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Narra Mikasa

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Narra Mikasa.

Me llevaba bastante bien con Annie, hasta podría decirse que me podría llegar a enamorar de ella. Quisiera que pudiéramos avanzar un poco, podría hacerlo debido a que la compré y puedo hacer con ella lo que quiera. Pero eso va en contra de mis principios, así que intentaría enamorarla de buena forma. Quiero se ella se sienta segura y amada a mi lado, no quisiera hacer nada que ella no quisiese.

Eran las 9:00 A.m, hoy no trabajaba por lo que iría de compras con Annie. Me levanté mucho más tarde de lo normal.

Salí de la cama y me puse mis pantuflas, caminé en dirección al cuarto de Annie. Cuando llegué a su habitación entré sin tocar porque pensé que iba a estar dormida, pero grande fue mi sorpresa al ver a Annie medio desnuda mientras se cambiaba, quien al escuchar la puerta se dió vuelta enseguida intentando taparse con lo primero que encontró.

-SALÍ DE ACÁ- me gritó roja de la vergüenza.

-Lo siento, lo siento- dije cerrando la puerta roja de la vergüenza yo también, me apoyé en la puerta soltando un suspiro. Mire hacia abajo y ví como mini Ackerman se había despertado, maldije y me dirigí a tomar una ducha de agua fría. Cuando entré a la ducha me bañé, pero como no bajaba tuve que masturbarme pensando en la culpable de aquel problema, Annie.

Cuando terminé me arrepentí de haberlo hecho, pero en el momento lo disfruté demasiado.

Cuando salí sequé mi pelo, y fui al ropero a buscar que ropa ponerme. Elegí un pantalón negro elegante pero no tanto, una remera blanca de mangas largas, un pulover gris y arriba un saco abrigado, zapatos unos mocasines marrones y para finalizar mi inseparable bufanda roja.

Una vez lista, bajé y fui a la cocina para preparar el desayuno, pero me encontré con que Annie ya lo había preparado. Se veía muy rico.

-Buenos días- dije mientras iba al comedor.

-Buenos días- respondió ella en un tono avergonzado.

-Sobre lo que pasó hoy...lamento haber entrado sin tocar la puerta, pensé que estarías dormida y había ido a despertarte- dije bajando la cabeza un poco sonrojada.

-No pasa nada, es solo que me da vergüenza que me hayas visto desnuda-dijo la rubia sonrojada.

-Si, yo... Lo siento por eso.

-Nada nada, por cierto ¿qué haremos hoy?- dijo mientras ponía un plato enfrente de mi, este contenía un sánguche de huevo revuelto, jamón y queso, y al lado unos pedazos de manzana verde junto a un jugo de naranja.

-Que rico, gracias- dije sonriendole.

-No es nada- se sentó a mi lado y empezamos a desayunar.

-Sobre lo de hoy, vamos a ir de compras- dije mientras empezaba a comer.

-No me gusta ir de compras-dijo mientras se cruzaba de brazos.

-A mí tampoco, pero lo necesitas- dije mientras seguía comiendo.

-¿Por qué?- ella continuó comiendo también.

-Porque quiero comprarte ropa, Diakko necesita una casita y demás cosas que sé que necesitarás pero no tengo acá.

-Está bien, sólo voy por diakko- dijo ella tomando jugo.

-Me sirve- dije terminando de comer.

Esperé a que ella terminara de comer, y la obligué a ponerse un abrigo ya que hacía frío.

-No tengo abrigos.

-Otra cosa más que vamos a comprar.

-No quiero que gastes dinero en mí, no me hacen falta-dijo ella mordiéndose el labio.

-Ya te dije que no hagas eso, y lo hago porque quiero. Además, claro que los necesitás, hace un frío que pela afuera- la agarré de los hombros suavemente.

-Está bien, sólo no te excedas- dijo Annie suspirando.

-Vamos a mi cuarto y te presto algo para que te abrigues.

Narra Annie.

Mikasa me llevaba a rastras a su habitación para prestarme algo que me sirviera de abrigo.

Llegamos a la puerta al final del pasillo y entramos a la habitación, esta era realmente bonita. Bastante simple como el resto de la casa, cosa que me gustaba demasiado.

 Bastante simple como el resto de la casa, cosa que me gustaba demasiado

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(Hagamos como que en el ventanal hay un balcón)

Al entrar se dirigió al ropero, ví que tenía todo bien doblado y lo que estaba colgado estaba puesto por colores. Inspeccionó como iba vestida y sacó una campera tipo militar y me la pasó.

-Tomá, puede ser que te quede un poco grande-dijo Mikasa mientras me pasaba el abrigo.

-Gracias- cuando me la puse noté que me llegaba hasta la mitad de los muslos y un poco larga de las mangas.

-Te queda enorme- dijo acomodando los costados.

-Si, pero está bien- dije subiendo el cierre hasta la mitad.

-Bueno, ahora si vamos- salimos de la casa en dirección a la calle.

Antes de salir, Mikasa se aseguró de que llevara la billetera, las llaves de la casa y las llaves de su camioneta. Después de asegurarse que tenía todo consigo, salimos y subimos al vehículo.

 Después de asegurarse que tenía todo consigo, salimos y subimos al vehículo

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MommikasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora