14

22 5 0
                                    

―¿En serio me darán tanto? ―pregunto dudosa al ver la considerable cantidad de números escritos sobre el pequeño papel celeste.

―Nunca te pagaron seguro, ni tuviste vacaciones o se te dio algún bono y según los términos del contrato eras merecedora a todo eso ―frunce el ceño― y podría jurar que no te pagó tu salario completo. Podrías demandarlo Iveth, te explotó laboralmente y no te recompensó en lo absoluto ―se cruza de brazos con una expresión de claro fastidio.

Siempre pensé que lo que ganaba era más que suficiente, no creí que merecía más.

¿Cómo no me pude dar cuenta?

Fui una ilusa.

Bueno, creo que, aunque lo haya sabido no habría hecho nada, en otro sitio no me iban a contratar, además mi abuela se veía emocionada de verme allí.

Supongo que fui algo conformista y sentimental.

―No quiero demandar a nadie, sólo quiero salir de ese lugar y ya ―centro mi vista sobre el suelo mientras recuerdos de Jordan llegan a mi cabeza.

―¿Por qué el apuro? ¿Alguien te hizo algo? ―se pone de pie y camina hasta mi posición― Iveth, si algo pasó no dudes en contarme, yo tomare las medidas que sean necesarias. No permitiré que nadie te haga daño otra vez ―dice mientras alza mi mentón y con eso logra que mire justamente sus brillosos ojos llenos de preocupación y algo de amenaza.

―No pasó nada, pero si me hicieron tantas injusticias ¿cómo se supone que pueda seguir allí? ―contesto casi en un susurro gracias a la cercanía que no había notado de nuestros rostros.

Estoy tan cerca que puedo notar uno que otro poro abierto y los pequeños lunares rojos que antes no había visto.

Él humedece sus labios despacio para después sonreír logrando con eso que los latidos dentro de mi pecho aumenten de a poco.

―No dejaré que te roben un centavo más, así que confía en mí, no tendrás que mover un dedo en este asunto ―da dos pasos hacia atrás y se sienta sobre su escritorio― ¿te parece si vamos al salón de ensayos? ―cambia radicalmente de tema mientras desabotona las mangas de su camisa rojo vino y empieza a doblarlas hasta que llegan a la altura de sus codos― como te dije antes, la capitana de uno de los grupos está ansiosa por verte y todos los días me pregunta por ti ―se vuelve a poner de pie― claro, si no estás preparada aún podemos ir otro día. No hay problemas con eso ―me regala una pequeña sonrisa de medio lado.

Pronto estaré trabajando con ellos, lo más obvio es que al menos conozca el entorno donde estaré por un largo tiempo. Aunque me asusta un poco volver a convivir con mujeres, ellas no me agradan del todo.

―Está bien, vamos ―alzo los hombros restándole importancia a la situación― pero no por mucho tiempo, debo ir a entregar la carta esa ―empezamos a caminar hacia la puerta de su oficina― además debo ir por a Lineth, si llego tarde a buscarla no me lo perdonare ―alzo la mano para abrir la perilla, pero él se me adelanta y la abre por mí para luego moverse a un lado y hacer una pequeña reverencia con la cabeza― A veces tu caballerosidad me descoloca ―camino hacia el pasillo.

―Algún día te acostumbrarás ―sonrío. Eso lo veo imposible― Y sí, no tardaremos mucho allá, sé que tienes cosas por hacer ―me cede el espacio para que empiece a bajar las escaleras― Y esa niña Lineth ¿te agrada mucho? No sé, nunca te imaginé de niñera ―pregunta curioso.

Ni yo me imaginé en esta situación, algunas veces ni me lo creo y me sorprende que no haya nadie lastimado físicamente aún.

―¿Crees que no tengo la capacidad para sostener otra vida? ―susurro mientras que, sin darme cuenta, toco mi vientre con suavidad.

Mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora