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Nico se despidió de los hijos de Boreas, con la promesa de visitarlos pronto. Los semidioses salieron del palacio de Boreas, ahora estaban de camino a Chicago. Nico voló alrededor de ellos, sin alejarse demasiado pero sin estar cerca, como lo había hecho cuando cuidaba a Percy, el pelinegro estaba tan perdido en sus pensamientos que antes de darse cuenta ya amanecía,

—¡No geniaaaaaaal!— el grito de Leo llamó la atención de Nico.

El pelinegro, voló hacia donde se suponía que estaban solo para ver a Leo cayendo. Nico se dirigió a donde estaba el hijo de Hefesto, lo tomó en sus brazos mientras el otro se retrocedía, hasta que reconoció a Nico. El mayor los guió hacia donde estaban Piper y Jason, al llegar junto a ellos una explosión se escuchó a sus espaldas.

Nico aterrizó junto a Jason, dejando a Leo a su lado, para luego guardar sus alas. Camino lejos de ellos, pero no lo suficiente para seguir escuchándolos.

—¿Qué pasó con el dragón?—Preguntó Piper —¿Dónde estamos?

—No sé con Festo. Él sólo se sacudió de lado como si golpeara un muro invisible y comenzó a caer— respondió Leo para luego señalar el logo en la pared. —...Supongo que nos estrellamos en Detroit.

—¿Qué tan lejos esta esto de Chicago?

—455 kilómetros— respondió Nico

—La cosa es, sin el dragón, estamos atrapados a viajar por tierra.— dijo Jason

—De ninguna manera—dijo Leo —No es seguro.

Nico podría sugerir viajar por sombras, ahora podía influir más, siguió escuchando la conversación,  se preguntó porque Piper quería asumir la culpa. Pudo entrar en la mente de la otra y buscar la verdad pero no estaría bien.

—Nico me acompaña— respondió Leo, haciendo que el pelinegro se acercara.

Ambos caminaron hasta llegar a donde ya hacia Festo. Nico miró a Leo subirse  al dragón, el castaño empezó a trabajar, lo escuchó murmurar una cosas. Nico se recargo contra un pared, con su mano en la empuñadura de su espada por si algún monstruo llegaba.

En un abrir y cerrar de ojos, Nico ya no estaba en aquellos baños en Detroit, estaba en una forga, Nico miró alrededor para ver a Hefesto mirándolo, Nico hizo una rápida reverencia.

—Señor Hefesto, para que me ha convocado?— pregunto Nico

—Mi hijo— respondió Hefesto acercandose a Nico —Afrodita me ha hablado de los sentimientos que ha empezado albergar por ti, como si todo sale bien su amor será más fuerte que cualquiera que haya visto.

Nico guardo silencio, jugueteando con sus dedos.

—No quiero que mi hijo sufra más.

—Haré todo lo que esté en mis manos para no lastimarlo, señor, lo juro por styx— un trueno se escuchó a lo lejos —Incluso sin el juramento nunca lo dañaría, es mi alma gemela.

—Almas gemelas se han hecho daño antes— mencionó Hefesto —Como se que eres lo suficientemente bueno para mi hijo?

—No lo sabe, pero pasare por el tártaro, lucharé contra dioses, gigantes, titanes y primordiales para mantener a Leo a salvo, para hacerlo sonreír— contesto Nico con un fuego en los ojos

—Incluso si el no te quiere a su lado?

—Incluso si es así— Nico dejo que una sonrisa se mostrara —No puedo decir que lo amo, apenas nos conocemos, pero se que lo haré, es increíble seria imposible no aprender amarlo.

—Se que es sentir el dolor de un amor no correspondido, solo no quiero que mi hijo sufra—Nico asintio —Confio en que cuidarás a mi hijo, Nico Di Angelo.

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