Cinco

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Sentado en el sillón de la sala y con la carpeta sobre sus rodillas, aguardó a que se enlazara la llamada. 

Rápidamente, la impaciencia comenzó a hacer mella, luego de que le pidieran aguardar otro momento en la línea. 

Ansioso, Akasuna no Sasori se puso a mover insistentemente su pie de arriba a abajo, tamborileó el bolígrafo que sostenía entre sus dedos sobre la carpeta y se apoyó en el respaldo cuando oyó finalmente la voz en la bocina.

La decepción se hizo evidente al cabo de unos segundos. Visiblemente frustrado, cortó la llamada y dejó la carpeta sobre la mesa. En ella había tres columnas de números telefónicos, todos tachados.

Aquel había sido el último de la lista. No había colegios con vacantes para un chico discapacitado. 

Angustiado, procuró mantener su semblante neutro cuando Naruto dejó de jugar con una de las marionetas sobre la alfombrilla para mirarlo, expectante. 

-No hay muchos chicos especiales en el mundo, ¿Eh?

Confundido, Naruto tomó la carpeta de la mesa y uso el bolígrafo para escribir en ella.

"Mejor así. No quiero ir a la escuela"

Hizo una pausa, aparentemente indeciso sobre escribir lo último, pero finalmente lo anotó y se lo mostró a Sasori.

"¿Cuándo vendrá Tsunade por mí?"

El joven de cabellera rojiza separó los labios, pero en vez de externar una respuesta, exhaló un suspiro de pura frustración y desánimo. 

Permaneció en silencio unos instantes, hasta que Naruto se sentó a su lado y colocó la carpeta sobre su regazo con la pregunta subrayada. 

Sasori la tomó y la hizo a un lado.

-Ella no...- lo miró a los ojos, a sabiendas de no poder mentirle. 

Lentamente Naruto fue a buscar la libreta para escribir en ella. 

-¿Por qué me escogiste a mi?- leyó Sasori la carpeta. Y al ver nuevamente a Naruto, supo que la había liado. 

Ni siquiera él mismo sabía la razón para su impulsivo acto. 

Cerró los ojos, cruzó los brazos sobre el pecho y se sonrió.

-Bueno, fue...porque...

No hizo falta que rebuscara una mentira creíble en su repertorio mental puesto que llamaron insistentemente a la puerta. 

Aliviado, Sasori se levantó para abrir, dejando a Naruto sólo en la sala.

Nada más abrir la puerta, un joven de engominados cabellos plateados, entró presuroso. 

-Hidan.

Frunciendo el ceño, Sasori cerró la puerta. 

Hidan se acercó a él, ignorando el anterior llamado. 

-La producción de la fábrica va más lenta que de costumbre- lo acusó con el índice en el pecho. -Te has estado ausentando los últimos días y Kakuzu no para de calcular la baja de las acciones de las ventas. 

Inexpresivo, Sasori lo invitó a sentarse con un ademán de mano. 

-Hidan. He estado ocupado.

El aludido, que había acumulado una serie de quejas que pensaba enumerar sin pausa alguna, frenó sus palabras de golpe al ver al chiquillo de rodillas sobre la alfombrilla, dirigiéndole una mirada gatuna, llena de curiosidad. 

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora