Narrador omnisciente.
Mikasa Ackerman se estaba dirigiendo a un negocio donde vendían mujeres, más precisamente babygirls, estaba emocionada ya que en ese lugar ella esperaba encontrar al amor de su vida.
Treinta minutos después había llegado al local, bajo de su auto y entró al lugar.
Narra Mikasa.
Cuando entré en aquel negocio noté encima de mí la mirada de varias mujeres, unas con lujuria, otras con hambre, otras con duda, y así sucesivamente.
Con mi semblante serio me dirigí hacia la última caja registradora, donde se encontraba una jóven sonriendo. Al llegar me quite las gafas oscuras, dejando ver la cicatriz que tenía por debajo del ojo.
—Buenos días— saludé teniendo que bajar mi mirada para verla, ya que esta era de baja estatura.
—Buenos días, ¿Qué necesita?— respondió a mi saludo amablemente.
—Estaba buscando una babygirl— mencioné apoyando ambas manos sobre el mostrador, aún sosteniendo mi par de anteojos entre ellas.
—Está bien, ¿tiene alguna petición en especial o quisiera ver cuáles hay disponible?— dijo comenzando a teclear en su computadora.
—La verdad que no tengo idea alguna sobre el tema, ¿podría verlas?— consulté mordiendo mi labio un poco nerviosa.
—Por supuesto que si, dame un segundo— siguió tecleando, supongo que buscando el folleto con aquellas chicas, hasta que terminó —vení, pasa por acá.
Le di la vuelta rodeando el mostrador y me paré a su lado, bajando mi mirada hacia la pantalla comenzó a mostrarme un poco de ellas y a contarme un poco también.
Ninguna de las chicas o mujeres que ella me mostraba acaparaban mi atención, ninguna era la mujer que estaba buscando. Ninguna resaltaba en lo absoluto.
Hasta que en la pantalla apareció la que creí correcta, era simplemente magnífica, era hermosa. Su tez pálida, unos ojos azules maravillosos, unas hebras de pelo como el sol, una bella nariz pronunciada. Era increíble.
—Ella ¿Quién es?— aunque había formulado aquella oración, mi vista seguía sin poder separarse de ella.
—Su nombre es Annie Leonhart, es una de las más jóvenes aquí, apenas tiene 17 años. Aunque es hermosa, su actitud no lo es del todo. Ha pasado por varias personas que la han comprado y todas han pedido el reembolso, al parecer tiene apariencia de princesa pero es una bestia.
—Yo... La quiero a ella— dije duramente, no había dudas de que ella era la correcta.
—Usted... ¿Está segura?, No vaya a arrepentirse— dijo mirándome entre dudosa y sorprendida.
—Absolutamente, nada hará que me equivoque, la quiero— acomodando la bufanda que se hallaba alrededor de mi vuelo —¿Cuánto por ella?
—Un millón de dólares señora— mencionó mordiéndose el labio nerviosa.
—Está bien, la llevaré— volviendo al otro lado del mostrador mientras buscaba en mi billetera la tarjeta con fondos ilimitados que casi nunca utilizaba.
—Espero que usted pueda darle el amor que ella merece y necesita, no es una mala chica, solo nunca la han tratado como se merece— me dió una pequeña sonrisa tranquilizadora.
—Yo también espero lo mismo— antes de cobrar me explicó que debía firmar algo así como unos papeles de adopción, debido a que ella era menor de edad esto debía hacerse si o si. Más allá de ser un negocio ilegal, el papeleo se veía bastante real y verídico.
Cuando firmé los papeles y llené la ficha, me terminó de explicar todo y comprendí el proceso. Luego hizo la transacción y me acompañó hacia donde estaba ella.
Entramos por una puerta que se encontraba a su derecha y me guió por el pasillo, esto parecía más una casa que una especie de prostíbulo extraño. Las paredes eran de un tono azul-grisaceo y había pequeñas mesas con flores cada ciertos metros, además de piezas de arte en las paredes.
A cada lado de las paredes había puertas, todas enumeradas en orden. Llegamos hasta llegar a una de las primeras puertas, la número cuatro.
Se paró frente a la puerta y tocó la misma suavemente, esperando una respuesta del otro lado. Cuando una suave voz pronunció un "pase", la empleada dió media vuelta en mi dirección y me sonrió.
—Mucha suerte— pronunció antes de retirarse por donde vinimos.
Una vez me hallé sola en el extenso pasillo, agarré el picaporte y solté un suspiro antes de abrirla de par en par.
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Mommikasa
FanfictionMikasa estaba harta de sentirse sola, de modo romántico. Así que tomando un consejo de su mejor amiga, decide conseguirse alguien a quién mimar y querer. Exacto, una babygirl.