Catorce

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Sasori paseó el dedo índice sobre la mica del cuadernillo, leyó y releyó los materiales faltantes y pensó que sería tiempo de renovar algunos artefactos y demás cachivaches si quería seguir confeccionando su complejo arte.

Cuchillas, formol, bisturí, y algunos medicamentos conformaban su larga lista. Y el estaba consciente de que debería abastecerse pronto, puesto que los cuerpos en estado avanzado de descomposicion tendían a dañarse rápidamente. La dermis se agrietaría de forma irremediable y el resto de ligamentos se tornarían rígidos e inútiles. Sasori resopló ante la idea. Cerró el cuadernillo y apartó su espalda del ciprés en cuanto le vio salir corriendo a toda velocidad.

-¡Naruto!- gritó. El llamado fue en vano. Quizá Naruto si había escuchado pero eso no detuvo su incesante carrera ni mucho menos. -Demonios- lo que le faltaba.

Tomó el portafolios del suelo y procedió a seguir al rubio rápidamente. Tal vez si hubiera esperado otro poco, Sasori se habría percatado de la segunda presencia que recién salía del colegio.

Itachi permaneció inmóvil, dolido y desconcertado. No fue capaz de reaccionar hasta varios minutos más tarde.

**

-Naruto...

Sasori golpeó la puerta de la recámara un par de veces. Al no recibir respuesta, decidió entrar. Naruto estaba recostado boca abajo y sollozaba silenciosamente contra la almohada. A Sasori le llevó unos segundos convencerse de quedarse esta vez. Quería darle espacio a su adorado chico, pero desde hacía tres semanas Naruto se mostraba extraño, algo reticente y afligido, como si llevara un cargo de consciencia o no pudiera tomar alguna desición en concreto.

Puede que su comportamiento involucrara ambas opciones, no importaba realmente, Sasori no sabía cómo remediar aquellos "malestares" emocionales. Hasta hace poco empezaba a comprender y aceptar sin prejuicio alguno sus propios sentimientos por Naruto.

-¿Es muy malo?- comprensivamente, Sasori tomó asiento a un costado de la cama. Acarició lentamente los cabellos dorados, imprimiendo sutileza en sus dedos, procurando sonar más interesado y menos indiferente que otras veces.

Lentamente Naruto alzó la mirada, sus ojos estaban cubiertos de una gruesa capa de lágrimas. Sasori oyó que se disculpaba y se le ocurrió ir al desván por una pieza en específico.

Cuando regresó al cuarto, Naruto estaba más calmado. Aún lloraba, pero parecía más accesible a hablar al respecto.

Con pasos firmes, Sasori fue hasta la cama y colocó la pieza de madera y felpa sobre la almohada. Los ojos de Naruto se dirigieron inmediatamente hacia esa direccion, contempló absorto la pieza y despues, a Sasori. Este esbozó una sonrisa tan sutil que las comisuras de sus labios apenas se movieron un poco. Luego se concentró de nuevo en la pieza y movió su primer y tercer falange de la mano derecha, propiciando que la marionera diera un salto.

Naruto observaba embelesado la figurilla tallada en madera de un zorro con nueve colas. La marioneta estaba revestida con una fina capa de felpa y el resultado semejaba un esponjoso y tierno peluche.

-Lo hice para ti- murmuró Sasori tirando de su primer digito para acercar más la marioneta hacia Naruto. Su abuela Chiyo le había enseñado a perfeccionar los movimientos en los hilos de tal modo que apenas parecían ser manipuladas por alguien más. A los ojos de Naruto, aquello parecía magia.

Vio como el zorrito daba vueltas sobre su propio eje antes de posicionarse sobre su hombro. Naruto acarició la afelpada cabeza como si se tratara de un animal real. Después lo estrechó contra su pecho.

Perfectamente Imperfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora