- Hubiera dicho exactamente lo mismo de vos - dije mientras veía mis pies - Ya es tarde, debería irme - me levanté del suelo, comencé a caminar hacia la fiesta; para poder ubicarme y volver a mi casa. Me encontraba bastante perdida, mientras seguía con mi marcha, escuchaba los pasos de Leonel atrás mío.
- Tus zapatillas - susurró -. Se puso a caminar a mi lado, y me ofreció mis zapatillas; me había olvidado por completo que estaba descalza. Las tome, pero no me las puse.
Era una sensación linda estar caminando de noche por la calle, mientras soplaba un suave viento fresco que acariciaba mi rostro.
- Caminas descalza - comentó Leonel - me sigues sorprendiendo, por cierto, no se te da bien mentir -.
- Perdón? - no entendía a que se estaba refiriendo -.
- Dijiste que tuviste una pesadilla, y tanto tu voz como tu cara te delataron. Hubiera preferido el silencio, o la verdad, ante que la mentira. Con un "no quiero hablar" bastaba -.
- Ahora tu me sorprendes a mi - respondí - No quiero hablar, ahora fui sincera - dije mientras seguía caminando, pero pude escuchar que él había frenado - Qué pasa?- pregunté -.
- Te sorprendo - dijo, y me sonrió, otra vez esa sonrisa extraña, en ella no mostraba ni rencor ni ironía, no sabía que significaba - Me gustaría saber por qué te he sorprendido? - nos hallábamos a un metro y medio de distancia - Quiero hacer algo que está bien, pero seguramente te va a molestar - estaba explicando, pero no entendía que era aquello que me quiera explicar - tengo miedo de tu reacción, pero que es la vida sin riesgos - corrió hasta donde me encontraba yo parada.
Quedó enfrente mío, en ese instante me di cuenta de que me llevaba una cabeza y un poquito más de altura, me miró a los ojos. Se podía distinguir apenas el color café de sus ojos, yo estaba pensando lo peor.
Si el estaba pensando besarme, lo mejor sería una patada en la entrepierna; sin embargo, nunca he dado una, y tenía miedo de errar.
Estaba preparando mi pierna derecha, cuando el me abrazo.Me abrazo.
Quede congelada, no reaccione porque me había tomado de sorpresa, yo me encontraba en una especie de trance mental, paralizada.
Antes de darme cuenta, me encontraba correspondiéndole el abrazo a Leonel, con mi cabeza en su pecho llorando, las lágrimas salían con rabia de mis ojos.
Apreté fuerte con mis brazos a Leonel, en verdad necesitaba descargarme. Hasta ese momento no me di cuenta de lo triste que me sentía, el recuerdo de mi madre me había destrozado por dentro.
- Mejor? - me preguntó Leonel-.
- Si - respondí mientras me apartaba de él, y con las mangas de mi remera me secaba mi rostro, que se hallaba completamente humedecido - gracias -.Caminamos en silencio hasta la fiesta, había menos personas, pero el volumen seguía igual de fuerte. Me adentre en la multitud, buscando a mis amigas, a lo lejos divise a una cabellera colorada furiosa, supe que era Carla.
- Aquí me despido - dijo Leonel - perdón si te molesto el abrazo, creí que era necesario -.
- Lo necesitaba - susurré - adiós-.
Vi como el se perdía entre la gente, hasta desaparecer. Estaba apenas a un metro de distancia de la mafia.
- Chicas! - les grité, y ellas se dieron vuelta instantáneamente a mirarme -. Me reuní con ellas, estaba esperando una lluvia de preguntas, pero ellas no me interrogaron. Charlaban sobre cualquier tema, estaba complementa mente agradecida.
- Una vez que se le fue la borrachera a Car - me contó Su - fue y le pidió disculpas a Claudio - "el bombón" - hablaron, y adivina qué? -.
- No sé - sonreí y levanté las cejas -.
- Tal vez salgan un día de estos - dijo Su mientras le guiñaba un ojo a Carla -.
- Ser colorada te da oportunidades - comentó Romi mientras reía -.Llegué a mi casa a las cinco y cuarto de la mañana, entré en puntitas de pie tratando de no hacer ningún ruido, por más pequeño que fuere. La puerta de la habitación de mi hermano se encontraba abierta, y espíe para ver si dormía. Hacia aproximadamente dos días que no lo veía, se la pasaba metido en la universidad. Facundo se encontraba roncando como una bestia, abrazado a su almohada, y con los pies salidos de la cama. No pude evitar reírme.
Ingresé a mi cuarto, y me tire de un salto a mi cama. No me quite la ropa, ni me metí debajo de las cobijas, me dormí así como llegue a casa, y como me fui.Sentía que estaban gritando mi nombre, pero yo no reaccionaba; seguía durmiendo cómodamente en mi cama. De la nada, mi cuerpo comenzó a agitarse, se sacudía de un lado para el otro, "Facu me esta queriendo despertar" pensé y abrí los ojos. Allí se encontraba mi hermano con sus manos puestas en mis hombros.
- Carajo duermes como una morsa - tenía unas ojeras que caían hasta tocar sus pies - Papá ya puso la mesa, baja a comer -.
- Vale, vale - extendí las manos para que me ayudará a incorporarme. Mi cuerpo estaba duro, se ve que había dormido toda la noche en la misma posición. Facundo se quedo en el rincón izquierdo de la habitación esperando - Hermanito te podrías ir, necesito privacidad -.
- Eh? - me miro confundido, hasta que se dio cuenta - Claro, lo siento - salió de mi pieza, y en el transcurso de su caminata grito - dos minutos y vienes, no quiero ir a buscarte -,Odiaba cuando se comportaba como mi si fuera mi padre, aunque fuera mi hermano mayor eso no le daba título de nada. Además yo no era de las niñas problemáticas, no veía la necesidad de que mi hermano siempre que podía y no estaba con el hocico metido en su facultad, me quisiera controlar. Yo no iba a hacer nada malo ni a desaparecer, pero mi hermano era testarudo, al igual que yo.
Ambos teníamos un carácter muy fuerte, e ideas contradictorias, a mi gustaba el negro, a él el blanco, yo adoraba lo dulce, el amaba lo salado, para mi el fin no justificaba los medios, y para él si. Estaba segura que si a mi algún día se me ocurría pertenecer a la izquierda, el iba a meterse en la derecha. No era una relación muy fácil de llevar que digamos, pero yo prefería no discutir la mayoría de las veces, ya que pasábamos poco tiempo juntos, y no quería tirar ese minutos a la basura. Él era una de las pocas personas que tenía en mi vida, y a pesar de los malos ratos que hemos pasado, también hemos atravesado momentos difíciles, y oscuros, pero también instantes alegres, recuerdos bonitos de nuestra infancia, yo lo quiero y nunca voy a dejar de hacerlo. Por más loca que me ponga, es mi hermano, y así va a ser toda la vida.
- Estefania! - me grito desde la cocina Facundo -.
- Ya me cambié! - respondí gritándole-.Mi papá no había cocinado, claro que no, él depósito su fe en la pizzería del barrio. Cocinar le habría quitado demasiado tiempo, y como mi padre es un oficinista adicto al trabajo, hubiera sido sumamente extraño que perdiera horas cocinando.
Nadie quiso conversar durante el almuerzo, mi hermano se devoro dos porciones de la exquisita pizza de muzarella en menos de un minuto treinta segundos, supongo que ha batido su récord. Apenas terminamos de comer junte los platos como de costumbre, y los coloque en la mesada de la cocina, Facundo se levanto a traer los vasos y se ofreció a lavar los trastos; mi padre se despidió de nosotros y se fue a su dichoso trabajo.
Uno diría que esta mal que trabaje todo el tiempo, porque no pasa mucho tiempo con nosotros, pero creo que ese es su escape del recuerdo de mamá. Y cada uno tiene una forma distinta de vivir con el dolor, porque las pérdidas nunca se superan, sólo se aprende a convivir con ellas día a día.- Qué ha pasado de interesante esta semana? - me pregunto Facu mientras me alcanzaba un plato mojado para que lo secará, y guardará en la estantería de la parte superior -.
- El pajarito te llego con el cuento imagino - lo acusé a él y a mi padre - papá no me dio un sermón, y tu menos; estas avisado -.
- Pajarito? Yo diría águila - me reí - si, me entere - me alcanzo un vaso esta vez - tranquila que en esta oportunidad no hay sermones - le sonreí - he aprobado el parcial de álgebra - dijo con una enorme sonrisa -.
Otro detalle que demostraba la clara diferencia de pensamientos que poseíamos los hermanos Tenzer, mientras que yo amaba la filosofía, la literatura y la historia; la obsesión de él eran la física, la química y la matemática.
Él era igual que mi padre, y yo había salido con el carácter y la pasión de mi mamá, mis padres eran asquerosamente opuestos, y supongo que por eso terminaron completamente locos el uno por el otro.
- Te felicito, hace cuánto que no duermes? - le pregunte mientras secaba el vaso -.
- Eso no tiene importancia ahora, y te vi anoche cuando me espiabas pequeña intrusa -.El resto del fin de semana transcurrió como todos mis sábados y domingos, aburridos, deprimentes y sin sentido.
ESTÁS LEYENDO
Primavera
Novela JuvenilUna vez que puedas descubrir quien eres, podrás lograr lo que desees, eso si; te darás cuenta que la vida está llena de decisiones. Y que muchas veces por las difíciles que sean, hay que realizarlas.