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Narra Mikasa

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Narra Mikasa.

Me desperté cuando escuché el peor sonido que pudo haber sonado en ese momento, la alarma.

No estaba preparada mentalmente para el momento de despertarme, me dolía la cabeza, me punzaba y me latía.

Sabía que no había sido una buena idea de mi parte seguir el ridículo plan de Ymir de salir a tomar un día de semana, ¿para qué? Para tener que soportar la resaca, el dolor de cabeza y el sueño. Ya que nos habíamos dormido demasiado tarde y yo me tenía que levantar temprano para trabajar.

Además, aparte de tener un horrible dolor de cabeza, tenía todo el cuerpo entumecido debido a que estaba durmiendo en el sillón. Ahora que lo pienso, ¿Cómo llegué acá? ¿Y Annie? ¿Dónde fue a parar?, Me preocupé por un segundo, pero dejé de hacerlo cuando volví a caer en cuenta del horrible dolor de cabeza.

Decidí tranquilizarme un poco, por lo que con las inexistentes fuerzas que tenía en ese momento me senté en el sillón, estirando y desperezando mi cuerpo haciendo sonar varios de mis huesos debido al entumecimiento.

Me costó levantarme, pero cuando pude, fui en dirección a las escaleras para ir al segundo piso. Notando las llaves de la puerta y la camioneta tiradas encima de la mesa del comedor y en el suelo, ¿Cómo carajo llegamos hasta acá? No se acordaba de mucho, recuerda hasta los shots de Tequila que Ymir le había hecho ingerir y haber casi escupido por la nariz el alcohol. Ese era mi último recuerdo de la noche anterior, aunque estoy segura de que no consumí tanto como parece, unos cuantos vasos y otros cuantos shots.

Volviendo al tema, seguí subiendo las escaleras en dirección al baño ya que necesitaba bañarme para poder ir al trabajo. Cuando llegué a la segunda planta solté un quejido y me dirigí hacia la puerta de mi habitación, la cual ahora compartía con mi rubia. Llegué y abrí la puerta entrando mientras arrastraba los pies, sorprendiéndome al ver a Annie dormir desparramada en el medio de la cama.

La muy mala persona me había dejado en el sillón, durmiendo, SOLA, para poder dormir ella sola en la cama. Adolorida, con frío, sola, temerosa.

Medio ofendida me dirigí hasta el ropero para sacar ropa interior y volver en dirección al baño para al fin darme el tan merecido y querido baño que tanto necesitaba.

Terminé de desnudarme y procedí a meterme a la ducha, sintiendo el agua tibia desentumecer mis músculos y haciendo que termine de despertarme.

Duré unos minutos en la ducha, refrescando mi mente, relajandola, tratando de que el fuerte dolor de cabeza pasara. 

Cuando salí me puse la ropa interior y acomodé mi pelo y rostro, dirigiéndome nuevamente a la habitación a buscar la ropa del trabajo. Esta vez decidí ponerme una camisa color arena suelta y un pantalón de igual manera, ancho, pero de color negro.

Cuando estuve lista, preparé lo que necesitaba y me fui a trabajar.

Narrarles mi día en la oficina sería aburrido, así que vamos al momento donde regreso a mi casa varias horas después.

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