CENTRO 232 [EN PAUSA]

MARIANELLI

CAPÍTULO VI

No olviden que la canción para leer el capítulo es Overture de Dario Marianelli.

[EL HOMBRE DE LA ESCOPETA]

— Y como les decía, el asunto de las drogas se me escapó de las manos y este tipo no tolero que yo vendiera mejor mercancía que él y se excusó en que era su zona.—

Seguía estando de brazos cruzados y sin sus zapatillas, su pelo negro estaba desordenado y tenía una mirada cansada; moría por fumarse un cigarro, jugar a las cartas y que su pantalón no oliera a desagüe, pero cualquiera de esas tres cosas era imposible en ese sitio.

El resto de los malportados continuaban sentados sobre los bloques escuchándolo y esperando a Camila, quien intentaba que cargara su canción en el celular. Llevaban aproximadamente una hora y media en ese sitio, habían intentado salir, pero el hombre de la escopeta dejó cerrada la puerta y estaban atrapados, pese a que gritaron nadie vino y optaron por continuar con el juego de Alaska.

Pero ¿Quién era el hombre de la escopeta y qué hacían encerrados? 

Para que entiendan mejor volvamos atrás un poco, exactamente al momento en que Tomás mojó sus pantalones y Katherine intentó arrematar contra una bestia peluda, así pueden reírse conmigo, porque no saben cuanto disfruté verles las caras de terror a estos muchachos. 

[1 hora y media antes]

—¡Todos quietos! Si dan un paso más les vuelo la cabeza —todos gritaron al escuchar esa voz un tanto tétrica que salió de sus espaldas. Se les erizó la piel al notar como recargaba lo que parecía ser una escopeta y uno de ellos mojó sus pantalones.

Me sentía como en una sala de cine, un poco pequeña y sucia, pero en mi mente era un sala de cine y  estaba viendo como el asesino está a punto de matar al más débil, pero del terror  que emanaba la cinta pasa a comedia y de la nada te das cuenta que estás viendo Scary Movie y no Scream.

—¡Vi karate kit cinco veces, si dispara le haré la gran Jaden Smith! Lo juro por mi serpiente— gritó Sabrina intentando de no sonar asustada, tenía sus puños apretados y el ceño fruncido. 

—Please, señor asesino, no dispare  que aún no estoy con la ropa de funeral ¡No puedo morir con este outffit! 

—¡Silencio! ¡Quiero que todos se arrodillen ahora y pongan sus manos detrás de su cabeza! —los malportados comenzaron a bajar lentamente hasta que sus rodillas tocaron el suelo y con cuidado pusieron sus manos detrás de la cabeza. 

Esto estaba mal, alguien debía de hacer algo, pero ¿Quién sería el héroe? 

—Me voy a morir, me estoy muriendo, me voy a morir, nos estamos muriendo —repetía una y otra vez Benjamín, mientras agarraba su cabeza y comenzaba a llorar —Querido Superman que estás en los cielos, alabado sea tu cuerpo, venga a mi tu superpoder, hágase tu voluntad Jerry Siegel y Joe Shuster en la tierra como en Kripton. Dame hoy la valen... —comenzó a murmurar la oración que siempre decía cada que estaba en problemas e intentó calmarse, pero le era imposible.