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2008, Musutafu.
MUCHAS VECES había creído que los héroes eran personas maravillosas que daban su vida por salvar otras, pero no todo era como pensaba una chiquilla de seis años. Sí, había pasado un año desde su primera vez en aquella casa.
Entrenar con Touya era un martirio para ambos niños, Elaine tenía que atacar sin miedo de hacerle daño y él tenía que hacer lo mismo. Era algo que ambos no podían ignorar porque ninguno quería lastimar al otro, la pelirroja sabía que si era blanda con él, Enji le daría un entrenamiento más duro y se desquitaría con él.
Cada día que pasaba, veía el cuerpo de su amigo más y más deteriorado, tenía moretones en su rostro, cuello, piernas y brazos, sin contar la espada y su abdomen. Cada vez que ella intentaba preguntar qué había pasado, él le contestaba de forma seca diciéndole que no era asunto suyo o simplemente cambiando de tema.
Elaine no tenía permitido relacionarse con los hijos de Endeavor, sólo podía hacerlo con Shoto, ya que él sí era "digno" de estar con ella y viceversa, no era un fallo como sus demás hermanos. Ella no lo entendía, su inocencia e ignorancia le permitían no darse el lujo de lo que sucedía en esa casa, no era tonta, pero tampoco podía hacer nada por ellos, ¿Cómo una niña podría enfrentarse al héroe número dos? Sunshine le tenía pavor a Enji, a veces pensaba que podría ser la siguiente en ser golpeada si se equivocaba. Aunque él nunca lo hizo, de Enji Todoroki siempre recibió halagos y buenos tratos, además de costosos obsequios cada que se superaba a ella misma, era una hija para él.
— Suficiente. — ordenó el hombre, decepcionado. — Está claro que Touya no puede seguirte el ritmo, Elaine.
Ambos chiquillos se detuvieron, estaban jadeantes, con el sudor recorriendo sus cuerpos y con algunos golpes. El nombrado bajó la mirada con pesar, sintiendo las duras palabras de su padre sobre él, ella simplemente no supo qué decir así que se quedó en silencio mientras Touya era regañado.
