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Personaje(s): Caleb Stonewall/Fudou Akio vs Xavier Foster/ Hiroto Kiyama.
Ambientado en: au.
Advertencia: presencia de palabras malsonantes.
Nota: nombres en europeo.

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Desde que era pequeña le contaron que el amor era maravilloso, pero que también era una arma de doble filo

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Desde que era pequeña le contaron que el amor era maravilloso, pero que también era una arma de doble filo. Si te tocaba la parte suave, por lo menos tenías algo de suerte. Pero, si te tocaba la parte cortante, podías sentirte todo lo miserable que te diera la gana. Podrías chillar, patalear, llorar y romper cosas.

Annabeth realmente había vivido la parte suave del arma. Ella, de forma muy ingenua, creyó que su amor no tenía doble filo, que simplemente tenía una parte suave y agradable. Pero pronto se dio cuenta de que no era así. Que aquel chico le había mentido y le había ocultado la verdad de la forma más rastrera que podía haber.

La culpa había sido suya. ¿Realmente creía que ella podría cambiarlo? ¿Qué sería como la Bella y la Bestia? No, estaba claro que él sería una bestia toda su vida. O eso era lo que le había mostrado.

Ojalá pudiera decir que no chilló, pataleó, lloró y rompió nada, pero sería mentir y ella odiaba la mentira profundamente. Chilló hasta que su garganta dejó de emitir sonidos. Pataleó hasta que le dolieron las piernas y acabó sentada en el suelo. Lloró, hasta que sintió que se había quedado sin lágrimas para una buena temporada. Y rompió cosas. Todo lo que él le había dado, lo rompió en mil pedazos.

Pero igual que en la naturaleza, después de la tormenta llegó la calma. No estaba sola en su desgracia. Siempre podía contar con su mejor amiga, la pelirroja de ojos oscuros de demasiada energía, la peliceleste de ojos azules y clara obsesión por emparejar a todo lo que se movía, la peliverde de tranquila sonrisa que la apoyaba incluso desde el silencio y la peliazul de gafas rojas, quien le traía dulces para hacerlo todo un poco más fácil. Aunque no solo tenía a las chicas, también estaban los chicos. Cierto goleador de elemento fuego, el defensa de pelo gris y sonrisa amable, el enérgico portero de bandana, el estratega de capa, el surfista de enorme cabellera rosa, el velocista de coleta celeste, el peliverde de ojos oscuros y obsesión por los helados y, el pelirrojo de brillantes ojos verdes. No eran los únicos, pero sí los que más la apoyaran.

Junto a Axel Blaze —su mejor amigo de la infancia— y Nathan Swift —cualquiera le decía que no al insistente velocista— se anotó al gimnasio. Ninguno de los dos consideraba que le hiciera falta, pero Annabeth era testaruda y quería cambiar sus aires. Ni el rubio ni el peliceste quisieron que fuera sola —a veces eran como hermanos mayores sobreprotectores, y eso hacía que ella los adorara con toda su alma—. Jude Sharp le traía peluches, la mayoría con formas de animales, tratando de arrancarle sonrisas. Mark Evans la animaba a jugar al fútbol con ellos e incluso la alababa por lo rápido que mejoraba. Shawn Froste le hacía tazas de chocolate caliente, la llevaba a patinar sobre hielo y le prometía que pronto la llevaría a Hokkaido para hacer snowboard. Jordan Greenway se presentaba en su casa, con botes de helado y veían juntos cualquier serie o película que los hiciera llorar como magdalenas. Y Xavier Foster… bueno, él siempre le ofrecía su mano cuando se caía, la ayudaba a levantarse, incluso se tiraba a su lado si era necesario, le regalaba flores para hacerla sonreír y no dejaba de contarle cientos de miles de datos sobre el universo.

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