17.-¿EN QUÉ PENSABAS?

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La esbelta mujer se acercó a nosotros con lentitud. Traía puesto un jumper color verde y zapatos deportivos.

—Como puede ver —le dijo al presidente apenas estuvo cerca—, no vengo vestida con el uniforme de la empresa.

Kim asintió sin decir nada. 

— acuerdo, ¿y?

Sana me miró de reojo.

—Necesitaba arreglar un asunto... No puedo presentarme a trabajar mientras tenga eso pendiente.

Mis suegros, acompañados del psicólogo Jimin, se reunieron con nosotros en el pasillo. La secretaria gerencial parecía cohibida entre tanta gente.

—¿Se trata de problemas con la empresa? —preguntó el hombre.

Sana negó con la cabeza. Comencé a transpirar. Si pretendía hablar conmigo, yo no quería hacerlo; si iba a hablar con el señor Kim, yo estorbaba.

Seulgi estaba sola. 

Aunque ansiaba saber hasta dónde quería llegar la mujer que casi pudo convertirse en mi amante, me disculpé con todos y di la media vuelta para entrar a ver a Jungkook. En la habitación podía percibirse un agudo olor antiséptico. Mi hijo seguía durmiendo apaciblemente. Le habían retirado la botella de suero. Mi esposa se hallaba encorvada, tapándose el rostro con ambas manos. Al escuchar el leve rechinido de las bisagras de la puerta se limpió la cara y se incorporó para ver quién había entrado. Sus ojos enrojecidos delataban un llanto muy reciente. 

Tras de mí cerré la puerta rogando que nadie nos interrumpiera, al menos no Sana...

Me senté frente a mi mujer sin decir palabra. Volvió a inclinar la cabeza sabiendo que se avecinaba otra tormenta. No cooperó, pero tampoco eludió la situación. 

—Necesito que hablemos, Seulgi... La incertidumbre y la soledad están acabando conmigo...

No sé por qué, al pronunciar estas palabras cerca de nuestro hijo enfermo, recordé nítidamente la escena en la que el cataclismo estaba a punto de ocurrir: yo me hallaba acostado con los ojos cerrados; Jungkook acababa de sufrir el primer ataque convulsivo; mi esposa trataba de acercarse y yo la rechazaba. Qué curiosa forma tiene la vida de devolvernos los golpes. El mal que hiciste a alguien tarde o temprano se volverá contra ti; el escarnio del que fuiste protagonista, antes de que mueras te escarnecerá el alma... 

¿Qué nos está pasando, ____? Me siento muy sola.

Quise contestar: «yo también» pero mi boca permaneció cerrada.

Trató de sentarse en la cama junto a mí y, como no hallara espacio, se levantó confundida y triste.

Abrí los ojos. En la habitación se respiraba un ambiente nostálgico y agobiante, como si el aire hubiese multiplicado su densidad y tratara de aplastarnos...

¿Qué es lo que te pasa? ¿Estás enojado conmigo? ¿Te hice algo? ¡Dímelo! ¡Ya me cansé de tu silencio! 

Mi corazón latía presuroso.

—No sé cómo empezar —intenté. Extraje del bolsillo de mi camisa un papel doblado en cuatro partes y se lo tendí diciéndole— Esto lo escribí por la noche. ¿Sabes?, en ese viejo sillón es imposible dormir... 

Seulgi tomó la hoja con desinterés. Hasta entonces levantó los ojos para verme. Qué hermosa parecía no obstante también denotar absoluta falta de ánimo. En su rostro se adivinaba aflicción y pesadumbre. Parecía derrotada, resignada. Eso me causó una gran aprensión. Tal vez después de escuchar las bases del perdón y la esencia vital de la mujer, se estaba mostrando ante mí con la guardia abajo, sin ánimos ni argumentos para defenderse.

Psychology || Seulgi [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora