Capítulo 1

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"A marcha lenta"

-Blake Vaughan-

No existe la felicidad, pienso al abrir los ojos después de una larga noche, rayitos de la luz del sol se cuelan por mi ventana y me levanto para abrir las cortinas por completo. De nuevo se me hace tarde, pero es que no he dormido nada bien últimamente.

Me visto rápido y pasó al baño a lavarme los dientes antes de partir hacia el colegio. Mis padres, como siempre ya están en el trabajo y me es difícil no tener que pasar por el cuarto de mi hermanita menor para llevarla al kínder.

Tomo mi mochila y le meto todos los cuadernos que estaban regados sobre mi escritorio desde la noche pasada y salgo corriendo hacia la estación del metro. Mi rutina comienza a ser aburrida, y es algo que no me ayuda ya que necesito mantenerme activa para no pensar sola durante mucho tiempo.

Corro por las calles pidiendo permiso e intento no tirar a nadie, pero no puedo permitirme llegar tarde otra vez. Apresuradamente bajo las escaleras del metro y...

Era de esperarse, me levanto del suelo sacudiendo mis rodillas y sigo corriendo hacia el vagón que me toca abordar dentro de un minuto para no llegar tarde; corro con todas mis fuerzas y apenas lo logro ya que al terminar de entrar, se cierran las puertas a mi espalda.

Siento las miradas juzgadoras sobre mi, pero no les hago mucho caso. Aún no es tan tarde como para no encontrar un asiento, aunque la mayoría ya están ocupados. Finalmente localizó uno y me siento sacando un periódico y un lápiz en el regazo para contestar los pequeños sudoku, sopa de letras y acertijos que traen consigo todas las mañanas.

El camino en el metro siempre es largo, así que procuro mantenerme distraída durante todo ese tiempo y concentrarme bien en lo que hago. Al rebuscar entre mis cosas, noto que no está el lápiz que había sacado así que comienzo a entrar un poco en pánico hasta que lo localizo en la mano del chico sentado a mi lado.

Ese lápiz pertenecía a la colección de dibujo de mi madre, por lo que si lo perdía me iría mal. Decidí que intentaría recuperarlo cuando me percaté de lo que el chico estaba haciendo con el.

Un hermoso dibujo de un ángel cubriéndose con sus alas. No sé cuánto tiempo llevaba haciendo eso, pero sin duda era mucho más del que llevaba con mi lápiz, así que consideré la idea de qué tal vez no era de mi propiedad. De cualquier manera necesitaba confirmarlo si no quería que las cosas se pusieran violentas en casa.

— Mhm — me aclare la garganta para que me prestara atención, pero noté que llevaba audífonos así que no me escucharía.

Le di tres toques en su hombro apretando los labios hasta que volteó y comencé a hablar.

— Una pregunta... — el chico no me prestó atención y se giró de nuevo hacia su cuaderno para continuar con su dibujo.

Comencé a desesperarme y por mi propio bien hice lo que hice. Le quité un audífono para que me escuchara y por fin volteó a verme más atentamente.

— Disculpa...

— ¿Por qué haz hecho eso?— me preguntó un tanto enfadado.

— Lo siento, quería preguntarte...

— Si no te he prestado atención es porque no quiero escucharte. — se colocó de nuevo el audífono y ahora si me enfurecí.

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