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Personaje: Gabriel García/ Kirino Ranmaru.
Ambientado en: línea Go.
Advertencia: nop.
Indicación: nombres en europeo.

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Por fin había llegado el día y, honestamente, no podía estar más emocionada

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Por fin había llegado el día y, honestamente, no podía estar más emocionada. Luego de haber estado becada en América era el momento de entrar en la secundaria japonesa en la que siempre había querido estar. Obviamente no conocía a nadie porque me había perdido el primer año, todos ya se conocían entre ellos, pero eso no me asustaba para nada. No tenía ningún problema para hacer amigos.

Lo cierto era que, lo que más ilusión me hacía era entrar en el equipo de fútbol del instituto. En América había jugado en un equipo muy fuerte, entrenado por uno de los mejores jugadores de dicho país. Aunque, teníamos mucho más en común de lo que se pudiera apreciar. Él tenía una parte japonesa muy presente y quizás por eso me había vigilado con ojo de halcón, pendiente de mí. él me había ayudado a ser libero.

Mi posición natural era en la defensa, pero siempre me había gustado ayudar a atacar. Incluso llegué a marcar más goles que alguno de mis compañeros delanteros en el equipo americano. No era por echarme flores, pero era realmente buena.

El caso era que estaba tan emocionada y nerviosa que no era ni capaz de peinarme de forma decente. La trenza no se quedaba como yo quería y eso me estaba frustrando. Por eso soltaba pequeños gruñidos de molestia.

Y quizás ese fue el motivo por el que mi hermano vino a mi cuarto.

No era por presumir pero mi hermano, mi hermano mayor, era el mejor del mundo. Me llevaba poco más de nueve años, aunque a veces llegaba a dudarlo. Éramos muy parecidos físicamente. Su pelo era del mismo color que el mío, un precioso azul celeste. Cuando tenía mi edad se lo recogía en una simple cola de caballo, y su flequillo le tapaba por completo un ojo. Ahora solo se recogía la mitad de la melena, aunque seguía tapando uno de sus ojos. Estos eran mucho más oscuros que los míos. Si los míos eran considerados color miel, los suyos eran más parecidos al color de la avellana. Mi hermano tenía unas facciones tan finas y delicadas que lo hacían bonito, sin duda. Y por ende, a mí.

—¿Necesitas ayuda, pequeña? —me preguntó desde la puerta.

—Por favor. —hice un puchero.

Sonrió, mientras entraba en mi habitación y caminaba hacia mí. Me quitó el cepillo de las manos y comenzó a peinar mi pelo, mientras lo observaba a través del espejo. Sin duda, tenía mucha más paciencia que yo, ya que me hizo una trenza de espiga, teniendo que pelearse en el camino con mis mechones rebeldes.

Inazuma Eleven One Shots ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora