16.-EL HOGAR

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En cuanto acabaron de hacer el traslado del pequeño y lo dejamos apaciblemente dormido en su cama, le pregunté al señor Kim:

—¿Cómo va Jihyo en su nuevo puesto?

—Sufriendo un poco. Le hace falta el apoyo de usted.

Entonces sentí como si una ráfaga me indicara el agujero al que podía acercarme para respirar aire fresco. 

—Necesito pensar en todo lo que acaba de decirnos —comenté inhalando profundamente—. Voy a salir del hospital unas horas para ir a la empresa. Ayudaré a Jihyo en los pendientes más importantes y volveré dentro de un rato.

Kim se encogió de hombros y me dijo:

—No tiene que hacerlo.

—Lo sé, pero necesito una tregua. 

—De acuerdo. Yo me quedaré unos minutos más con su esposa. Tal vez usted y yo nos veamos después.

Caminé al elevador como un robot.

Lo llamé, entré a él, oprimí el botón, todo con movimientos burdos, atávicos, inadvertidos. Cuando llegué a la planta baja las puertas del ascensor se abrieron, pero no me bajé de él. Pulsé nuevamente el botón del tercer piso y regresé. 

Fui al cuarto de Jungkook sin saber exactamente por qué. Me acerqué a la habitación por el corredor, pero un metro antes de llegar me detuve. La puerta estaba abierta, de modo que la conversación sostenida entre Kim Namjoon y mi esposa se escuchaba perfectamente. Por si alguien me observase, fingí mirar algo en la pared, como quien se detiene a contemplar una pintura inexistente dentro de una galería también ficticia. 

—Sus conceptos son muy bellos —dijo ella—, pero chocan y contradicen cuanto he aprendido durante toda mi vida. 

—Puede ser —respondió él—, mas nunca es tarde para desplazar estilos ineficientes y dañinos de pensar. El reto requiere aprovechar todas las oportunidades que se le presenten. Ésta es una oportunidad excelente para luchar por el amor y aprender a perdonar. ¡Inténtelo!

—¡Es mucho más complejo de lo que usted cree! ¡No se trata sólo del amor, sino de todo un sistema de vida! Me molestaría regresar a él. Lo cierto es que me desagrada el papel de la mujer.

— ¿A qué se refiere?

—Me asusta vislumbrar el futuro como una divorciada, pero volver al pasado de un ama de casa me enferma. Caer en lo mismo, como si todo esto no hubiera servido de nada, es una idea contra la que, discúlpeme usted, me rebelo abiertamente. A mí me toca hacer un trabajo arduo que no termina nunca. Ahora quisiera ser más libre y realizarme. La mujer es tan capaz como el hombre. Usted mismo ha preferido como gerente general de su empresa a una mujer. Quisiera recuperar a mi familia pero no bajo el mismo esquema. Las labores en la casa son agobiantes: apenas se termina de arreglar y ya hay que volver a empezar. Eso le quita el entusiasmo a cualquiera. 

Me quedé helado al escuchar unas razones que desconocía. Jamás pensé que mi esposa estuviese luchando no sólo contra mi mal temperamento sino también contra su poco gratificante modus vivendi.

—Jihyo es un caso especial — contestó Kim en voz baja, como dándose tiempo para discernir su respuesta—. Ella puede desempeñar el papel de ejecutiva por tiempo completo, y a veces más, porque su marido está imposibilitado para tener hijos; además es pintor y su trabajo requiere de total silencio y soledad. Eso la obliga a ella a organizarse de forma especial. Y vaya que lo hace bien... Con todo, es celosa de su casa y no ha evadido su responsabilidad natural de ser el eje de su pequeño hogar.

Psychology || Seulgi [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora