco más de nervios—No es necesario que te fuerces— le escuchó decir—Puedo ver el sudor en tus manos.

Miró sus manos en el volante, es verdad que se veían un poco mojadas, suspiró tratando de calmarse, se cuestionó a sí mismo "¿quién es el adulto aquí?" Pues Shoyo se veía muy tranquilo. Llegaron a la casa, se bajó del auto y Shoyo le siguió.

—Pues este fin de semana sólo estaremos tú y yo— trató de sonar confiado, Shoyo miró la casa de un solo piso y luego a Akaashi, le dio una sonrisa dulce que relajó al mayor.

—Está bien— se paró detrás del carro y señaló la cajuela con su barbilla—¿Podrías abrir para que saque mi maleta? — Akaashi le abrió con el control y luego le ayudó a llevarla—¿Ya saben cuál va a ser mi habitación? Me gustaría pintarlo de rojo— Akaashi se quedó parado con la maleta en mano, Shoyo siguió caminando hacía el pórtico de la casa.

—¿Cómo sabes que queremos mudarnos juntos? — preguntó, con los nervios golpeando con fuerza.

—Tengo siete años, pero no soy tonto, además papá olvida que vivimos en un departamento con paredes como calca, yo escucho todo lo que hacen y sé que habló de esto con mi mamá— aclaró, siempre con un tono dulce—¿Me abres?

Akaashi se apresuró, mientras sentía que estar con Shoyo todo el fin de semana, iba a ser una aventura.

Ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora