Diescinueve

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Sasori se entretuvo largo rato contemplando la expresión rigída de su acompañante. Leyó en aquellos fríos labios un último y silente reproche.

Y rió con gratitud.

-Creo que, en efecto, estabas equivocado- estudió la turbada faz, en espera del típico estallido de indignación que daría lugar a una llana y superflua disputa en pos de vanagloriar un concepto propio del arte.

Pero no hubo tal cosa.

Por primera vez Deidara se quedaba callado, serio, contrariado. Una actitud impropia de él, una conducta que Sasori no había tenido la satisfacción de apreciar en muchísimo tiempo.

De algún modo pensó que el silencio le sentaba mejor al fanático de la pirotecnia y la arcilla. Deidara se notaba más centrado que nunca, atento, escuchando pero sin proferir queja alguna, siendo un mero espectador más ante el firme escrutinio de su interlocutor.

-No estarás molesto conmigo, ¿cierto?- Sasori dejó de pulir la fina hoja de metal que resplandecía bajo la mortecina luz del foco. -Te pedí que te mantuvieras al margen de mis asuntos, pero nunca escuchas-  esperó alguna replica al respecto y, al no oírla, se aproximó a uno de los anaqueles. Acomodó el banquillo y subió para bajar una de las cajas con herramientas. El tiempo apremiaba...

Luego de seleccionar algunos instrumentos, se paseó frente a Deidara, y torció un poco los labios en un gesto despectivo.

-¿Sigues sin compartir mi concepto del arte?- y sin darle tiempo a responder, prosiguió. -Existe un sinfín de cosas efímeras rodeandonos. Una explosión, la chispa que antecede a una llamarada, el estallido de una burbuja, el nacimiento de un brote, un objeto al romperse. Y sin embargo englobas todo ello como un momento único e irrepetible. En eso se basa tu arte, un criterio tan simplón y erróneo que no merece ser tomado en consideración.

Sasori rió por la inexpresividad del rostro ajeno. Le resultaba tan amena la quietud y actitud solícita del otro, que decidió explayarse un poco.

-En cambio hay cosas que superan la barrera del tiempo y prevalecen intactas y hermosas. Puedes verlo en las nubes que surcan diariamente el firmamento, en la raza humana que se extiende día con día- se interrumpió para sonreír autosuficiente. -Es lo eterno aquello que merece la pena apreciar. De qué sirve idolatrar lo efímero si esta destinado a desaparecer en un breve lapso de tiempo. ¿Qué no daría yo por permanecer indemne al paso de las estaciones?, ¿te ríes de mi acaso, Deidara?...¿es tu ingenuidad lo que te impide ver más allá de mi banal e insípida perorata?, y yo que creí que te alegrarías de verme de nuevo- hizo una pausa y retomó su caminata. -¿Es que me he equivocado al escucharte?, porque me pareció haberte oído decir semanas atrás que te postrarías ante mi si con eso podíamos estar juntos una vez más...

-¿Sasori?- el interpelado se tensó al oír los golpes contra la puerta. Se volvió hacia Deidara y realizó una simple seña para que guardara silencio, después fue hasta la puerta, la entreabrió y una sonrisa irónica delineó sus labios al ver a Naruto con una charola en las manos. -Tienes mucho rato ahí, de veras. Asi que te hice unos emparedados para comer.

Sasori salió cautelosamente de frente, cerró la puerta tras de sí sin siquiera mirar atrás, y tomó la bandeja para luego acariciar el rostro acanelado de su primer y único amor.

-Lamento haberte hecho esperar. Iré en unos minutos- se encaminó al comedor para poner la charola sobre la mesa y se inclinó para atrapar los dulces labios del menor en un apasionado y lujurioso beso que fue correspondido al instante. -Te quiero.

Naruto sonrió ampliamente y abrazándose al cuello de Sasori, susurró.

-Yo tambien- depositó un beso casto en su mejilla.

Sasori reprimió las ansias por seguirlo besando, contra la nevera o sobre la mesa, como venía haciendo día con día, y en cambio, se dirigió de vuelta al estudio.

El silencio apremió su llegada. Sasori reparó en que su visitante seguía aguardando pacientemente por él. Caminó en esa dirección y se sentó junto a Deidara para contemplar absorto su inmaculada faz.

-El arte es eterno- acarició su mejilla y sonrió con brío. -Igual que tú, Deidara.

La marioneta cayó con un golpe seco, esparciendo diminutas gotas de sangre por doquier. Sasori suspiró por el desastre.

Ya habría tiempo de limpiarlo.

***

Naruto esperó nervioso a que el pelirrojo saliera de su estudio. Sasori se comportaba algo extraño últimamente, pero suponía que era de esperarse al desconocer la situación que lo involucraba. Además Itachi no había dejado de enviar citarorios legales que los inmiscuían a ambos.

Muy pronto no podrían seguir aparentando que no ocurría nada.

Cuando el marionetista dijo que tomaría un baño, Naruto le respondió con una cándida sonrisa que dormiría un poco. 

En cuanto oyó el sonido de la regadera, se precipitó hacia su recámara por un abrigo. Abrió con sigilo la puerta y se escabulló a la oscuridad de la noche en espera de más respuestas.

**

Cuando llegó al centro comercial, Itachi ya lo estaba esperando en la entrada. Naruto tomó una bocanada de aire y pensó que era lo correcto averiguar de una vez por todas qué era lo que pretendía Itachi.

Sus sentimientos no iban a cambiar en lo más mínimo, pero estaba harto de vivir en la incertidumbre, y además, era justo que ellos lo supieran.

Itachi no comprendía que lo que tuvieron no se trataba de amor genuino, sino de un simple acto de rebeldía y desenfreno, tal era el caso de la noche que pasó con el Uchiha.

-Naruto kun.

Naruto cerró los ojos y rehuyó la caricia que el joven pretendía darle. No quería que Itachi creyera que había la posibilidad de regresar con él. Ya no estaba confundido respecto a sus emociones, solo ansiaba conocer la verdad y poner a salvo a Sasori de las repercusiones legales que lo implicaban.

Pero no había manera de reunirlos a los dos sin una segura disputa de por medio, asi que Naruto había resuelto reunirse con uno de ellos para esclarecer la situación.

Había decidido que fuera Itachi porque era él quien insistía en tomar medidas legales.

-Creí que no vendrías- confesó Itachi en tanto seguía de cerca al menor. Ambos se dirigían a la fuente.

Naruto miró en derredor, nervioso. Había mucha gente.

-Quiero que esto se resuelva y rápido.

**

Sasori terminó de secarse el cabello y fue a la habitación de Naruto para cerciorarse de que no necesitaba nada.

Había tenido un acceso momentáneo de psicosis, pero ya todo había terminado. Se sentía más relajado ahora, solo se había encargado de la molestia que lo aquejaba día con día.

Ya no habrían más interferencias en su relación. Solo hacía falta deshacerse del estorbo Uchiha...

-Naruto- frenó en seco sus pasos al ver la cama vacía. Buscó en toda la casa y se convenció de los hechos al notar la ausencia del suéter predilecto del rubio.

Sasori se sostuvo el puente de la nariz y optó por salir a buscarlo.

**

Naruto lo miraba en silencio, presa del nerviosismo del momento.

-Amo a Sasori- dijo por fin, bajando la mirada hacia sus manos. -No quiero que me separes de él. Lamento si te hice daño antes.

-No puedes saber lo que verdaderamente sientes hasta que no te permitas conocerme.

Sintió que el Uchiha lo tomaba de las manos y, cuando levantó la mirada, sus labios fueron apresados en un rápido y forzado beso.

Naruto enmudeció.

Itachi sonrió.

De pie, a la entrada del centro comercial, y viendo en dirección a la fuente, Sasori se paralizó. 

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora