-¿Y te gusta? –preguntó, su mirada me desconcertaba ya que no sabía exactamente a qué se refería.
Asentí.
-¿Estás segura?
Volví a asentir, enrollé mis piernas en su cintura y él sonrió. Dejó un beso en mi hombro y otro en mi cuello mientras con una de sus manos guiaba su miembro a mi entrada. Cuando nuestras partes íntimas se tocaron, gemí fuerte.
-¿Preparada para tu segundo orgasmo? –murmuró y sentí como entraba. Clavé mis uñas en su espalda entonces.
-N-no te fr-frustr-tres s-sí n-no l-lo consi-igues –tartamudeé en un murmuro.
-Oh, nena –dijo con su voz completamente áspera. –Yo consigo todo lo que quiero, por eso estás aquí ahora y por eso tendrás tu segundo orgasmo pronto.
Su voz me volvió loca, era áspera, fuerte, varonil. Sus jadeos acompañados por su respiración entrecortada mientras hablaba afectaba a mis malditas hormonas y seguía sintiendo como me mojaba.
-Intentaré que te duela poco –gimió entrando. –Nena, estás muy estrecha.
Michael soltó un grito desgarrador que me incitó a empujarme contra él, cuando entró más en mí gemí y chillé fuerte porque me dolió. Él se movió de manera lenta, sabía que todavía no estaba dentro del todo.
Sus ojos me escrutaron con la mirada y le besé los labios, él gimió y yo mordí sus labios y le miré de manera traviesa. Michael soltó una risa y me sonrió, besó mis labios de nuevo mientras se empujaba. Lo estaba haciendo tan lento que me agobiaba, yo era de esas personas que prefería tener el dolor de golpe que lentamente. Me empujé fuerte contra él, un chillido se escapó de mis labios al igual que de los suyos.
Sonreí maliciosamente.
Estaba segura que podía encontrarle el placer a esto.
Michael empezó a salir de mí y besó mis labios de nuevo, era una sensación extraña. No era un dolor agudo, o quizá me había mentalizado tanto de que no me dolería que no me estaba doliendo bastante, pero era molesto. Aun así, me gustaba sentirlo dentro. Me gustaba ver su cara, me gustaba ver como se sentía en la gloria con cada empujón. Sabía que él intentaba hablar pero cada vez que abría la boca yo se la cerraba empujándome contra él y robándole gemidos fuertes, gritos.
-A-Abril…
Giré entorno a la cama y quedé encima, él me miró sorprendido y frunció el ceño pero le besé los labios y bajé mis besos por su torso mientras me movía sobre él, siguiendo las penetraciones. Michael se empujaba contra mí lo mejor que podía, sus manos se habían puesto en mis caderas y me mantenían fijamente, ayudándome a manejar sus embestidas.
Dolía, sí. Pero podía soportarlo.
-Oh, nena.
Michael gimió y yo gemí en respuesta, se incorporó un poco y se metió uno de mis pezones en su boca. Lo mordisqueó.
Oh, te vas a arrepentir de esto, Michael. Te juro que la próxima vez que tenga tu miembro en la boca te vas a arrepentir de esto.
-Estoy tan cerca nena –murmuró, miré el reloj que había al lado y llevábamos aproximadamente media hora desde que había decidido perder mi virginidad con él. –Pero esto no se ha acabado –dijo cogiéndome de las caderas y girando sobre mí. Yo volví a quedar debajo de él. Me besó los labios lentamente. –No hasta que tengas este orgasmo. No hasta que te deje sin caminar por meses.
Solté una pequeña risa que rápidamente se apagó cuando Michael se empujó contra mí brutalmente, chillé sintiendo como toda mi pelvis se cansaba y se destrozaba.