Capítulo 5

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Había pasado una semana desde que llegó Owen a la empresa, Mady cada vez sentía más que él se acercaba a ella.

Y ella empezaba a sentir algo por él, pero tenía claro que no llegarían a nada. Si, era su jefe, y no podía pensar en él como hombre, eso lo tenía claro.

— Mady prepara una maleta, mañana nos vamos a Nueva York por trabajo —le ordenó Owen.

— Pero señor, mañana era mi día libre y había quedado con alguien —respondió ella confundida.

— Pues cancela la cita y preparese para salir mañana a primera hora — contestó un poco molesto.

— Si señor —respondió resignada.

Por la noche Owen y Mady estaban haciendo sus maletas, Owen estaba encantado de pasar tres días a solas con Mady, y ella estaba nerviosa y algo molesta por tener que cancelar su cita.

Un día había ido a tomar una copa a un bar cercano y allí conoció a un chico simpatico, habían hablado y dado el número, no es que le gustara especialmente, pero tenía que intentar dejar de pensar en su jefe todo el tiempo.

Ahora tenía que llamar al chico y decirle que mañana no podría quedar con él.

— Hola, ¿está Jake? —preguntó Mady con el móvil en la oreja.

— Si, soy yo ¿quién eres? —preguntó el chico.

— Soy Mady, íbamos quedar mañana a tomar algo, ¿te acuerdas?

— A si, si, claro que me acuerdo.

— Bien, pues mañana no puedo salir contigo, tengo que viajar por trabajo, lo siento.

— Bueno no pasa nada, otro día.

— Gracias y lo siento de verdad.

— Hasta luego.

— Adiós.

Le fastidiaba mucho tener que cancelar la cita, pero ya no podía hacer absolutamente nada por cambiarlo.

A la mañana siguiente, estaban los dos ya sentados en el avión esperando a que despegara con destino Nueva York. Owen trabajaba sin descanso en su portátil, y Mady leía unos folletos de la ciudad a la que iban por trabajo.

Al cabo de un rato Mady se quedó dormida, para suerte de Owen lo hizo en su hombro. Así él podía aprovechar para oler su pelo y sentir su cuerpo.

Faltaban veinte minutos para aterrizar cuando Owen despertó a Mady.

— Mady, preciosa, despierta vamos aterrizar —le decía él apartandole el pelo de la cara.

— Mmm... ¿que pasa? —a Mady le había parecido oír que le decía preciosa, pero pensó que se habría confundido.

— Ya vamos a aterrizar.

— Ah...oh lo siento no quería dormir en tu hombro —se disculpó ella.

— Tranquila, la verdad me gustó que lo hicieras, aunque babes mi hombro —dijo él con una sonrisa de lado.

— Oh... Yo no babeo —fue lo único que le salió a Mady.

— Claro que sí, pero es adorable, me recuerda a un perro que tuve niño, cuando dormía también babeaba —se echó a reír de la cara de Mady.

A Mady no le salían las palabras.


Cuando salieron del avión, fueron a la parada de taxis y cogieron uno para llegar al hotel.

— Señorita, somos Owen White y Madyson Stewart, queremos las llaves de nuestras habitaciones, por favor —dijo Owen a la recepcionista.

— Ahora miro señor, espere un momento por favor... —contestó la recepcionista— Señor, aquí solo hay una habitación a su nombre, al nombre de la señorita Stewart no hay ninguna reservada, lo siento mucho señorita.

— ¿Y dónde voy a dormir entonces? —preguntó Mady molesta.

— Señorita dale otra habitación y asunto terminado —dijo Owen.

— Lo siento, pero no hay mas habitaciones señor.

— ¿Entonces qué pasa conmigo? —dijo Mady cabreada.

— Mady, quedate conmigo en mi habitación, tu dormiras en la cama y yo en el sofa, ¿qué te parece? —dijo Owen con la esperanza de que Mady aceptara.

— Yo...uff, está bien, pero separados eh.

— Tú mandas —respondió él con una gran sonrisa en la cara.

Mady no podía creerse que tuviera que dormir en la misma habitación que su jefe, no estaba segura de que pudiera dormir con ese hombre a tres metros de ella.

Llegaron a la habitación y ella lo primero que hizo fue irse al baño a esconderse.

Owen no sabía como haría, pero tenía que seducir a Mady como fuera posible. Necesitaba volver a besar sus labios, sentir su cuerpo bajo el suyo, y oler ese aroma que tanto le hechizaba, no sabía que perfume usaba pero le encantaba.

Ella salió del baño y se encontró con él sentado en la cama.

— Tranquila, estaba preocupado por que no salías.

— Oh...lo siento, no quería preocuparte.

— No pasa nada de verdad —dijo él riéndose.

Salía de la habitación riéndose, dejando a Mady allí confundida. Él no paraba de reírse y eso molestaba a su compañera de cuarto.

Mady fue hacia él, se paró a su lado y le dio un golpe en el brazo.

— ¿Se puede saber de que demonios te ríes? —preguntó ella furiosa.

— ¡JA,JA,JA! sabes, te ves preciosa cuando te enfadas.

— No digas tonterías.

— Sabes que me vuelve loco que una chica se ponga así por mi.

— Eres un engreido, egocentrico y un... un... un tonto.

— Me encanta que te me pongas así — dijo él acercandose a ella.

— No te acerques —dijo ella ruborizandose.

— Voy a besarte.

— ¿Cómo?... no es cierto —decía Mady mientras veía como sus labios se pegaban a los de ella.

Fue un beso de eses que dejan sin aire, era todo fuego en un mar de deseo.

— ¡NO! —dijo Mady empujando a su jefe.

— ¿Qué te pasa?  —preguntó confundido él.

— Puede que con las demas secretarias que haya tenido se acostara, pero conmigo no va ser así, no soy una cualquiera y espero que me respete señor White, ¿le ha quedado claro? — Mady estaba furiosa por haber caído en los brazos de su jefe, pero tenía claro que no lo quería volver hacer — ¿O se lo repito otra vez?

— Tranquila, no volveré a acercarme a usted, señorita Stewart —dijo Owen mientras cogía su chaqueta y salía de la habitación.

No sabía como había llegado a esto, sabía que ella también se sentía atraída por él. Entonces no entendía por que no se dejaba llevar.

Mady vio como Owen salía de la habitación dejándola sola, vale, puede que se pasara un poco al tratarlo así, pero tenía que darse a respetar o él pensaría que se entregaba solo porque era su jefe.

Fue a meterse en la cama después de estar media hora esperando a Owen, como él no llegaba pensó que era mejor acostarse con la esperanza de que no la despidiera al día siguiente.

El hombre tras la máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora