Capítulo 12

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- Ya llevamos una hora andando por la ruta - mi voz dejaba al descubierto una notoria preocupación - Podrías hacerme el humilde y pequeño favor de decirme a donde estamos yendo? Antes de que me agarré un ataque de histeria - acomode mi cuerpo en el asiento -.
- Nos queda poco - no me respondió, el y su maldita costumbre de evadir todas mis preguntas - sólo cinco minutos más y listo -.
Se desvió de la ruta número cuatro, y condujo por un sendero de tierra que se hallaba a la izquierda tan sólo unos minutos. Estaciono el vehículo, y me hizo señas de que bajará, "Genial, ahora me abandona en medio de un bosque" pensé.
- Iré contigo - como si hubiera leído mi pensamiento, sonrió - me estoy dando cuenta que cuando se trate de mi, primero haz de pensar lo malo, y después lo bueno, no? - no emití ningún comentario, me límite a salir del vehículo y punto -.
Comenzó a caminar hacia la profundidad del pequeño bosque, los árboles eran pinos todos iguales y de la misma altura, el aire era fresco, el suelo de tierra estaba cubierto por pequeños trozos de ramitas que quebraban cada vez que Leonel y yo dábamos un paso. Estaba tratando de recordar por donde habíamos venido, por suerte no eran más de tres metros.
- Bien - Leonel se sentó en el suelo - Hablemos -.
- Me trajiste al bosquecito porque no hay absolutamente nadie - afirme - ni nada - concluí -.
- No quería que nadie escuchara, te lo dije - me senté a su lado -.
- Te lo tomaste muy a pecho - me sonrió, de nuevo esa sonrisa extraña que no mostraba ningún sentimiento negativo, y eso me ponía inquieta - Bueno, cuéntame -.
- Claro - hizo una pausa y se paró de golpe - me olvide de sacar todo para el fuego -.
- Fuego? - di un pequeño saltito en mi lugar, ahora si que estaba bien asustada, la palabra "fuego" me hacia acordar a otra palabra llamada incendio, y aquello automáticamente estaba relacionado con Leonel -.
- Estefania! - dijo mi nombre serio, como si estuviera retando a una niña - Es para una fogata, no te voy a quemar viva, si eso te preocupa - fue hacia donde estaba el auto -.
"Si, justamente eso es lo que me preocupa" pensé, y me quede sola, en en medio de un bosque pequeño y poco luminoso, ese diminuto instante me dio paz.
Ante la repentina paz que había invadido mi cuerpo, y relajado mi mente de un ataque nervioso me deje caer en el suelo. No fue un contacto suave, como cuando te recuestas sobre césped fresco de primavera perfectamente cortado y acolchonado, este era seco, áspero, y las pequeñas fracciones rotas de las ramas débiles y diminutas que habían caído del árbol, me lastimaban los codos.
- Listo - escuche los pasos de Leonel atrás mío - Ya conseguí todo - dijo y dejo caer un bulto pesado contra el piso -.
Me incline para observar que había arrogado, y mi deducción había sido acertada, era una bolsa de basura negra, adentro de ella contenía pedazos de ramas, trozos de madera, diarios, y una caja de fósforos que Leonel dejo relucir en la luz del atardecer con una sonrisa en su rostro.
Recosté mi cabeza de nuevo en el hueco que había formado en la tierra, y cerré los ojos, dejando que el oxígeno ingresara y saliera lentamente de mis pulmones, saboree cada respiración, y agudice mi oído para escuchar los latidos de mi corazón, mi cuerpo estaba enteramente relajado, lo necesitaba, necesitaba estar tranquila ante todo lo que estaba por venir.
- Suficiente de siesta - comentó mi compañero en un intento de chiste fallido, pero su voz no tenía un ápice de gracia - Vamos a hablar -.
- Esta bien - dije mientras me incorporaba y quedaba sentada a menos de un metro de distancia de el - Cuando tu quieras -.
Leonel soltó una gran bocanada de aire, para librarse de los nervios, los miedos y la tensión he de creer, y se dispuso a comenzar la charla.

- Ella era vecina mía, me mude a vivir a su barrio cuando tenía trece, ella poseía mi misma edad - él observada el fuego arder con furia, la misma furia que seguramente invadía su ser - no conocía a nadie ni en la escuela, ni en el barrio, y ella un día se me acerco - sonrió con ironía - Fui un estúpido, los dos primeros años fuimos amigos, el tercero comenzamos a salir, y el cuarto ya éramos oficialmente una pareja - tiro una ramita que encontró en el suelo a la fogata - Todo era normal, hasta que la descubrí - me arrimé unos centímetros a él - Ella siempre decía que no podíamos estar en su cuarto por sus padres, pero esa no era la verdad - hizo una pausa para tragar saliva y así, poder continuar con su monólogo - un día, Julieta estaba en el baño y yo subí corriendo las escaleras sin hacer ruido y entré a su habitación, quería darle una sorpresa estúpida recostado en su cama, y casi me muero cuando ingrese a esa maldita pieza - se calló y río al observar mi rostro completamente concentrado en su historia, lo mire con desaprobación - lo siento, bueno, la desquiciada tenía su cuarto repleto de fotos mías, había una especie de montículo con cosas que le había regalado, se que las chicas guardan esas cosas, pero no es en una caja de zapatos oculta? - asentí con la boca entreabierta - tenía una campera mía que le había prestado una noche y que no me la devolvió, ella decía que no se la había prestado - bufo y movió la cabeza hacia los costados - tenía una caja de bombones vacías, y más cosas así, un paquete de palomitas la primera vez que fuimos al cine como amigos, sabes como se que era como amigos? - negué con la cabeza - Ella les había puesto etiquetas con las fechas de los sucesos para acordarse, me acuerdo que tome el paquete de palomitas totalmente viejo ya y leí un pequeño cuadrado rosa que tenía escrito "15/09/2012". Y ella ingreso, se puso a llorar y a gritar pidiendo que la perdone, que ella me amaba, yo ese día le deje bien en claro que no quería saber más nada con ella. Luego comenzó la caza, me perseguía todo el tiempo, tuvo que interferir la policía, las autoridades del colegio la expulsaron, todo iba de mal en peor - respiró, ahora venía lo peor -.

PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora