SCHUBERT

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CAPÍTULO III

No olviden que la canción para escuchar el capítulo es The Immortal String Quintet de Schubert.

No olviden que la canción para escuchar el capítulo es The Immortal String Quintet de Schubert

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[EL JUEGO DE ALASKA]

La caminata se había extendido hasta las escaleras alfombradas; observaron los cuadros que colgaban de la pared y refunfuñaban maldiciones sin sentido hasta que llegaron a la puerta café que tenía pintada una cruz y un signo de interrogación.

Era la sala de Filosofía y Literatura, mi lugar favorito en todo el reformatorio, dentro de esas paredes mi mente fluía y se divertía. Era un ave libre, pero atrapado por cadenas invisibles, al igual que ahora en este cuarto.

—Quiero que todos entren y se sienten en silencio ¿Entendido?— dijo sor Claudia mientras abría la puerta y los dejaba pasar.

Ya sentados, le susurró algo a Sabrina en el oído y salió a paso lento de la sala cerrando la puerta detrás de ella.

—Disculpe —levantó la mano Benjamín —¿Estamos en problemas?

—Están todos sancionados con una tarde de reflexión para que comprendan la gravedad de la violencia entre compañeros —Benjamín bajó su cabeza sintiendo vergüenza y Camila le apretó el hombro en forma de apoyo.

La abadesa se dirigió al gran estante café que estaba al final de la sala y sacó 5 biblias, avanzó hasta el escritorio que estaba frente al gran pizarrón blanco, tomó varias hojas blancas y algunos lapiceros

—Les entregaré una biblia junto a un lapicero y algunas hojas, en ellas deberán de escribir sobre algún salmo que les haya llamado la atención del nuevo testamento y explicarán qué significa para ustedes o qué interpretan de él ¿Tienen alguna pregunta?

Había sonado calmada, no parecía enojada con ellos y eso les sorprendió, pero lo cierto es que sor Claudia era capaz de cambiar su cara y personalidad en todo momento y la única —y real— cara era la que usaba a la hora de llevar a los copos de nieve al escenario.

Aproveché de mirarles a través de las cámaras y escribí sus nombres en el resto de hojas que me quedaban, necesitaba analizarlos antes de cualquier cosa. No podía perder la oportunidad de ser salvado.

Tomás estaba sentado al final, Katherine de las primeras, Benjamín y Camila se sentaron uno al lado de otro al medio y Alaska en una esquina cerca de la ventana; cada uno la observaba de diferente forma, pero ante el silencio y la negación de cabeza de Benjamín fue suficiente para ella.

Sor Claudia acomodó sus lentes y les hizo la señal de la cruz en el aire, ya era hora de irse.

—Los dejaré aquí hasta la hora de almuerzo, no hagan maldades y que el espíritu santo esté con ustedes —se dispuso a avanzar hacia la puerta, pero un pequeño ruido la hizo sobresaltar y girándose sobre su propio eje comenzó a buscar con la mirada el aparato que tanto detestaba. 

CENTRO 232 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora