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Un tenue rocío mañanero se hizo presente durante unos escasos minutos, pero fue suficiente para ahorrarme el trabajo de regar las plantas y lo agradezco, no me sentía en condiciones para realizar esa actividad hoy.

Era domingo, muy húmedo para mi gusto y el olor a tierra mojada inundaba mis fosas nasales ocasionándome ganas de vomitar.

Me era molesto, pero podía soportarlo, esto no era nada.

―Hija ¿qué ocurre contigo? ¿qué te aflige tanto? ―pregunta mi abuela a mi lado.

Claro, ella con sus ojos acaramelados podía verme hasta el alma por más que intentase ocultársela. Si no le respondo probablemente se enojará conmigo y eso lo que menos deseo en estos momentos.

―Voy a cambiar de trabajo ―presiono mis rodillas contra mi pecho después de decir aquello― no es la gran cosa, sólo un pequeño cambio ―agrego mientras mantengo mi mirada perdida hacia el frente. En realidad, no sé lo que digo.

―¿Trabajo nuevo? ¿de qué será? ―indaga curiosa, esta vez puedo oír su voz casi como un susurro sobre mi oreja.

―Bailarina en un club ―respondo en voz baja, temerosa a que eso pueda decepcionarla― es por las noches así que tendré tiempo de hacer otras cosas ―no me atrevo a verla, no quiero saber su expresión.

Silencio...

Lo único que llena el lugar es el leve sonido de las hojas balanceándose de un lado a otro gracias al viento, viento helado ¿estamos entrando a otoño? Lo dudo.

―Si es lo que más te conviene entonces no hay problema ―contesta automática. Como lo pensé, está decepcionada― ¿cómo encontraste ese lugar?

―Un... ―callo al no saber la etiqueta adecuada para Ricky. Yo nunca lo he visto como un amigo o familiar, tampoco he sentido interés sexual por él― un conocido es el dueño, me propuso trabajar para él y acepté ―no miento, todo fue tan sencillo como se escuchaba. A veces me aterra la facilidad con que me salen las cosas, ya que así mismo desaparecen.

―Pero ¿por qué te ves tan decaída? Te gusta bailar, deberías estar saltando de la felicidad ―alzo los hombros como respuesta, no quiero hablar al respecto.

―¿Usted está bien? ―presiono con más fuerza mis piernas sobre mi pecho― ¿le está yendo bien en ese lugar? ―muerdo mi labio inferior con fuerza.

―Yo siempre estoy bien querida, no lo ves porque no lo deseas ―mi mordida se intensifica más al punto de romper mi labio haciéndolo sangrar un poco― ¿por qué no me miras? ―escondo mi rostro entre mis rodillas― Iveth... ―la ignoro antes de ponerme de pie y caminar hacia la puerta― sólo toma las decisiones que te den tranquilidad, y confía ―entro a la casa y cierro la puerta tras de mí con rapidez.

Presiono mi espalda contra esta y dejo caer mi peso hasta llegar al suelo.

Escucho como esos susurros vuelven a aparecer de la nada, por todas direcciones ocasionándome un intense mareo.

Cubro mis orejas con mis manos en un vano intento de acallar todo. Al final sólo logro que las voces se alcen más y torturen mi cabeza hasta hacerla palpitar de dolor.

Cállense ―susurro antes de dejarme caer por completo sobre suelo manteniendo una posición fetal.

...

Me encontraba parada en frente de la puerta principal. No sé precisamente cuanto tiempo llevaba aquí, pero sentía la necesidad de mantenerme en esta posición, como si con tan solo un movimiento inapropiado podría encaminarme directo a mi final.

Mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora