Yo, que era de esas que se estresaba súper rápido, pero hasta que no llegó la semana de la selectividad no supe realmente lo que era el estrés.
La verdad era que nunca había estudiado tanto como en esos días y mi media de nueve en bachillerato lo sabía. O sea, sí que había estudiado pero no con tanta preocupación. Es decir, tenía suerte de ser inteligente y captar las cosas rápido –solo si me ponía en serio, si no solo sabía ver pelusillas en el aire en clase-.
Mamá a Abril:
“¿Cómo ha ido el último?”
“Una cena esta noche para celebrarlo, cielo.”
Abril a Mamá:
“mamá, es whatsapp… no tienes que escribir tan ‘bien’…”
“¡Ooooooooooh! Genial, ¿en mi restaurante favorito?”
“y no uses punto, parece borde”
Mamá a Abril:
“nO, tÍa… Vamoshhhhh a ksa xk no sms rikos”
Abril a Mamá:
“he dicho que no escribas tan bien refiriéndome a mayúsculas Y PUNTOS, no que parezcas retrasada”
Mamá a Abril:
“Lo que pasa es que tienes una madre guay.”
“No me llames retrasada, Murray.”
“Traducción: ‘No, tía… Vamos a casa porque no somos ricos.”
“Y uso puntos.”
“Por algo existen.”
“No les hagas bullying.”
Abril a Mamá:
“dw.”
Mamá a Abril:
“Estúpida.”
Reí con el último whatsapp y sentí como me había relajado teniendo esa conversación con ella, lo agradecía enormemente.
Volví a mirar a mi móvil y llamé a Andrea, respondió a los tres tonos.
-Estoy por plaza Cataluña –le dije, después del examen había salido disparada sin pensar en nadie ni en nada. Solo tenía hambre. -¿Nos vemos en el McDonald’s?
-Sí, estoy haciendo cola ya –me dijo y supe, de alguna manera, que estaba sonriendo.
Me dirigí hacia el “restaurante” o lo que fuera y cuando la vi la abracé, recibiendo miradas fulminantes de personas porque creían que me estaba colando.
Imbéciles.
-¿Qué tal el último de todos?
-Creo que bien, no lo sé.
-¿Qué era?
-Historia –murmuré y dejé caer mi cabeza en su hombro mientras la fila iba avanzando. –Pero solo necesito dormir, llevo toda la semana que no he dormido absolutamente nada. A no ser que dormir sea dormir una hora, despertarse, volver a dormir otra hora y así…
Andrea asintió con la cabeza, lo que más me gustaba de ella era que siempre que le contaba algo me entendía perfectamente y por eso me gustaba que estuviera saliendo con mi hermano. Eran iguales, en ese sentido.
Al fin ella había encontrado a alguien, del género masculino y que no era gay, que comprendía el tema “fangirl” y lo apoyaba. De hecho, en semana santa le había regalado un viaje a Canadá para un concierto de Justin Bieber ya que ella le amaba. Mi hermano entendía que eran amores distintos y que no por eso le quería menos y cuando volvieron de allí lo único que dijo fue: “me encanta verla sonreír de esa manera cuando le mira, no estoy celoso pero me gustaría saber cómo hacerla sonreír así.”