Perfectamente Imperfecto.

Ocho

Mientras descendían por las escaleras eléctricas, Naruto se aferró con mayor fuerza a la mano del mayor. 

-Esta bien.

Sasori intentó tranquilizarlo, aferrandolo con más firmeza al dar un paso fuera del escalón, atrayendo a Naruto hacía él.

El centro comercial no estaba tan abarrotado los días entre semana. Por ello había elegido el martes para hacer las respectivas compras. Sólo lo necesario. Mudas de ropa para el chico, artículos de aseo personal, y algo de despensa.

Ya había adquirido el medicamento para la alergia y también seguía consultando la guía telefónica ocasionalmente en pos de encontrar un buen colegio para inscribirlo. 

Estaba bien si se ausentaba unos días más de la empresa. Ya había dejado a cargo a un par de sus subordinados de confianza. Y realmente no quería verse en la necesidad de contratar una niñera. 

Camino a la salida, Sasori sintió un suave tirón en el costado de su pantalón. Se giró un poco para ver al chico que sostenía el cuadernillo en alto, con una corta misiva.

"Gracias"

**

Tenía un montón de trabajo. Se había atrasado tanto que, ahora no sabía por dónde comenzar. 

Archivos por clasificar, pedidos por cumplir, la producción se había atrasado, tal como Hidan le había advertido.

Estresado, miró al niño que yacía en el pequeño escritorio a su lado, comiendo una hamburguesa que le había comprado camino a la empresa. 

De nuevo tendría que pedirle a Konan ayuda...

Suspiró sonoramente, apoyándose en el respaldo. Jamás dejaba que el trabajo se le juntara de esa manera. Tenía la mente tan saturada que no podía pensar adecuadamente en lo que hacía.

Miró a Naruto de soslayo, preguntandose cómo sería la voz del chico. 

¿Cómo se oiría su risa? 

Últimamente no había hecho más que preocuparse por él, pero para poder acoplarlo debidamente a un colegio, sería más adecuado si Naruto pudiera hablar. Incluso resentiría menos adaptarse al ambiente escolar.

¿Sería posible?

Quizá debería consultarlo con un especialista. 

Tomó el grueso directorio telefónico y lo colocó junto a las decenas de papeles rezagados en la mesa.

**

Sentado en el sofá, Naruto miraba aterrado al médico que recién ingresaba al domicilio junto a Sasori.

Tomó su libreta para escribir rápidamente.

"Ya me siento, mejor. De verás"

Sasori, sin embargo, omitió el mensaje. Sabía que Naruto se refería a la alergia, pero en realidad había llevado al especialista porque necesitaba saber si no existía remedio alguno para el chico.

El médico, un hombre de la mediana edad, delgado, pálido y de larga cabellera oscura, que se había presentado con el nombre de Orochimaru, procedió a palpar el cuello del chico. Después hizo una breve inspección de su garganta.

-Podría tratarse de parálisis vocal- teorizó seriamente. -Habría que hacerle algunos estudios para determinarlo. 

Sasori asintió, pensativo.

-¿Hará falta una cirugía?- habría querido preguntárselo a solas, pero lo cierto era que tampoco quería ocultarle a Naruto cuál sería el procedimiento. Merecía estar al tanto de lo que conllevaba recuperar el habla. 

-No necesariamente- respondió Orochimaru, guardando los utensilios en su portafolios. -Existen métodos más eficaces. Impulsos eléctricos, por ejemplo.

Sasori negó con la cabeza. Aquello sonaba doloroso. Pero ¿No sería peor una intervención quirúrgica? 

Naruto se puso de pie rápidamente para entregarle la libreta a Sasori, con su opinión en ella.

"Si quiero"

-Lo pensaremos- expresó al médico, guiándolo a la puerta. No quería precipitarse nuevamente. Debía conocer los riesgos que aquello implicaba. Naruto ni siquiera tenía edad suficiente para tomar las desiciones por su cuenta. 

Cuando se devolvió sobre sus pasos, vio el semblante alicaído del chico. 

Lentamente, Sasori se sentó a su lado y lo tomó de los hombros para que lo mirara.

-Si existe una forma de devolverte la voz sin que te haga daño, la probaremos, ¿De acuerdo?

Naruto movió la cabeza arriba y abajo, luego se recostó en las piernas del mayor para evitar que se fuera. 

Los dedos de Sasori vacilaron un par de veces, antes de que por fin se animará a acariciar las hebras doradas del chico. 

¿Qué le hacía Naruto a sus pensamientos?

Sonrió ante semejante hilarancia. Cómo si el mismo fuera una marioneta que solamente podía ser doblegado por él.

La pregunta genuina era.

¿Qué hacía Naruto con su corazón?