27

17 5 0
                                    

¿Estás lista? ―Pregunta Ricardo.

―Estoy nerviosa ―acuno mi mejilla sobre mi mano.

―Yo también lo estoy ―noto de reojo como su rostro se sonroja― Es la primera vez que pasaré un fin de semana con una chica ―dice en voz baja.

―También es la primera vez que paso el fin de semana con un chico que quiero ―dejo escapar una pequeña sonrisa.

Veo sus músculos tensarse y como el color de su rostro aumenta también, pero él no dice nada. Se limita a sonreír y empezar a conducir.

No sabía a donde nos dirigíamos y tampoco qué haríamos. Todo ese proceso lo había dejado en sus manos. Quería ver hasta donde llegaba su creatividad. Además, no tenía cabeza para pensar en esto, pero estoy casi segura que iremos a algún cine, cenaremos y luego me traerá a mi casa. En la mañana me buscará temprano y pasearemos durante todo el día.

Va a ser muy interesante.

A penas son las seis de la mañana y ya estábamos en camino. No sé si madrugamos porque queda muy lejos o porque él quería aprovechar el día lo máximo posible. Sea lo que fuese me hacía sentir bien, relajada.

Me siento un poco culpable por haberlo olvidado, si él no me lo hubiese mencionado anoche me habría limitado a dormir hasta el atardecer.

―Si quieres dormir puedes hacerlo ―comenta― ya que no te di tiempo para descansar.

―Tenemos el mismo horario, podrías quedarte dormido al volante. Quiero estar pendiente a ti.

Niega.

―Dormir no está en mi vocabulario ―sus ojeras me dejan eso en claro― además tengo esto ―me muestra un gran termo de aluminio.

―Café ―hago una mueca― tus dientes se pondrán amarillos.

―Los blanqueo una vez al año, por eso no hay problema ―parpadea con rapidez. Estoy segura que se muere de sueño, sólo espero que no terminemos en un sueño eterno.

―¿Adónde iremos? ―me estiro un poco― no has tomado el camino para salir de la ciudad.

―No saldremos de ella ―bosteza― sólo iremos a su límite.

¿Y qué se supone que hay allí?

Veo como él aprieta sus ojos y luego los masajea con una mano.

―Manejaré ―digo decidida― pon la dirección en el GPS y nos llevaré.

―¿Por qué esa idea ahora?

―No quiero morir ―confieso― tus ojos están muy rojos. No me importa si te tomas 5 litros de café, eso que haces no es sano ―lo volteo a ver― para ya Ricardo.

Él aprieta sus labios y obedece en silencio. Nos estacionamos en una esquina y lo veo colocar algo en su celular. Me bajo del auto y él hace lo mismo, en silencio cambiamos de lugares.

―Quería darte una sorpresa ―niega― tú tampoco has dormido nada, es más fácil que choquemos.

―Yo estoy acostumbrada a pasar semanas sin dormir ―pongo el auto en marcha― no es problema para mí.

―Y dices que mi estilo de vida no es sano.

Volteo los ojos.

―No lo es. Si tuviera la oportunidad obviamente dormiría por días, pero no puedo, no tengo esa bendición. En cambio, tú ―frunzo el ceño― no duermes por andar pensando en el trabajo y ya. No todo en la vida es trabajar ¿de qué te sirve tanto dinero si no lo gastas en nada y con nadie? ¿si murieras hoy estarías orgulloso de la vida que has llevado hasta ahora?

Mi DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora