Capítulo 9

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- Espero que consigas responder mi pregunta a fin de año - dijo mientras se sentaba en el suelo - siéntate y hazme compañía, creo que tenemos para rato y luego te van a doler las piernas si te quedas parada -.
- Ya que - comente y me senté a unos metros de él -.
- Qué te ha parecido el taller de filosofía? - pregunto -.
- Cuál es tu necesidad de querer iniciar una conversación? - dije molesta, no tenía ganas de hablar con nadie, y no soportaba la idea de que él se estuviera comportando de forma correcta conmigo -.
- Sólo quería que el tiempo transcurriera más rápido, pero está bien, no hablemos nada. Ponte tus malditos auriculares y vete a encerrarte en tu mundo - se acostó en el suelo -.
- Ya me cabreaste - dije apretando fuerte los dientes - quieres saber que me pareció el maldito taller de filosofía? Perfecto - me pare de golpe bruscamente, y quede parada al lado de su rostro; esto me daba una perspectiva desde arriba, me hacia sentir poderosa, me otorgaba el valor suficiente para decirle todo lo que me pasara por la cabeza - Una completa estupidez, primero, nadie quiere participar, para qué van? - estaba irritada, al borde extremó de caer en la histeria, algo extremadamente extraño para mi - segundo, la mayor parte de las personas allí presentes eran muchachas, y creo que de todas ellas sólo dos debían saber sumar - sonreí irónicamente - no entendía la presencia de aquellas tontas niñas en ese taller hasta que vi como te observaban, sólo van allí para coquetear contigo - puse los ojos en blanco y sople mi nariz - encima contigo, son unas hipócritas -.
- Qué hay de malo querer coquetear conmigo? - preguntó - Tu no me conoces, no sabes nada acerca de mi vida - dijo mientras se paraba y me hacia frente - Una vez que quiero ser amable contigo, me tratas así. Me harte, voy a dejar de intentar se bueno - agitó las manos en aire - eres irritante, crees tener la verdad en todo lo que dices pero no es así-.
- No soy así, tu tampoco me conoces - grite - porque simplemente no acabamos con esta charla estúpida y listo -.
- Bien - me respondió, y cruzo los brazos mientras me daba la espalda -.
- Perfecto - respondí -.

Pude escuchar el ruido del freno del colectivo, que estaba doblando por la esquina. Una vez en la vida tuve suerte, bendito colectivo; me iba a sacar de ese momento de porquería y me iba a trasladar hasta mi casa, tan sólo por cinco pesos, nunca estuve tan dichosa de pagar el boleto.
Hice señas para que el bus parará, me subí en el colectivo sin mirar a Leonel ni despedirme. Deseaba que ese joven estúpido y soberbio desapareciera, o con darle una fuerte cachetada me conformaría, pero como yo no era violencia era mejor irme en el transporte público con la frente en alto. Pagué el boleto, y me senté en un asiento libre al lado de la ventanilla que se hallaba al final del ómnibus. No tuve mejor idea que mirar por la ventana, allí se encontraba Leonel; me saludo haciendo un gesto con su mano.
Tanto me irrito que hiciera aquello, que le respondí el saludo irónico como si yo fuera una niña de cinco años. Levanté el dedo del medio de mi mano derecha, y le enseñé la lengua, a lo que él comenzó a reírse. Quería matarme, ese tonto e inmaduro impulso me había salido desde adentro, volví la vista hacia adelante y el colectivo arranco su marcha.
Una vez que estuve a dos cuadras del colegio, caí en la cuenta de que siempre que estaba con él yo actuaba de forma instintiva e impulsiva, cuando yo no era así. Solía controlarme bastante, menos ante una injusticia. Él me hacia sentir furiosa, invencible, irritada, cabreada y con locura, me hacia sentir con vida.
En pleno colectivo, había una madre con sus dos niños, un anciano, un grupo de chicos de doce años que volvían del colegio, y unos pares de personas más, entre todos ellos, una tonta adolescente de diecisiete años que media un metro sesenta, tenía una cabellera despeinada y desprolija, ojos celestes con mirada perdida y nariz fina y demasiado repingada para mi gusto, estaba a las carcajadas. Siendo la mira de todos los presentes en el ómnibus.
Esa muchacha era yo.

La canción que emitía mi celular cuando me estaban llamando, me saco de las risas. Busqué el pequeño aparto tecnológico en mi bolso, y atendí, sin observar quien era.
- Diga? -.
- Tefy soy yo - me sobresalte al reconocer la voz, no era normal que él me llamará y menos en este horario - dile a papá que hoy no iré a dormir casa, y probablemente mañana tampoco-.
- Pero qué? Paso algo? - me estaba asustando -.
- No es nada, sólo me quedo a dormir en el campus porque iré de fiesta con los muchachos - explico, y me calme bastante, aunque no me agradará la idea de fiesta universitaria que durará dos días seguidos - no le digas a papá esa parte, si? - susurró -.
- Ya lo se, te quedaste a estudiar más todavía - reí - Me debes una, y grande, cuídate, no hagas estupideces y necesitabas divertirte un rato - escuche una pequeña y débil risa de parte de mi hermano - aunque creo que necesitas una buena noche de descanso antes que salir -.
- Ya dormiré algún día, gracias hermanita preferida, saludos -.
- Preferida porque soy la única - le replique - adiós - escuche otra risa distraída y colgué -.

Cuando llegue a mi hogar, mi papá no había llegado aún, por lo que le contaría a la noche esa pequeña mentira por parte de mi hermano. Facundo no era de ocultarle cosas a nuestro padre, ni de salir, pero se había esforzado tanto con los últimos parciales que se merecía un poco de diversión, el mintió no por el hecho de que mi padre no lo dejará ir a un baile, sino porque a mi papá no le agradaban las fiestas dentro de la universidad.
Los bailes que se realizaban afuera del límite territorial universitario estaban aprobados, ya que los que se hacían dentro de los límites eran unos irrespetuosos. Como si el no hubiera participado de esas noches de locura juvenil cuando tenía la edad de mi hermano, pero se ve que cuando los adultos crecen olvidan como eran ellos a nuestra edad, olvidan que eran como nosotros, olvidan a su niño interno, y con ello, su juventud muere.

Estaba tirada en mi cama leyendo un cuento policial que nos habían encargado en el colegio para Literatura, cuando suena el timbre. Rápidamente mire la hora en mi celular, eran las siete y media pasadas, claramente mi papá no podía ser, ya que el poesía tres horarios, mediodía, a las cinco de la tarde y luego a las diez de la noche, a veces, inclusive llegaba a las once de la oficina. Otras ni venía.
Fui hasta la puerta, me sentía nerviosa, ya que estaba por oscurecer y yo me encontraba sola en casa.
- Quién es? - grité -.
- Yo tarada, abre la puerta - un alivio recorrió mi cuerpo al reconocer esa voz inconfundible -.
- Por qué no avisaste que venías?- le pregunte a Romi, ya que su costumbre era mandar siempre un mensaje avisando que venía, preguntando no, avisando -.
- Fue algo instantáneo, computadora ya - dijo de forma apurada mientras me empujaba hacia mi habitación -.
- Estoy perdida - le dije mientras marchábamos rumbo hacia mi computadora - ahí la tienes - le señale-.

Ella entro a mi pieza corriendo, prendió el cpu y espero impaciente que la computadora arrancará.
- Puedes decirme qué pasa? - pregunte, sentía demasiada curiosidad, digo, para que mi amiga venga a mi casa corriendo y de esa forma, era algo importante -.
- Ya lo vas a ver y no lo vas a poder creer - me aseguro mientras ingresaba a Google - a ver, donde estas querida página? - dijo mientras bajaba los resultados con el mousse - te encontré - grito como si acabará de obtener una victoria - ven a leer esto -.

Me acerque al monitor, lo que se hallaba en la pantalla era la página de un diario. Era una noticia vieja, llevaba ya dos años publicada. No me pareció nada extraño ni fuera de lugar, hasta que reconocí a la persona en la foto en blanco y negro. De forma veloz eleve la vista para leer que decía el titular de aquella noticia, me quede helada una vez que me di cuenta de que se trataba.
Romina tenía razón, no lo podía creer.


" JOVEN ADOLESCENTE DE 18 AÑOS ES INTERNADA EN HOSPITAL PSIQUIÁTRICO LUEGO DE UNA SERIE DE HECHOS ESCALOFRIANTES" decía el titular, la joven de la foto era la chica que había gritado, la supuesta ex novia de Leonel.

Me encontraba paralizada, era verdad lo que me habían dicho mis amigas, esa muchacha estaba loca, pero jamás me hubiera imaginado que era de esa manera. Continúe leyendo el artículo:

" Luego de la noche oscura y trágica del trece de abril, esta joven de dieciocho años llamada Julieta Agüero nunca volvió a ser la misma. El trágico desenlace que tuvieron personas cercanas a ella, familiares de la ex-pareja de la muchacha, hicieron que la vida de aquella joven tomara un rumbo completamente distinto. El incendio del granero de una propiedad que poseía la familia del ex-novio de Julieta en el campo, dejo un lista negra de aproximadamente seis muertos, en aquella se encontraban los padres y la hermana del muchacho, los padres de Julieta y un amigo de la familia. En el juicio realizado después de aquel lamentable suceso, se dictaminó que Julieta, (quien había iniciado el fuego) no se encontraba en un estado mental estable; por lo que fue confinada al hospital psiquiátrico en las afueras de la ciudad. Como verán en esta noticia no se ha dado el nombre del muchacho, ya que al joven se le cambió la identidad por su seguridad y bienestar."

Di dos pasos para atrás, mi mente no asimilaba toda la información que recibía, me tumbe en la cama y sople aire contenido. Romina se acostó al lado mío de un salto.
- Te dije que no lo ibas a poder a creer - comentó mi amiga -.

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