Capítulo 1

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Eran aproximadamente las 8:45 de la mañana cuando me desperté. Me había quedado completamente dormida, se suponía que yo debía de ingresar al colegio a las 7:15 de la mañana. Y probablemente llegaría a las nueve y media, lo cual significaría media falta. Tenía ganas de pegarme a mi misma. A las corridas me ponía el uniforme del colegio, luego me lave los dientes de forma "multiexpres" y corriendo fui hacia la puerta. Comencé a correr hasta la parada del colectivo, lo último que me faltaba era perderlo. Sin alimento en el estómago, sin líquido en el cuerpo, y corriendo seis cuadras, en cualquier momento iba a caer dura contra el suelo de cemento. Llegue a la esquina y el dichoso colectivo apareció. Una buena. Como lo había predicho, llegue a las 9:35hs. Al ingresar al salón mi profesora me dedico su famosa mirada, tan escalofriante que te hace olvidar tu nombre. Esta de más dicho que ya tenía una cruz con ella. Camine en silencio hasta mi banco, pero estaba ocupado por un muchacho. En otra circunstancia me hubiera quejado, pero como no podía busque otro asiento. Y así arranqué el año. Mal.
Otro día aburrido en el colegio, esperando sentada en el incómodo pupitre que se pasen las horas volando, pero como de costumbre las malditas agujas del reloj que se encontraba arriba del desgastado pizarrón jugaban en mi contra, parecía que cada segundo que pasaba retrasaba un minuto. Injusticia divina, lo se. Los minutos cada vez se hacían más largos, en vez de acabar de una maldita vez parecían un hielo que se iba derritiendo en invierno, algo imposible de ver con tus ojos, porque antes de que ocurriera el hecho ya habrías dejado este mundo. Después de lamentarme, y vagar por mi mente, escuche un pequeño timbre, el de la gloria. Había concluido esa angustiante hora con aquella bruja como profesora.
Apenas sono el timbre de salida me marche sin pensarlo dos veces, estaba bajando las escaleras a toda prisa cuando me lleve por delante a un idiota que no miraba por donde por caminaba, lo maldije con todas mis ansias dentro de mi fuero interno. El chico se dio vuelta, y cuando lo vi simplemente no supe que pensar, había algo en su mirada brillante que me cautivo; sus ojos tenían una expresión dulce en el centro pero en el contorno daban una sensación sumamente fría y manipuladora, la cual me hizo dar escalofríos, pero al mirar sus labios me olvide de hasta respirar.
- "Lo siento" - dijo con un tono arrogante, con eso término por caerme del todo mal -.
- La próxima mira por donde vas - respondí con un sutil y bien pronunciado tono sarcástico tratando de disimular lo mucho que me había chocado su atractivo -.
Me sonrió de forma irónica y se retiró. Toda la noche me quede pensando en el por el simple hecho de que el no era un estudiante del colegio, sería un alumno suponía. Seguí con mi vida normal, todo el fin de semana fue absurdamente vulgar, tampoco esperaba que nada interesante pasara pero las esperanzas nunca se pierden.

El lunes fue un día extraño y a la vez encantador, cuando entré al aula y me dirigí a mi pupitre, un joven estaba sentado en el de espaldas, el mismo que el otro día supongo, al cual no le había presentado ninguna queja ya que pase rápido al lado de él y no le preste atención porque no quería estar rindiendo aquella materia estúpida que era matemáticas.
- Perdona, ese es mi asiento - le dije con total cortesía. Cuando el chico se dio vuelta, era el, aquel animal bruto y arrogante que me lleve puesto en el pasillo.
- Mira quien vino a saludarme - respondió con ese tono que ya se me había hecho familiar y que ya comenzaba a odiar.
- Anda, vete - le dije de muy malas ganas -.
Él comenzó a reírse, mostrando una sonrisa hermosa con unos dientes sumamente perfectos. Jamás me había detenido a mirarle la sonrisa a un chico, pero la de el tenía algo especial. - Hay muchos asientos disponibles, agarra cualquiera de ellos - me dio la espalda, y en ese momento todo mi resentimiento hacia el volvió por suerte antes de que cometiera alguna tontería-.
Me tuve que sentar al lado de el, el único asiento libre de los que según el había muchos, maldito infeliz.

Otra hora desperdiciada de mi vida en un salón de dos por dos. Cuando término la clase fui a buscar a Romina, una de mis pocas amigas, y a veces creo que la única que de verdad tenia. No íbamos al mismo curso, sino que éramos vecinas, de ese modo nos conocimos un día en la vereda, cuando yo me caí de la bicicleta en el lodo y ella vino a ayudarme. La encontré en el comedor, sentada con Susana y Carla como siempre, me llevaba bien con ellas, hasta salía a pasear pero nunca las podría considerar tan amigas como mi querida Romina.
-Hola mafia - dije al sentarme con ellas tres -.
- Saben la nueva? - dijo en susurro Carla, la hora del chisme había llegado - dicen que hay un chico nuevo que esta increíble -.
-No sabía nada - dijo Romi - y de qué colegio viene?
- Nadie lo sabe, pareciera que su vida anterior a esta fuera un secreto de estado -.
- Tanto así? - pregunte y Carla asintió con su cabeza alborotada por sus rulos color fuego - y quién es? -
-Por lo que se va a tu clase, pensé que lo conocías - .
Y de pronto descubrí quien era el centro de los chismes, el animal bruto y arrogante.

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