10.

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Shoyo estaba viendo un documental sobre el pingüino rey, debería estar prestando atención, pero se sentía más curioso por sus padres, ambos estaban en el cuarto que compartía con su padre, parecían ocultar algo, no le gustaban los secretos, creía que su padre y él se contaban todo, eso hasta que no le habló sobre la mujer que se encontraron y lo que sea que estuvieran haciendo.

—Bebé— sacudió un poco su cabeza, miró a su padre que estaba frente a él—Voy a salir un rato, pero Kuroo está aquí, espero que vayas a dormir temprano.

—¿A dónde vas?

—Voy a hacer algo importante— Shoyo arrugó su nariz con disgusto.

Bokuto se levantó, acarició el cabello de su hijo y salió del departamento. Kuroo se sentó en el sillón.

—No es una mentira— dijo, más para sí mismo—Pero está escondiendo algo.

—¿Por qué crees eso? — pasó su brazo por detrás de la cabeza de Hinata, para poder atraerlo a su cuerpo.

—Porque olía a perfume, yo creo que lo importante que tiene que hacer, es algo diferente a lo que él quiso hacer que yo entendiera

—Algunas veces creo que eres un genio, deberíamos hacerte un examen de IQ— hizo que recargara la cabeza en su pecho.

—No, gracias— cerró los ojos dejando que su mamá le hiciera cariños—Sólo que me has enseñado muchas cosas.

—Bueno, siempre he creído que un niño es material potencial para hacer un mino Kuroo.

Shoyo soltó una pequeña risa, pero volvió a acurrucarse en silencio, los pingüinos en la tele ya no le llamaban la atención.

—Sabes mami, no me gusta que mi papá tenga otras cosas importantes.

Ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora