Dos

1.8K 219 48
                                    

Dio varias vueltas sobre la cama antes de dar por sentado que no podría conciliar el sueño. 

Encendió la lámpara de su alcoba y se decidió a bajar al sótano para tomar una de las piezas de madera que, con tanto empeño, había estado labrando en noches pasadas. Era la distracción para su insomnio. Vivía solo porque así lo quería. La soledad era más llevadera para él porque no gustaba de relacionarse demasiado. 

Llevaba una vida monótona y desabrida desde la muerte de su abuela. Era como si le hubieran arrebatado una parte de él mismo. 

Aún somnoliento, tomó una de las lijas para pulir los bordes de la madera. Con una navaja afilaba mientras con la lija se encargaba de redondear las partes que hicieran falta. 

Intentaba no pensar demasiado en los acontecimientos de hace unas semanas, pero lo cierto era que no podía sacar a aquel niñato de su mente. 

Naruto, se llamaba. Un chico huérfano y mudo. 

¿Cuán terrible sería para él pasar sus días sin la posibilidad de comunicarse verbalmente? 

Cada noche, después de su visita al orfanato, Sasori se había soñado a sí mismo siendo un niño, aferrándose a unas marionetas que su abuela había creado para él en reemplazo de sus padres. 

Pero ¿Por qué sentía que Naruto se le parecía de alguna manera? 

No había punto de comparación. Era solo un niño más del montón que había en el mundo. Un chico desafortunado y posiblemente infeliz.

-Mierda.

Dejó la navaja sobre la mesa al notar el corte que se había hecho en el dedo índice. Gruesas gotas carmesí escurrieron por su muñeca hasta alcanzar la pieza de madera. 

Recordaba claramente la expresión de asombro de Naruto cuando veía a las marionetas actuando sobre el escenario. Sus ojos brillosos, su amplia sonrisa.

Tenía que volver allí. De algún modo sentía que debía volver a verlo para poder continuar con su vida sin que su recuerdo siguiera atormentandole por las noches. 

Tomó un paño de la mesa y limpió los residuos de sus dedos antes de seguir con su labor. 

**

Cuando llegó al orfanato, no bajó inmediatamente de la camioneta, sino que, permaneció un largo rato en silencio, observando por el vidrio frontal, sin atreverse a dar el siguiente paso. 

En esta ocasión, Sasori había acudido sólo. Evidentemente no pensaba decir a sus compañeros que tenía previsto regresar al orfanato porque no tenía sentido. El no se presentaba dos veces en el mismo sitio, y menos acabado de realizar su show. 

Era una pérdida de tiempo. Y él odiaba desperdiciarlo. Así pues ¿A qué rayos esperaba?

-¿Puedo ayudarle en algo?

Su señal se hizo presente cuando una de las supervisoras se aproximó al coche, seguramente notando su indecisión. 

Más tranquilo, Sasori miró seriamente a la mujer de cortos cabellos negros. Shizune, si mal no recordaba. Ella le había mostrado parte de las instalaciones en su visita pasada. 

-Quisiera ver a la encargada. 

Abrió la puerta para bajarse y trató de hacerse el desentendido ante la expresión de sorpresa de la fémina. Esta se limitó a asentir con prontitud. 

-Sígame.

En silencio, Sasori caminó tras de ella. Pasaron por el recibidor y luego subieron las escaleras hasta llegar a la planta alta de la infraestructura. 

La puerta de la oficina estaba abierta pero, así y todo, Shizune se dispuso a anunciarse primero. 

-Adelante. 

Sasori dudó un instante en entrar al percatarse de la magnitud de sus acciones. 

¿Qué hacía allí en primer lugar?

Se miró la venda del dedo, rememorando las noches de insomnio y los escasos sueños extraños que tenía cuando finalmente caía rendido ante el cansancio. 

Entró, inseguro al comienzo. Tomó asiento frente al escritorio y situó su mirada en la imponente mujer rubia. 

-Quisiera ver los expedientes de los niños.

Tsunade, cómo indicaba el ornamento de cristal sobre la mesa, cruzó los dedos bajo su barbilla y sonrió con un dejó de extrañeza.

-A no ser que esté pensando en adoptar a uno, me temo que será imposible. 

Dubitativo, Sasori observó hacia la ventana de junto, allí se encontraba el patio donde los niños salían a jugar. 

No debía precipitarse hacia el cataclismo. Adoptar estaba totalmente fuera de sus intenciones e intereses actuales. Sentía que llevaba las de perder en la situación actual, ya que, solamente quería saber más sobre aquel chico.

-Naruto- dijo casi en un susurro. 

Tsunade se irguió sobre la silla, sus ojos se entrecerraron un poco. 

-Le he dicho que a no ser que esté pensando en adoptar...

Pero Sasori la ignoró por completo. 

-¿Cómo fue que llegó aquí?- interrumpió. Sin deseo alguno por mentir. El no quería adoptar. No se sentía para nada apto. Y tener un hijo no figuraba en sus planes futuros.

-Le diré- profirió secamente Tsunade. -Donde queda la salida.

Resignado, Sasori se puso de pie, y al hacerlo, recordó al chico una vez más. Su sonrisa complacida, sus gestos alegres, y su mirada...vacía. 

-¿Qué documentos necesito para convertirme en tutor legal?- quiso saber.

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora