50. no puedo dormir.

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Sam no dejo de mirar a Fred en toda la boda, y cuando se dio por vencida ante su frustración fue hacia afuera. Quería despejar su mente, quería dejar de pensar en el sexy pelirrojo y como quería ir hasta él para besarlo hasta que la apretujara contra su cuerpo.

Ante todas las fantasías que pasaron por su mente, se encontraba tirando aire a su rostro.

—¿El alcohol hizo que subieras tu temperatura?

—Fred.— rio volteando a verlo.— no, no es eso.— suspiro y lo miró de arriba a abajo. Que hombre, quería hacerle tantas cosas que si las mencionaba quedaría de caliente, aunque probablemente lo era.— ¿Y qué... Qué haces acá?

—te vi salir, ya me estaba agobiando tanta gente y... Quería aire fresco.— llegó hasta ella y miro el horizonte, dándole una vista excelente de su perfil tan armónico.

—yo igual lo necesitaba.— los dos guardaron un silencio incómodo al no saber que decir.

—en realidad salí por ti.— Sam lo miró curiosa y él también se puso frente a ella.— te vi salir y quise estar contigo, porque no soporto estar lejos de ti y que después me digas que te vuelves a ir...

—yo... No se qué voy a hacer si te soy sincera.— lo miró a los ojos, en un intento de que el adivinara que quería como solía hacer.— no me quiero ir de nuevo, ya fue mucho tiempo lejos de todas las personas que amo, de mi trabajo, de mi vida.

—¿Y de mi? ¿Que hay de mi?

—¿Que hay de ti?— miró sus ojos nuevamente, y cuando el dio un paso hacia ella se dejó llevar. Ya no le importaba el que pensarían los demás, o el tiempo en el que él se demoraría en recuperarla. Quería vivir el ahora. Ahora mismo lo único que quería era besarlo, y fue exactamente lo que hizo.

Dio un paso hacia él, tomando su mejilla y lo bajo mientras llevaba su otra mano a su pecho. Fred se sorprendió, pero no demoró nada en tomar los dos lados de su cintura para besarla con fuerza. Era un beso con pasión, un beso necesitado, un beso que los dos habían ansiado y demostraban cuanto se extrañaron. Se habían extrañado tanto que no querían separarse ni un segundo. Fred no podía creer que ella lo beso, pero estaba feliz.

Sus labios se movieron, presionandose con fuerza, con el deseo de sentirse lo máximo. Sus manos se apretaban en ellos y se acercaban para que no corriera aire entre ellos y sus cuerpos. Se sentían tan bien, que los dos sentían las piernas de gelatina, y sus estómagos estaban estallando por los nervios. No podía dejar de besarlo, pero necesitaba aire y se tuvo que separar jadeando.

—a ti también te extrañe.— susurró acariciando sus labios.

—ay Samy...— se notaba totalmente doblegado ante ella, como si fuera débil y se dejará hacer la petición que ella decretará.— ese beso... Estuvo delicioso.— subió su mano enredando sus dedos en su cabello.

—no hagas ni tal de jalarlo.— Fred negó quitando sus manos para volver a dejarlas sobre sus caderas. Y de alguna forma sentía que necesitaba más.

—por favor, hazlo de nuevo.

—¿Cómo?— alzó levemente su cabeza, demostrando que ella era la que tenía el mando de la situación. Fred suspiro sin importar si quedaba mal, si ella lo humillaba o otra cosa. Si tenía que suplicar lo haría.

—que me beses, por favor.— repitió. Sam tomo su mandibula y lo acerco a ella, no demoro en acercarlo para deborar sus labios. Fred gimió por el placer de sentir nuevamente sus labios, se sentían tan bien que sus ojos se cerraban hipnotizado con ella. Sus cuerpos se acercaban más para sentirse, y se desesperaban por no poder gracias al vestido con harta tela. Sam podía sentir los suspiros del pelirrojo, y eso la estaba volviendo loca, tan así que lo abrazo para profundizar el beso lo más posible. Su lengua se metió en la boca del pelirrojo, y se rodearon entre si antes de que él mordiera la de ella tirándola hacia él para besarla más.

𝐎𝐛𝐥𝐢𝐠𝐚𝐝𝐚 𝐀 𝐂𝐚𝐬𝐚𝐫𝐦𝐞 - 𝐅𝐫𝐞𝐝 𝐖𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora