-Dios, ¿no os duele la cabeza? –preguntó Laura levantándose.
-No –respondí con una sonrisa. –Te tengo que enseñar a beber.
-Habló –masculló y me sacó la lengua. Le preparé un vaso de leche y le di galletas. Laia estaba todavía dormida, pero esta vez en el sofá y Álex y Andrea estaban durmiendo en mi habitación todavía.
Quise reír muy fuerte por la situación, pero me contuve. Llevaba años esperando este momento y por fin había llegado. Al final sí que era cierto que la espera valía la pena.
Laura empezó a comer así que le di un ibuprofeno y me acerqué a Laia para asustarla, esta gritó como una loca y yo empecé a retorcerme de risa en el suelo.
Juventud divino tesoro.
-Gracias –murmuró Laura luego.
Ya había preparado el desayuno para todo el mundo, ahora solo era cuestión de que la gente empezara a despertarse y tal… Ya que Laia se había vuelto a dormir.
Laura estaba en mi casa, se estaba vistiendo y ninguna de las dos hablábamos desde la noche anterior. Nos la habíamos pasado escuchando canciones de 5SOS, casi no habíamos dormido por los nervios y ahora nos costaba hasta vestirnos.
Sentía como un hormigueo estaba por todo mi estómago, subía y bajaba y la piel se me ponía de gallina.
Me puse unos tejanos cortos altos y la camiseta la puse por dentro, dejando ver solo las frases. Mis vans negras sin calcetines dejaban ver mi tobillera de color marrón y azul. Me dejé el pelo suelto. Tenía puestos aros en las orejas, el más pequeño era el del lóbulo. Luego estaba el segundo agujero y los pendientes normales.
Delineé mis ojos y puse un poquito de colorete, sin ser excesivo básicamente porque íbamos a pasar calor e iba a ser terrible.
Laura iba vestida casi como yo pero ella llevaba unas botas negras militares y sus pantalones eran negros, pinté sus ojos y le sonreí no pudiendo gesticular palabra. Tuve que obligarla a desayunar algo, aunque fuera solo una galleta y salimos de casa porque habíamos quedado con Laia y Andrea para ir juntas.
-Me duele el estómago de los nervios –dijo Laia. –No he podido desayunar nada.
Andrea solo pudo asentir, sabía que estaba muy nerviosa.
-Os he traído comida para luego… O podemos ir al McDonald’s –sugerí con una sonrisa, sabiendo que iban a decir eso.
-¡Me cago en tu puta madre! Me encanta la camiseta –dijo Laia.
Sonreí no pudiendo ser capaz de decir nada.
-Esa frase es mítica, Luke me hace llorar –dijo Laura dramáticamente y se apoyó en mi hombro. –Siento que cuando llegue ahí, no voy a poder irme.
Todas asentimos, corroborando el sentimiento.
-Pensé en traer superglu y tirarme encima de ellos –dije riendo.
-¡Oh Dios, sí! –respondió Laia y chocamos nuestras manos. -¡¿Por qué no lo has traído?
-¿¡Crees que podía?! Con lo nerviosa que estoy casi me dejo la cabeza.
Y suerte que Laura se había encargado de llevar los discos y las pulseras que nos habíamos puesto en el metro. Iba a decir algo cuando el hombre nos dijo que pasáramos.
A medida que daba un paso hacia delante, sentía retortijones. Me fijaba en mi alrededor, había cientos de chicas. Algunas vestidas como ellos, otras normales y otras demasiado arregladas, intentando impresionar y aunque ese era el sueño de la mayoría era algo que no iba a suceder nunca.