Doce

907 105 83
                                    

Sasori le vio salir a traves del portón vetusto que se erigía como la entrada del colegio, derruidas letras enmarcaban la fachada que, tras años de asiduidad, permanecían intactas en la descascarada pintura violácea del instituto.

Tres años. Resultaba increíble la facilidad con la que el tiempo seguía su medrentoso curso, alterando el aspecto, el estado, influyendo en la materia y modificandola a su antojo. Y en esos momentos Sasori lo daba por sentado, más que nunca.

Naruto había crecido varios centímetros, lo mismo que su puntiagudo cabello dorado parecía desafiar la ley de gravedad ante la carrera que el chico de radiante sonrisa emprendía en su direccion. Tan hermoso que los mismos serafines se opacarían a su lado.

Una imperceptible sonrisa se blandió en los labios del pelirrojo segundos antes de desaparecer y quedar en el olvido. El inquietante palpitar de su órgano vital continuaba haciendo mella, pero el gustaba de atribuirlo a la momentánea emoción que despertaba Naruto con su simple presencia...

Claro que el autoengaño nunca le supo tan amargo a Sasori hasta ese preciso instante.

-¿Nos vamos?- Naruto jadeó a su lado, poniéndose de puntillas y ajustando las correas de su mochila para luego depositar un beso casto en la mejilla de Sasori. El arritmico malestar continuó aquejando al pelirrojo durante todo el ufano trayecto. Había adquirido un nuevo automóvil meses antes pero jamás lo usaba cuando acudía (puntualmente) al colegio para recibir el mismo afectuoso recibimiento de siempre. Prefería aprovechar hasta el último segundo y, yendo en coche, el tiempo junto a su adorado chico se recortaba considerablemente. Usualmente era Naruto quien encaminaba una animosa charla sobre sus actividades del día. Relataba con entusiasmo lo bien que le sentaban las clases de deporte y siempre omitía dar detalles sobre conversaciones con sus conpañeros de clase.

En primera instancia porque sabía que no era del todo correcto evidenciar a sus pretendientes. En segundo lugar, no hablaba al respecto porque Sasori se lo había pedido al no poder lidiar con los múltiples arranques de celos que le carcomían las entrañas y le hacían bullir la sangre de forma inevitable. Akasuna Sasori no podía odiarse más aunque su vida dependiera de ello. 

Tras años, él seguía arrepintiéndose de lo ocurrido. Detestaba con toda su corrompida y desdichada alma el haber dejado aquella nota adherida en la nevera, pues aquello conllevó el fin de sus sentimientos. Desde entonces las cosas habían seguido un rumbo tan habitualmente normal entre dos individuos que ahora figuraban como padre e hijo que, Sasori solo podía aceptarlo, más no asimilarlo. Simple y llanamente trataba de aparentar que él tambien estaba conforme con ello. Fingía y ocultaba en lo más profundo de sus arcaicos pensamientos los sueños en los que había involucrado a Naruto, dando rienda suelta a una pasión aun más ferviente y anhelada. Más fogosa y deshibida a la par que irrefrenable. Sasori había tenido que realizar asiduas caminatas nocturnas cuando el deseo lo hacía despertar cerca de la medianoche,  y obedecer sin reparo alguno a sus instintos de hombre enamorado.

Diesciseis años y Naruto se ponía cada vez más bello. Sin embargo, él solo podía contemplarlo como quien mira un retrato costoso que está fuera de su alcance monetario. Solo que, Naruto estaba fuera de su alcance emocional. El ya no quería seguir deseándolo. Y no obstante, todavía lo añoraba.

El deporte había hecho que Naruto desarrollara músculos casi imperceptibles en el. Su abdomen plano y marcado irradiaba otra consecuente tentativa cuando (de vez en cuando y de forma accidental) Naruto entraba en su campo de visión al estarse este vistiendo el uniforme. Asimismo, Naruto poseía un carisma y encanto que rayaban en la coquetería. Todo un adonis había cobrado forma a lo largo los últimos años. Sasori aun agradecía en su fuero interno que su adorado angel no hubiera sucumbido ante las inflexibles hormonas propias de la adolescencia. No quería enterarse de que Naruto estaba interesado en alguien más. De momento le bastaba eso.

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora