Capítulo 12

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Pasó mucho tiempo y Owen aún no había encontrado a Mady, su hijo ya nació y no sabía ni como sería. Él seguía siendo el jefe en la misma empresa, desde la marcha de Mady tenía otra secretaria, ésta era una señora de 50 años y casada. No olvidaba a Mady.

Habían pasado mas de 5 años desde la última vez que Mady estuvo en Chicago, se había mudado a Northlake. Echaba de menos a Carol, y porqué no decirlo, Mady también echaba de menos a Owen.

Ni habiendo pasado años lo había olvidado, aún lo amaba pero aún no estaba preparada para volver a verlo.

Su pequeño príncipe no hacía más que preguntar por su padre, y ella siempre le decía lo mismo, que su padre vivía en Chicago y que le había mentido y por eso no sabía dónde vivían ellos.

En todo ése tiempo no había estado con ningún hombre, amaba al padre de su hijo. Y se temía que iba a ser así para siempre, se preguntaba si Owen ya la habría olvidado.

¡riiing, riiing! Mady fue a coger el móvil.

- ¿Si?

- Mady, soy Helen la madre de Carol.

- ¿Le pasó algo a Carol? -preguntó asustada.

- Ha tenido un accidente de coche y está en coma muy grave, te he llamado porque sé lo que la quieres - decía Helen al otro lado del teléfono.

- Voy ahora mismo a Chicago -dijo Mady- Si despierta dígale que la quiero y que voy de camino.

- Lo haré, Mady quiero que te quedes en el piso de Carol, cuando llegues te daré la llave, es el mismo donde vivía contigo.

- Está bien, cuando llegue le llamo.

- Vale, gracias por venir.

- No hay de que, es cómo mi hermana.

- Lo sé, nos vemos pronto -se despidió Helen.

- Hasta pronto -dijo antes de colgar.

Hacía un momento que estaba pensando en el tiempo que hace que no va a Chicago y ahora tiene que irse volando a ver a su mejor amiga.

Por suerte ya había salido del trabajo e iba a recoger a su niño. Lo recogería de preescolar, se irían a casa y entraría en internet para coger dos billetes de avión para Chicago.

Llegó 6 minutos antes de que salieran los niños, como todos los días esperaba arrimada a una columna que estaba al lado de la puerta para que su hijo la viera mejor. Ya estaban empezando a salir los niños, Mady veía a su pequeño príncipe viniendo hacia ella.

- ¡Mami, mami, mami! -gritaba su peque corriendo hacia ella.

- Mi príncipe hermoso -lo cogió en brazos y le dio vueltas mientras él se reía- ¿Que tal el cole?

- Muy bien mami, hoy nos dijeron que hicieramos un dibujo de nuestros papás, mira mami -dijo enseñando un dibujo de Mady, él y un hombre alto, moreno y de ojos azules.

- ¿Y ése quién es? -le preguntó Mady a su hijo.

- Es papi -respondió el niño.

- Que bien dibujado está, mi príncipe -le dio un beso en la mejilla, era normal que lo hubiera dibujado tal como es, su pequeño príncipe es igualito a su padre, el niño supondría que si no se parece a la madre pues sería como el padre.

Era un niño alto para su edad, de piel blanca, moreno y de ojos azules como los de su padre. Era muy listo y también travieso, no paraba quieto ni un minuto.

- Cariño, vamos a irnos a Chicago, la tía Carol tuvo un accidente y tenemos que ir a verla -le explicó a su hijo.

- Vale mami, ¿veremos a papi también? -preguntó su hijo.

- No lo sé, puede que sí cariño -le contestó Mady.

- ¡Bien! -gritó de alegría el niño.

Cuándo llegaron a casa, Mady cogió su portátil y entró en internet para comprar dos billetes de avión. Salían mañana por la mañana, así que tendría que llamar al colegio de su hijo y a su trabajo para pedir unos días libres.

- Vamos hijo, o llegaremos tarde al aeropuerto -lo llamó Mady.

-Voy mami -contestó su hijo.

Era la primera vez que su hijo se montaba en un avión, y el niño estaba encantado. Cuándo llegaron a Chicago fueron directamente al hospital, Mady había hablado con Helen sobre Carol, aún no había despertado del coma pero estaba estable.

Era tarde y decidieron irse a casa de Carol a descansar.

Cada día Owen pasaba por delante de la casa de Carol, sabía que no volvería ver a Mady, pero no lo podía evitar. Ese día no fue la excepción, pasaba por delante de la casa cuando la vio.

Era Mady, y no estaba sola, estaba con su hijo, un niño igualito a él.

El hombre tras la máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora