Capitulo 5

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"Regalo misterioso"

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"Regalo misterioso"




Arnie Weeler

La habitación era cálida, las ventanas se encontraban cerradas para evitar que entrase el viento del frente frío que amenazaba con caer en la noche. Salía del cuarto de baño, una toalla enredada en mi cabeza mientras otra se posaba sobre todo mi cuerpo. Primero arrebaté la toalla de mi cabello para sentarme delante del espejo, tomar en manos la secadora y comenzar a secar mi húmedo pelo.

Tarareaba una canción, miré al espejo por inercia y pegué un pequeño grito, dejando de tararear al ver del otro lado al peli-negro recostado del marco de la puerta de entrada. Se acercó un poco, visualizó que mi cuerpo se encontraba tapando con aquella toalla mojada y miró hacia la cama. En sus manos traía una bolsa, parecía una bolsa de obsequio, la dejó sobre la cama y se marchó cerrando la puerta.

Ni siquiera se dignó en pedir un ''lo siento'' por no haber tocado la puerta antes de entrar. No me dirigió la palabra para decirme que me había dejado algo en la habitación, aunque era obvio que le miraba a través del cristal que estaba en frente de mi.

Volví a encender la secadora, ésta vez tardé alrededor de diez minutos en terminar de secar mi cabello y dirigí hacia la cama. Me senté en una de sus esquinas y tomé la bolsa para abrirla. Una bolsa gigantesca que traía dentro de ella otra bolsa más pequeña, la cual en su interior traía una pequeña caja.

Dos toques en la puerta fueron suficientes para que dejara de lado todo y me parara, aguanté la toalla con fuerza y, allí del otro lado del portón, salió el mayordomo Helms.

-El Señor me ha pedido que te traiga esto. -entregó en mis manos unas cuántas ropas y otro envoltorio. Dió media vuelta y se marchó.

Miré los atuendos y coloqué sobre la cama. Era ropa normal, para andar en la casa y tal vez también para dormir. Se suponía que si estuviera viviendo bajo su techo me mantuviera porque de otro modo no sabría cómo vivir, pero no me agradaba nada la idea de que lo hiciera.

No sabía nada de ese hombre que se hacía llamar Señor Jeon para estar aceptando sus regalos. Aunque toda mi vida dependiera en estos momentos de él, ya que no tenía salida y las posibilidades de huir de este lugar eran nulas.

Bajé con cuidado las escaleras mientras aguantaba de la reja que impedía que cayese al otro lado. En la cocina el peli-negro se encontraba hablando y acomodé de cierta manera para escuchar su conversación. Todo se escuchaba cada vez más bajo hasta que escuché mi nombre, o mas bien mi apellido salir de su boca.

-Weeler, deja de espiarme y acaba de bajar.

Si estuviera delante de un espejo, comprobaría que mi cara era un tomate, ya que la vergüenza era demasiada.

¿Cómo se las daba para saber cuándo estaba cerca de él?

Bajé a paso lento las escaleras, dejé que mi cuerpo caminase solo hacia donde estaba el chico, ya que si fuese por mí me hubiera dado la vuelta encerrándome en el cuarto para fingir que nada de esto hubiera pasado. Pero lo había pensado demasiado tarde y ahora debía de enfrentar las consecuencias.

(+18) VENDIDA / JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora