Capítulo 3

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Ya era lunes por la mañana, el día en el que el nuevo jefe se daría a conocer ante todos en la empresa.

Mady llegaba tarde por culpa del despertador, justo hoy le había fallado la alarma.

—Maldita sea, justo hoy llego tarde - dijo Mady.

Ya había llegado al trabajo, se dirigió a los ascensores corriendo, a ver si tenía suerte y llegaba antes que el nuevo jefe.

Estaba esperando el ascensor  cuando un hombre se situó al lado suya para cojerlo.

—Buenos días - saludó el hombre.

—Buenos días - respondió Mady.

—¿Trabajas aquí? - preguntó el hombre.

—Si, y llego tarde justo hoy que viene el nuevo jefe - dijo ella mientras miraba nerviosa como pasaba los numeros de los pisos.

—Bueno, seguro que tu jefe no te lo tiene en cuenta - le respondió el hombre.

—No estoy muy segura de eso - dijo impaciente por salir del ascensor.

Justo en ese momento se abría las puertas y se encontraba con su amiga Carol que también trabaja con ella.

—Pensé que no llegarías - le dijo Carol.

—Ya, yo también - respondió ella -¿Ya llegó el nuevo jefe?

—No, para tu buena suerte.

Se dirigieron hacia la sala de juntas detras del hombre del ascensor, ahora que Mady lo miraba veía que era alto de espalda fuerte y moreno. Pero no sabía nada mas ya que en el ascensor ni siquiera lo miró.

Entraron en la sala tras el hombre, se fueron a sentar en sus puestos. Era una empresa grande y ellas tenían puestos importantes.

Cuando Mady se estaba sentando y acomodando los papeles cuando un hombre habló.

—Buenos días, soy vuestro nuevo jefe y mi nombre es Owen White - dijo el mismo hombre del ascensor.

Mady no se lo podía creer, era el mismo hombre del ascensor. Había subido con su nuevo jefe y ni lo sabía. En ese momento Owen White la miraba a los ojos, no podía ser -pensó Mady - su cara le suena, esos ojos azules son parecidos a los del enmascarado.

Pero no podía ser que fuera el mismo hombre, no podía - pensó ella - definitivamente no era el mismo.

Owen no se podía creer que Mady, SU MADY, la mujer que conoció en la fiesta y que tanto le encantó, trabajara ahora para él.

No estaba seguro de si ella lo reconocia de la fiesta, aunque era improbable ya que siempre tuvo la cabeza tapada, un antifaz puesto y la voz no podría reconocerla.

Después de media hora la junta llegó a su fin.

—Os doy las gracias por haberme prestado atención, ahora vayamos todos a trabajar que aún acaba de empezar el día - dijo Owen.

Todos se levantaron y fueron a sus puestos de trabajo. Mady iba a su mesa cuando su nuevo jefe le habló.

—Señorita, ¿puede acompañarme a mi despacho? - le dijo Owen.

—Si, claro - respondió Mady.

—Sigame por favor.

Mady siguió a su nuevo jefe, Owen. Ella ya estaba convencida de que no era el hombre tras la máscara.

Ya en el despacho de Owen...

—Señorita...

—Madyson Stewart,  señor.

—Bien, Madyson, necesito una secretaria personal, le pagaría más de lo que gana ahora, por supuesto ¿que me dice?

—Yo... señor no sé que decir la verdad.

—Diga que sí, Srta Stewart.

—Si, claro que sí, usted manda señor.

—Digame Owen.

—Si señor, digo Owen, perdón.

—Bien, a usted la llamaré Mady si no le importa.

—Claro.

—Bien, empezará mañana como mi secretaria.

—Claro, Owen.

Mady se despidió de Owen y fue a su despacho, donde la esperaba Carol.

—¿Qué quería el jefe?- preguntó Carol.

—Seré su nueva secretaria a partir de mañana.

—¿De verdad? - preguntó Carol.

—Si, de verdad - dijo Mady.

El hombre tras la máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora