PRÓLOGO

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Terminé de escribir en el arrugado papel que tenía, lo deslicé bajo el diminuto espacio que había en la puerta y esperé a escuchar sus pasos; cuando los sentí me alivié, de seguro tomó el papel y ahora solo faltaba que lo entregara, todo había sal...

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Terminé de escribir en el arrugado papel que tenía, lo deslicé bajo el diminuto espacio que había en la puerta y esperé a escuchar sus pasos; cuando los sentí me alivié, de seguro tomó el papel y ahora solo faltaba que lo entregara, todo había salido bien, lo había logrado.

Cerré mis ojos y me dejé vencer por el sueño, pero entre mi cansancio y mis ganas de vivir pude ver como la puerta se abría ¿Lo logré? ¿Realmente iba a salir vivo de aquí? Quise sonreír, pero no pude porque ver su cuerpo me congeló completo y mis ganas de llorar me traicionaron.

—Qu-que has hecho —intenté de hablar, pero mis palabras no salían como yo quería.

Mis débiles ojos buscaban algún signo de vida en el cuerpo que estaba frente a mí, pero no había nada.

—Yo nada, yo jamás hago este tipo de atrocidades, a uno de ellos se le pasó la mano y pues... —le miró y torció su boca— pasó, nada que hacerle.

—No puede estar muerto, no él.

—Pues si lo está y es tu culpa, no debiste meterlo en esto ¿Comprendes lo qué hiciste?

—Lo mataste... ¡Lo mataste, maldito monstruo!

—No, estás equivocado —sonrió como solo el diablo sabe hacerlo— Tú lo mataste, todo esto que ha pasado es por tu culpa, por ser egoísta y malo

Empujó el cuerpo dentro del cuarto y arrugando el papel que había escrito me lo lanzó en la cara —Y no lo olvides, el diablo siempre gana por más que Dios quiera hacerle competencia.  

CENTRO 232 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora