Inazuma Eleven One Shots ✓

019

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Personaje(s): jugadores Inazuma Japón. 
Ambientado en: línea original. Advertencia: palabras malsonantes y alusiones a consumo de sustancias dañinas, así como al suicidio.
Nota: nombres en europeo.

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Miraba a mi hermana mayor con gesto enfadado, mientras ella mantenía su estoica pose de siempre: el ceño levemente fruncido, los labios formando en una línea y sus brazos cruzados delante de su pecho. No se había movido de aquella pose desde que iniciamos la conversación.

—No entiendo por qué tengo que ir. —gruñí enfadada, haciendo gestos con los brazos para aliviar mis ganas de pegarle a cosas. —¿Me puedes explicar por qué mierda no puedo ir a tu equipo?

—Ya te lo he dicho, hermanita. —pronunció con voz calmada, aunque soltó un suspiro en medio de la oración. —Nadie sabe que existe, es solo una prueba que el entrenador Travis le quiere poner a Inazuma Japón.

—¿Y por qué no puedo ser yo la capitana? —cuestioné irritada, mientras notaba como me daba un tic en un ojo. —¿Por qué tiene que ser el pesado egocéntrico de Dave?

—Porque si fueras tú, no tendrías demasiada compasión con Inazuma Japón. —señaló con tono obvio, y en el fondo, como siempre, no se equivocaba conmigo. —Es una prueba la que le vamos a poner en cierto punto, no lesionarlos a todos.

—Bien, me uniré al estúpido Inazuma Japón. —escupí entre dientes, mirando hacia otro lado. —Pero no pienso ser ni un poco amable con él.

—Hermana...

—¡No! —gruñí, cortando su reproche, mientras la miraba con los ojos entrecerrados. —Si esto es alguna clase de prueba de padre para que nos llevemos bien, puedes mandarle una carta al talego diciéndole que se vaya olvidando. —apreté la mandíbula al ver algo en su mirada que me hacía saber que no iba desencaminada. —El cabeza tomate y yo nunca nos llevaremos bien, mucho menos como padre quiere.

Lina se me quedó mirando unos segundos, fijamente. Alcé la barbilla, manteniéndole la mirada. No sabría decir cuanto tiempo duramos así, pero ella fue quien apartó sus ojos de mí mientras suspiraba. Esbocé una sonrisa orgullosa.

—Intenta ser amable con los chicos, ¿sí? —habló, pero en el fondo me lo estaba pidiendo. —Muchos de ellos son del Raimon, y ellos no tienen la culpa de que te lleves mal con Xa...

—Ni se te ocurra llamarlo así. —bramé, de nuevo enfadada. Chirrié los dientes al ver cómo me llamaba. —¡Ni se te ocurra usar su nombre para ese cabeza de período! —respiré profundamente, para luego escupir: —Seguro que él se está retorciendo en su tumba porque le pusisteis su nombre a esa cabeza de tomate.