Veintiuno

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Cuando Itachi abrió la puerta, se preparó mentalmente para responder a las múltiples interrogantes que predijo que le harían. Sin embargo, no anticipó que el inexpresivo pelirrojo lo empujaría del pecho, haciéndolo a ún lado para entrar a inspeccionar la casa bajo sus narices.

-¿Qué rayos haces?- intentó deternerlo al verle girar en el pasillo que conducía a las habitaciones. Tobi se había quedado mirando todo desde el sofá, manteniendo un silencio impropio en él que, Itachi agradeció internamente. -Es ilegal irrumpir en casa ajena.

-Tambien lo es mantener oculta a una persona de su tutor legal- respondió Sasori a la defensiva, entrando y saliendo de uno y otro cuarto, revisando hasta el último recoveco de la vivienda y extrañandose al no encontrar lo que buscaba.

¿Acaso se había equivocado en sus sospechas?

No. Uchiha no era tonto. Seguramente lo había llevado a otro lugar con la finalidad de mantenerle alejado de él.

Con gesto desdeñoso, azotó la última puerta y se volvió a grandes zancadas para tomar a Itachi del cuello de la camiseta, confrontando su impertérrita mirada con una de odio y desdén puro.

-¿Vas a decirme en dónde está Naruto o tendré que romperte los dientes uno a uno?- entornó los ojos al oír el aplauso proveniente a espaldas del Uchiha.

-Tobi también quiere participar en la riña.

De un manotazo, Itachi se libró del agarre. Frunció el ceño y se acicaló el rostro más por frustración que por cuestiones esteticas.

 -¿Qué le has hecho a Naruto? ¿Por qué no está contigo?- encaró decidió al marionetista, sosteniéndole a su vez la mirada 

-No tergiverses mi pregunta- gruñó, fastidiado, haciendo sonar sus nudillos en una obvia advertencia que no admitía réplica alguna.

Itachi suavizó un poco más el gesto al notar que no mentía.

-No he visto a Naruto. Pensé que estaba contigo. Se supone que tú lo cuides- y era verdad, por más que le dolieran los hechos, no podía deslindar la genuina responsabilidad del marionetista.

-Creí que acudiría contigo- Sasori resopló con renovadas ansias, andando prontamente hacia la salida, sin querer entrar en detalles. No era la primera vez que Naruto intentaba escapar de su casa, y sin embargo la culpa siempre recaía en él, por no saber comportarse a la altura de la situación. -Debe estar en algún sitio cercano- meditó las posibilidades al llegar a la puerta. Naruto no tenía más familia, y supuso erradamente que acudiría con Itachi.

Tal vez...

-El orfanato- razonó, ligeramente más aliviado de tener al menos un destino más al cuál recurrir. A sus espaldas, Itachi lo interceptó.

-Iré contigo- no era una pregunta, mucho menos una sugerencia, se trataba de una afirmación seria. -Quiero asegurarme de que se encuentre bien.

-Entonces búscalo por tu parte- lo cortó Sasori, renuente en cuanto a tener su compañía. Era por ese imbécil que habían surgido los problemas con Naruto en primer lugar. De no haberse sentido celoso y desplazado, no habría cambiado su desenvolvimiento con el rubio y, por consiguiente, Naruto no se habría marchado.

***

Le tomó unos minutos llegar. Y el alivio que experimentó al ver a Naruto sentado frente al escritorio fue apenas equiparable a la dicha de verlo sano y salvo.

-Naruto- caminó hacia él, intercalando su mirada con la conocida secretaria de cabello negro. Había intuido que Naruto acudiría a ese sitio a pedir orientación y ayuda porque era el único lugar que conocía. De no haberlo adoptado, ahora formaría parte de ese lugar, entre las decenas de niños huérfanos, en espera de un hogar. -Naruto, ¿Por qué escapaste?

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora