Capítulo 8

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Me encontraba en un pasillo de la escuela, el día martes, esperando que Romina se encontrará conmigo; cuando pasa caminando un joven que yo desconocía, poseía una cabellera rubia deslumbrante, una mueca en su rostro lo acompañaba mientras el con el brazo derecho sostenía dos carpetas, no le quite la mirada de encima mientras caminaba delante mío.
Ese chico me había cautivado, fue una sensación parecida a la que tuve cuando vi los ojos cafés de Leonel, pero luego pasó lo que paso. La imagen no es todo.
- Hola, llamando a planeta Estefania - escuche que decían a mi lado - Nena! - era Romi haciéndome gestos para que le prestará atención, no había notado su llegada, ya que en mi mente está el chico desconocido-.
- Lo siento, está en otro lado -.
- Lo sé, te vi observando a Matías - me guiñó un ojo -.
- Se llama Matías? - pregunté tratando de ocultar el diminuto interés que sentía por saber su nombre -.
- Si, bueno, hoy me vas a acompañar a un lado especial - me tomo del brazo -.
- Qué? - pregunté - Adonde? Quiero saber, es tu deber informarme, yo como amiga tuya merezco saber que clase de tortura se avecina - suplique -.
- Silencio por favor - levantó una mano en alto para que me callará - sueles ser muy insoportable si quieres - puso los ojos en blanco, y me obligo a seguirla -.
"Sueles ser muy insoportable si quieres" esa frase me quedo resonando en mi mente, mientras ella me conducía por el sector izquierdo del colegio. Esa oración ya la había oído, pero con otras palabras, quería recordar pero no podía.
Romina empujó una puerta, e ingresamos a un enorme salón, tenía un pequeño escenario, y aproximadamente quince sillas colocadas formando un gran círculo. En el recinto solo estaban seis personas presentes, de las cuales cinco eran alumnos obviamente por el uniforme, y la sexta era un adulto. Cuando reconocí a la persona mayor, supe donde me había metido mi amiga.
Era el taller de filosofía, y el adulto el profesor Lopéz. Me solté del brazo de Romi, para irme por donde había venido, pero antes que logrará hacerlo, mi mirada se cruzó con la de Leonel; "Puedes llegar a ser muy irritante" me acorde de quien era ese comentario. Y de nuevo, lo deteste.

- Hola a todos - saludo Romina -.
- Señorita Lázaro trajo compañía - dijo el profesor mientras se sentaba en una de las sillas - tomen asiento por favor -.

Ya estaba allí, si me retiraba iba a quedar como una tonta y mal-educada adolescente. Comenzaron a llegar más personas, y antes de que me diera cuenta, sólo quedaba un asiento disponible. Insistí en que mi amiga se sentará en el, pero no hubo caso. Termine sentada completamente enfrente de Leonel y del profesor López, este pidió que hiciéramos silencio para poder comenzar con la clase, sin embargo el ruido de las patas metálicas de la silla que arrastraba Romina contra el piso, interrumpieron aquel silencio.

- De qué quieren hablar hoy? - preguntó el profesor observando a cada uno de los jóvenes presentes, pero nadie emitió ningún comentario - Están tímidos? - sonrió - la nueva - me miró - inicia el debate -.
- No lo creo - me sentía incómoda-.
- Entonces que haces aquí? - preguntó de forma directa -.
- Me trajeron a la fuerza, no sabía a donde me dirigía -.
- No sabías a donde te dirigías - comento López mientras jugaba con sus manos -.
- Exacto, al igual que en la vida - me tape la boca apenas lo dije-.
- Por qué lo dices? - me preguntó el profesor, pero esta vez había dejado quietas sus manos y me estaba observando con atención, esperando una respuesta inútil por lo que noté en su mirada. Claro, era la nueva.
- Porque no lo sabemos, no sabemos de donde venimos en realidad, es decir, el principio de todo en esta vida, el principio del universo nos es desconocido, solo creamos teorías e hipótesis, el ser humano no hace otra cosa que suponer. Supone que hay vida después de la muerte, que existe un Dios supremo, o que un alma puede alcanzar la iluminación, pero es todo suposición. Ya que una vez que una persona muere, listo, no la vuelves a ver ni hablar con ella, entonces quien te confirma esas creencias? Nadie. Cómo sabes a donde vas después de la muerte, y de dónde viniste? Pues no lo sabemos, y probablemente la humanidad nunca lo sepa - finalice mi discurso y respire, vi la aceptación del profesor en su mirada -.
- Bien dicho - dijo López -. De la nada, se escucho un aplauso.

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