Capítulo 19: Decepción.

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Una hora después salió el doctor a darme una de las peores noticias de mi vida.

"Señor Mendiola."

"Doctor dígame cómo está mi Lety."

"La paciente sufrió una crisis de ansiedad debido a algo que le generó estrés, eso sucede cuando una situación sobrepasa los recursos que disponemos y sentimos que no podemos enfrentar las cosas por nosotros mismos. Por tal motivo tuvimos que administrarle un tranquilizante de benzodiacepinas, que es un medicamento psicotrópico que actúa como sedante en el sistema nervioso central. Lo que la hará dormir por 8 o 10 horas. Sin embargo, me duele mucho decírtelo Fernando pero lo mejor es que ya no pases a verla. A Leticia no podemos administrarle este tipo de medicamentos por el tratamiento que está llevando, en esta ocasión fue un caso extraordinario." 

Otra vez las cosas se complicaron y era por mi culpa. Me sentía tan  perdido. Mi Lety no podía seguir sufriendo por mis estupideces ya no más, ya lo había hecho mucho. Yo solo quería morirme, me sentía asfixiar en el hospital, así que  corrí, corrí hacia mi carro y me dirigí hasta el bar más cercano.

"Buenas noches señor."

"Déme un whisky doble."

"Claro con que lo quiere."

"Vodka. Soy Fernando y usted cómo se llama."

"Libardo."

"Libardo." Le dí un beso en la mano y me tomé de un trago el whisky. "Deme otro igual. Usted es así de chiquito o está hincado, póngase un banquito para que lo ayude."

"Aquí tengo uno para las emergencias." Ví cómo brinco hacía el banco para verse más alto.

"Jajajajajajaja! No me mire así mi libreto y mejor deme otro whisky que esté ya se acabó, pero ya."

"Con mucho gusto."

Comencé a hacer ruidos en la barra y a gritar mientras a mi lado se despertaba un joven que al parecer había bebido de más. "Duérmete carnal, duérmete." Le dije mientras le ponía la cabeza en la barra.

"Porque Lety por que no me quiere perdonar." Mis lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas mientras recordaba cada uno de los momentos que pase con mi Lety. "Solo Dios sabe cuánto la amo, solo Dios lo sabe."

Seguí tomando sin control lo único que quería era olvidarme de mi dolor, ese dolor que sentía por no poder estar cerca de mi Lety por causarle cada día más y más dolor. Un mes y medio después de su accidente y las cosas no mejoran, ella no quería escucharme, quería que la dejara en paz, me había dicho que me odiaba y que jamás estaría a mi lado, no soportaba sus palabras retumbaban en mi cabeza y acuchillaban mi corazón. ¿Por qué tan difícil era perdonarme?

Comencé a pelear con unos clientes que iban en grupo, lo único que quería esa noche era morir.

"A quien le dijiste imbécil a quién."

"A tí." Me decía un hombre alto y fuerte de camisa a cuadros.

"Mira Gullit, te digo Gullit por Gulliver por si tienes la duda."

"Don Fernando."

"Que, quien me habla."

"Don Fernando aquí estoy." Decía el barman tratando de controlarme.

"Es que yo no lo veo acá arriba libreto." Lo empujó hacia un lado y después comenzó a reír. "David y Goliat." Aquí es cuando me di cuenta que estaba mal, cuando intentaba reír en medio de tanto dolor era porque no podía más con mi alma.

"Venga para acá son luchadores lo pueden medio matar." Me decía el barman asustado.

Se comenzaron a acercar varios hombres pero yo estaba fuera de mi lo único que quería era morirme sin mi Lety.

"Uno, dos, tres, usted no cuenta porque es una dama." Le mandé un beso a la mujer que acompañaba a los hombres. "Cuatro, cinco, seis, tú tampoco cuentas porque estás compacto, no tiene un platanito que me preste Libardo por favor." Hice la seña como de estar pelando un plátano.

"¿Que? ¿Qué?" Les dijo gritando.

"No Don Fernando son muchos reaccioné."

Levanté a Libardo y lo senté en la barra. "Calmese Libardo yo no soy suicida, no soy suicida, cómo cree que yo voy a pelearme con estos dinosaurios no, no, nada más quiero aconsejarle a este retrógrada mental porque sabes que me dijo este grandulón, tú me dijiste imbécil verdad, grandulón." Y sí no era suicida pero esa noche no me importaba ya absolutamente nada.

"Si, si fui yo y qué."

"Déjalo que está tomado." Dijo la mujer de vestido rojo a su novio, mientras yo imitaba su voz.

"Si defiendelo porque si no voy a  convertir a tu novio en papilla."

"Que te pasa idiota quieres problemas."

"Jajajajaja!" Me reí del hombre por la forma tan peculiar en que hablaba, al parecer era extranjero.

"No. Don Fernando no." El pobre barman trataba de detenerme sin imaginar que yo lo único que quería era morir.

"Jajajaja habla muy chistoso no quiero problemas no. Yo estoy lleno de problemas y uno más además internacional." Comencé a empujar a los hombres que tenía frente a él.

"Tranquilos, tranquilos yo lo arregló él está muy tomado." Decía el barman tratando de controlar la situación.

"Señor no esté usted de pesado."

"No me toque." Lo empujé. "Como pesado ya me cargaste o que, aquí el único pesado es este gordito." Apunté a un señor de camisa verde. "Y como no si está embarazado y va a tener triates."

"Ahora sí se lo buscó."

"No por favor mesero ya lleveselo."

"Señor ya váyase por favor." Me dijo un mesero que se acercó para calmar la situación, pero yo estaba fuera de mí.

"Bueno, bueno a ustedes cómo que todo el mundo los protege, no será que necesitan que venga su mamita a protegerlos también, una disculpa una disculpa." Dije mientras subía a la barra. "Yo nada más vengo a decirles una cosa Libreto, con todo respeto tienen cara de viejas y son bien gallinas."

"No entiendo bien. A quien le dijiste gallina." Me gritaban, la verdad es que se veían muy enojados, los había hecho enojar, había pasado los límites.

"A todos ustedes les dije gallinas, gallinas, haber a haber quien se anima, nadie puede con el borracho entonces me animo Yo." Y me lancé a ellos.

Realmente lo que quería era que acabaran con mi vida, por eso los ofendí tanto, solo sentía golpe tras golpe, pero mi dolor en el alma era tan profundo que dolía más, lo único que quería era morirme sin Lety mi vida ya no tenía sentido y si ella estaba en esa situación era por mi culpa, ella merecía el cielo y yo el infierno, como quisiera  estar en su lugar y ser quien sufra, por eso vine a buscar un dolor físico, haber si con eso se terminaba el de mi alma.

No sé cuánto estuve ahí peleando con ellos, me sacaban del bar y volvía a entrar a seguir con el pleito, a seguir porque todavía sentía más el dolor de mi corazón, ese que no se calmaba con nada, ni todos los whiskys y golpes del mundo me hacían olvidar a la mujer que amo, todavía podía oír su voz diciéndome que no quería verme más, que me alejara de ella, yo no podía hacerlo, sabía que la única forma de alejarme de ella era no estar en el mismo lugar, ni respirar el mismo aire que ella, lo único que me haría alejarme más no olvidarla sería desaparecer de la faz de la tierra.

Uno, dos, tres, botellas y nada calmo mi dolor, cuatro, cinco, seis golpes no fueron suficientes lo único que me hizo olvidarme hasta de mi mismo fue cuando sentí sangre en mi boca, un dolor terrible en el estómago, anestesiado mi corazón y mis ojos se cerraron por completo, entonces ahí sí ya no supe más de nada ni de nadie.

La Fea Más Bella: Fuí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora