-¡Mamá! Voy a la estación de tren porque viene Laura, ¿vale?
-¿Comeréis aquí? –me preguntó saliendo de su habitación.
-Hum… ¿Sí? Realmente no lo había pensado.
Mi madre soltó una pequeña carcajada.
-Lo suyo sería que comieras en algún sitio, por mí bien. Si queréis comer aquí, solo llámame.
-Existe whatsapp y no se paga –solté cogiendo mis llaves.
-Es lo mismo –se defendió ella.
-¡Usa bien tus técnicas de lenguaje!
Mi madre me lanzó una mirada asesina y luego rió, contagiándome su risa.
Salí de casa con mis pantalones cortos puestos, unas zapatillas con plataforma y una camiseta. Entré en el ascensor y me miré en el espejo. Tenía el pelo oscuro largo, por debajo del pecho. Las puntas estaban ligeramente decoloradas. Mis ojos eran verdes con toques azulados y miel, según le diera el sol. Estaban cubiertos por el eyeliner. Mi piel era blanquecina, ¡una guiri en potencia! Y mis labios eran carnosos.
Lo referente a mi cuerpo, era bajita. No llegaba al metro sesenta, de hecho no llegaba a metro cincuenta y cinco. Tenía unos pechos grandes y poco más. Tenía una constitución normal, no era una modelo pero me gustaba mi cuerpo. Nunca me habían gustado los cuerpos extremadamente delgados.
Salí de mi portal y prácticamente lo único que hice fue correr a la estación.
-¡Eres una tardona de mier…!
Me tiré encima de ella y la abracé.
-No sé cómo decirte que te quiero, ¿te quiero? ¡Te quiero! Eres la mejor amiga del mundo.
Se podía decir que en aquellos instantes, y estaba segura de que las personas de nuestro alrededor podían afirmarlo, era un koala. Sí, esos animales tan bonitos y pacíficos –vale que de pacífica no tengo nada- que se pasan el día enganchados en un árbol. Pues así estaba yo con Laura.
-¿Quieres quitarte de encima? –dijo ella pesadamente.
-No puedo. Tengo superglu en el cuerpo.
-¡¿Estás de coña, no?!
-Sí –dije riendo y bajando al suelo. –Pero me acabas de dar una idea para cuando vea a 5SOS.
Laura soltó una gran carcajada.
-A ver, tenemos que diseñar un plan para llamar su atención… -dije súper estresada, estaba más preocupada de cómo llamar su atención que de aprobar la selectividad. Lo que me pasaba era que necesitaba un puñetazo en la cara y volver a la realidad dónde las cosas y el mundo en general no era de color rosa.
¿Por qué se dice que cuándo algo es genial es de color rosa? Quiero decir, el rosa no me ha fascinado nunca ni nada por el estilo.
-¡La ropa! ¡Tienes que enseñar las tetas!
-Eh… No –dije calmada. –Eso es algo que ya verán luego. Luke, ya sabes que quiero decir –sonreí maléficamente.
Siempre había tenido una especie de debilidad hacia Luke, le veía tan dulce que se me caía el mundo cuando le veía sonreír. Bueno, en realidad a cualquier de ellos pero no sabía qué me pasaba con él. Y bueno, Michael era el otro que también me podía pero nadie como Luke.
-¡Ashton! –chilló ella de la nada.
-Ah, mi madre ha dicho que si quieres venir a comer a casa o vamos a comer por ahí.
