A pesar de aquella extraña situación que había atravesado durante la mañana, el resto de día transcurrió normal. Primero la clase de literatura, la cual adoraba. Seguía con matemática, que siendo sincera, no era para nada de mis preferidas. Al contrario. Odiaba a la materia y a la profesora, aunque se me hiciera fácil, simplemente yo no era compatible con los números. Mis compañeras de vida eran las letras, las palabras, las frases, ellas me llenaban el alma. Unos simples números solo lograban fastidiarme.
Cuando llegó la hora del almuerzo, fui tranquila a ocupar mi lugar en la mesa reservada por la mafia. Sin embargo, cuando me estaba por sentar, no lo hice; ya que además de mis tres amigas, habían dos otras jovencitas, a las cuales yo no reconocí.
La que estaba hablando, muy apresurada y con mucho sentimiento en sus palabras, analizándolo bien, más que sentimiento, sólo estaba exagerando, era delgada, tenía una mirada perdida, una cabellera totalmente despeinada igual que la mía, nada más que morocha, a diferencia mía, que mi cabello era castaño oscuro. La otra mucha era bastante robusta, y no emitía ni una sola palabra, sólo asentía a lo que decía su compañera. Pude observar como mis amigas escuchaban atentamente lo que aquellas extrañas les estaban contando, mejor dicho, informando. Me senté en la punta, y comencé a comer, había decidido no meterme en la charla, los chismes de este mediocre colegio me aburrían. En el mundo existían muchos temas más interesantes para conversar o debatir, que si MissX se había acostado con MissD. Mi cuerpo agradecía cada pedazo de sándwich de pollo que ingresaba a mi cuerpo con devoción, no me había dado cuenta del hambre que tenía hasta aquél momento. Comí entretenida, hasta que escuche.
- Pobre Leonel - mire inmediatamente a la joven que había hablado, había sido la robustita, la cual nunca había hablado y cuando lo hizo, menciono a la bestia, y encima diciendo "pobre Leonel", bufé y ella me miro de forma extraña - Dije algo malo? - me preguntó.
- No entiendo porque dices eso - me explique con suma calma - para mi no es ningún pobre, al contrario -. -Escuchaste todo lo que hemos hablado? - negué con la cabeza-.
- Entonces si no escuchaste nada de lo que hemos dicho, por qué dices eso? - esa chica que apenas había conocido, me había regañado - Él no tiene la culpa de que su ex novia este perdida, fuera de si -.
- Yo se muy bien lo que oí, y vi su actitud, podrán decir lo que quieran, pero no me fió de él -.
-Para - Romi había levantando su mano derecha para que le prestásemos atención, no se sí nosotras solas o todos aquellos que se encontraban en aquel momento dando vueltas por el comedor - acaso viste que él le haya pegado? Porque si no viste nada es una acusación muy fuerte y sería amiga -.
- Reconozco que no vi nada, porque llegue a la escena después de haber oído el grito de la muchacha pero - comencé a defender mi argumento - vi su actitud, me pidió que me fuera de una manera desagradable, no van a poder cambiar lo que pienso - y de esa forma di punto final a mi discurso, no iba a hablar más sobre el tema.
- La verdad que es muy grave lo que estas pensando - me dijo Carla y comenzó con su lluvia de preguntas interminables - Cómo vas a pensar algo tan semejante de un chico que apenas conoces? Escuchaste un grito, esta bien, pero no viste nada, y lo acusas de esa forma. Aparte, y si es verdad que esa chica esta pérdida dentro de su mente, que está loca, que se le salieron los tornillos, que.. -.
- Se entendió Carla - gracias a Dios, Romi la frenó -.
- Lo siento, me deje llevar - dijo Carla mientras tragaba saliva - volviendo al tema, creo que deberías pedirle disculpas -.
En ese momento no aguante más. Me levanté violentamente de mi lugar, y fui a tirar el contenido de mi bandeja a la basura. Antes de que sonará el timbre me dirigí a mi salón para esperar que apareciera el pobre Leonel, no le iba a pedir disculpas. Eso si que no lo haría, no figuraba en mis planes ni por casualidad, sólo quería decirle unas cuantas verdades en la cara. Cinco minutos antes de que ingresará el profesor de filosofía por la puerta, Leonel se dignó a aparecer.
Paso al lado mío sin emitir sonido alguno, en vez de sentarse en su lugar, se sentó atrás mío. Me estaba provocando. Había llegado el momento indicado de cantar la dicha de la verdad.
Me di vuelta, lo mire y le sonreí.
- Que hermosa sonrisa tienes Estefania - me sonrió - se puede saber por qué esta sorpresiva muestra de afecto? - río.
- Afecto jamás - conteste firme - no lo se, déjame pensar, mm.. - mire al techo y luego lo mire - desprecio. Eso si .-
-Qué quieres? - me preguntó de forma cerca y directa -.
- Sólo quiero decirte unas cuantas verdades, sino es que te molesta-.
- Adelante - sonrió sin mostrar los dientes -.
-Yo se muy bien lo que oí, vi tu actitud, a mi no me engañas. Puedes hacer que los demás crean que eres el bueno de la película, pero yo se que no es así. Deja de crear rumores para salvar tu nombre, es patético - le sonreí. -
-Tú no sabes nada en verdad - puso lo ojos en blanco - puedes llegar a ser irritante - estaba a punto de contestarle pero me miro a los ojos de una forma tan intimidante y profunda, que tuve que desviar la mirada para parecer incómoda. Deteste hacer eso, quede como una débil delante de él, y siempre me mostraba fuerte, y con coraje cuando lo tenía que enfrentar - de verdad crees que tengo cara de ser un chico que anda por la vida inventando rumores estúpidos para salvarse su nombre? Ya me estas ofendiendo cada vez más - .
- No se de que tienes cara, pero yo estoy segura de lo que oí, y tengo una fuerte certeza de como eres. No me fió de ti, se que no eres bueno -.
- Mira si tu piensas que yo.. - se interrumpió, era muy obvio porque, pero yo en mi fase de furia me quede dura observándolo .-
- Señorita Estefania - cuando oí mi nombre pronunciado por los labios del profesor sentí que mi mundo se desplomaba, pero no me di vuelta, quede dura - ESTEFANIA! - y en ese momento cometí una estupidez tan gran como la mansión de un abogado de la mafia Italia que tiene sus cuentas de ahorros en las Islas Caimán. -
- QUÉ? - grite. -
Había recuperado la valentía y la locura, pero en el momento menos indicado .
- A dirección ya -.
Tome mi mochile y me fui caminando en completo silencio hasta el pasillo que se encontraba enfrente de la oficina del director, me senté en un sofá maldiciendone una y otra vez dentro de mi cabeza. No sabía como mi padre iba a reaccionar cuando lo llamarán del instituto.
Yo nunca había ido a la dirección, es más, nunca me habían llamado la atención. Ya me podía ver dos meses castigada, todo porque no pude controlar mi genio. Decidí esperar la condena con los ojos cerrados.
Llevaba más de quince minutos sentada en aquel viejo sofá, cuando siento unos pasos aproximandose hacia mi persona. Abrí los ojos, asustada creyendo que se trataba del director de la institución. Y sólo pude ver a una de las personas que menos deseaba tener cerca en ese momento.
-Qué haces acá Leonel? - pregunté sumamente irritada -.
- Te acompaño - me guiñó un ojo - ves, soy bueno. -.
- Idiota, eso veo que eres -.
- Tienes razón, muchas veces lo soy -.
- Me alegro de que lo admitas - le di una palmadita en el hombro - Ahora si no te importa, déjame en paz, ya tuve suficiente por hoy, por la semana y por el mes -.
- No me vas a preguntar que estoy haciendo aquí? - cerré los ojos para que se diera cuenta de que no quería conversar con él, pero siguió fastidiándome - hasta que no me preguntes no me voy a callar -.
- Bueno, por qué estas acá? -.
- Por defenderte - suspiro -.
- Qué? - lo mire atónita - es una broma cierto? -.
-Claro que es una broma, me dijo que si volvía a hablar en clase me iba a mandar con mi amiga, cuando obviamente nosotros no somos amigos y no podríamos serlo - se quedo un instante en silencio como si estuviera recordando - y yo no tuve mejor idea que pedirle a Esteban una hoja, de verdad, una hoja. Y como se ve que el profe quedo vulnerable por como le gritaste, se la agarro conmigo y aquí estoy.-
- Bárbaro - le conteste y allí término nuestra conversación -.
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Primavera
Teen FictionUna vez que puedas descubrir quien eres, podrás lograr lo que desees, eso si; te darás cuenta que la vida está llena de decisiones. Y que muchas veces por las difíciles que sean, hay que realizarlas.