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DESDE SU inesperado encuentro con su niña de ojos dorados, Dabi había estado distraído durante varios días, tenía una presión en el pecho y una necesidad de querer volver a ver a Elaine. Estaba luchando contra sí mismo para no ceder a sus peticiones porque sabía que verla nuevamente sería como matarla, no le importaba Enji, tampoco sus demás hermanos, le daba igual si el héroe número dos sufría un ataque cardíaco al verlo vivo, pero no podría hacerle lo mismo a ella, no le importaba nadie más que Elaine.
Normalmente él no contaba los días o no estaba al tanto de las fechas, pero estaba consciente de que el cumpleaños del prodigio de Endeavor estaba a la vuelta de la esquina, al igual que el suyo, se preguntó si su niño amado seguiría los pasos del viejo, posiblemente sí, si había logrado que Elaine cumpliera su fracasado sueño, haría que Shoto lo superara a como dé lugar.
«Sigues siendo un maldito egoísta, Enji Todoroki» Pensó, apretando los dientes.
Touya se maldijo a él mismo cuando sus pies comenzaron a caminar en la dirección contraría a donde debería ir, estaba siguiendo su maldito corazón. No había que ser muy listo como para saber a dónde se dirigía, vestía con una gran gabardina negra con capucha, un gorro y un cubrebocas, de esa forma no llamaba la atención, en invierno la mayoría de las personas vestían de la misma manera a causa de las bajas temperaturas, pocas personas se podían dar el lujo de estar destapadas y una de ellas era Elaine.
Se paró a unos metros de la entrada de la UA, esperando oír el timbre que indicaba el final de las clases y no pasó mucho tiempo para que eso sucediera. Dabi no era una persona muy paciente y se desesperó un poco al notar que se estaba tardando demasiado, era fácil reconocer a Elaine entre una multitud de personas, especialmente porque es muy alta y mujeres de su estatura no se ven en Japón.
Touya divisó su figura en pocos segundos al verle salir acompañada de una muchacha más baja que ella, de cabello largo color blanco como la nieve y unos ojos azules como el cielo muy profundos, Kaede estaba abrigada de pies a cabeza a pesar de su alta resistencia al frío y se mantenía aferrada a Elaine por el calor que le transmitía. En cambio, la pelirroja vestía el uniforme como si fuese verano, incluso estaba sin el saco de la institución y sostenía su maletín con la mano libre que tenía. Dabi no despegó la vista de ella, la noche en donde la había salvado no había podido en fijarse en cuánto había cambiado, ya no llevaba el cabello corto, ahora era medianamente largo y usaba un bonito flequillo que enmarcaban los brillantes ojos que poseía y le encantaban lo felinos que eran.
— ¿Estás libre la próxima semana? — pregunta la albina mientras pasaban al lado de Touya.
— Los dos lunes de las próximas semanas no. — responde rápidamente mientras se detiene a unos metros del azabache, sacado su teléfono.
